El año entrante habremos de decidir entre un variado menú político; torta de jamón, jamón en torta, o telera rellena de jamón. Pero parece que eso es lo que nos gusta.
Armando Enríquez Vázquez
Los mexicanos nos hemos vuelto más idiotas o los políticos
de este país se han convertido en la cúspide del cinismo.
Tal vez sea la contaminación, o la falta de educación, o
nuestra cultura de; “regaladas hasta las puñaladas”. Tal vez sea que una vez
rebasado el año de Hidalgo hemos permitido a todos los burócratas y oficinistas
del gobierno de medio pelo que anhelen el año de Carranza. Tal vez se trata de
la pobreza mental de los llamados líderes de opinión, del carente albedrío de
la “prensa libre”. Lo único claro es que mientras el país se hunde en la
corrupción, la inseguridad y la impunidad los ciudadanos mexicanos no hacemos
nada más qué, como adolescentes, creernos víctimas y ofendidos, mientras los
segundos, políticos y sus oficinistas de cuarta siguen preservando que las
condiciones sigan iguales, al tiempo que como madre de telenovela nos lanzan
los mismos sermones demagógicos: “¡Qué van a hacer el día que les falte” “Ya
saben quien los hubiera llevado al paraíso, pero nunca me escuchan, ni hacen
caso” “Somos pobres pero honrados”. Hay quienes aluden al hartazgo ciudadano
frente a la desfachatez de los que nos gobiernan, pero entonces que no se
atrevan a exigir derechos ciudadanos sino se encuentran dispuestos a
defenderlos.
El año entrante habremos de decidir entre un variado menú
político; torta de jamón, jamón en torta, o telera rellena de jamón. Pero
parece que eso es lo que nos gusta, de otra manera cómo podríamos sobrevivir
quejándonos a lo largo del sexenio de todo lo que hacen los gobernantes y todo
lo que dejan de hacer. Qué quede claro, no es que el gobierno federal lo esté
haciendo bien, ni que tampoco los poderes legislativo y judicial sean dignos de
un estado que se autonombra democrático. Se trata de la ignorancia por gran
parte de la ciudadanía de sus derechos, y en caso de conocerlos su apatía por
ejercerlos; es más cómodo plañir que actuar.
¿No es indignante que Rubén Moreira con todas las sospechas,
por utilizar otro tipo de palabras que nos encantan a los mexicanos llamados
eufemismos, sobre su participación en el fraude electoral de Coahuila, ahora
forme parte del CEN del PRI? ¿No es un escupitajo en la cara de la ciudadanía
de la CDMX que la elección de candidatos a las alcaldías de lo que son hoy
delegaciones por parte de Morena sea una lista de puros pillos y criminales de
cuellos blanco? ¿Por qué tenemos que leer periódicos y portales como El Universal,
Excélsior, Milenio, o los canales de televisión abierta que son medios serviles
y comprados por el gobierno a través de los miles de millones de pesos que la
presidencia invierte en ellos?
Sí en 2018 la decisión del voto no es suficiente para mandar
el mensaje del hartazgo ciudadano con los políticos de siempre y los partidos
de siempre. Sí aceptamos que Meade, Anaya o López Obrador representan opciones
diferentes a lo que hemos sufrido hasta ahora. Entonces no tenemos derecho a
quejarnos, ni a presumir de esa misma inocencia con la que se quieren revestir estos
cínicos candidatos.
Sí aceptamos la posición de la partidocracia, estaremos
optando por la salida más fácil, la que nos permita volvernos a quejar 6 años
más, mientras el país se hunde en la pobreza y la desigualdad, gracias a la
avaricia, malos manejos de dinero y negocios turbios de todos y cada uno de los
políticos de siempre. Nos estaremos convirtiendo en cómplices de todos los
partidos políticos y el circo que representan. Tal vez es hora de exigir reformar
al poder legislativo desde el poder ciudadano, no votando por uno sólo de los viejos
políticos, tal vez sea hora ejercer una presión constante sobre diputados y
senadores para que hagan un trabajo independiente del poder ejecutivo o de
grupos del poder como el que intenta obtener el ex presidente Calderón con su
grupo de “panistas rebeldes”, obedientes y sumisos al PRI.
Somos nosotros quienes hemos permitido que traidores al país
como Manuel Barttlet Díaz aun tengan peso, o crean tenerlo dentro de la
política del país. A los políticos les encantan la promiscuidad y nosotros
permitimos que esto suceda sin siquiera cuestionar su integridad ideológica.
López Obrador ataca y jura fustigar con su látigo mesiánico a Vicente Fox,
mientras no tiene problema alguno de fotografiarse con narcotraficantes,
defender al ex delegado de Tláhuac o pedir la ayuda de Lino Korrodi para encontrar
financiamiento para la campaña. Meade habla de combatir la corrupción, pero no
ve mal incluir entre los miembros de su campaña a Rubén Moreira o a Eruviel
Ávila. Anaya ha hecho del azul del PAN un arcoíris no tolerancia, sino de
ambición ilimitada.
Nuestra pasividad frente a los abusos de la clase política,
únicamente abonan la tierra para que esta mala hierba crezca. La ingenuidad y
olvido de muchos otros contribuyen a la creación de una leyenda inexistente en
el campo del buen gobierno, de la transparencia y la equidad.
2018 abre la oportunidad de que los ciudadanos demostremos
que no queremos gobiernos totalitarios disfrazados de democracia, es la
oportunidad de apoyar opciones verdaderamente distintas en los casos que se
pueda, como el de Pedro Kumamoto al senado. Pero todo me hace pensar que los
mexicanos dejaremos pasar una vez más la oportunidad de demostrar nuestro poder
como ciudadanos.
publicado en blureport.com.mx el 27 de diciembre de 2017
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