La democracia es la forma de gobierno que menos se ha ejercido a lo largo de la historia humanidad.
Armando Enríquez Vázquez
“La democracia esta sobrevaluada” asevera en alguno de los
capítulos de House of Cards Frank
Underwood el cínico y ambicioso político, que protagoniza la serie.
Lo cierto es que el sistema que tanto valoramos y que tanto
decimos respetar, el sistema que fue el paradigma del siglo XX, parece haberse
agotado a nivel mundial. Lo peor es el promotor de la más descarada avaricia de
los seres que detentan el poder que en teoría les ha conferido el pueblo.
La democracia es la forma de gobierno que menos se ha
ejercido a lo largo de la historia humanidad y así como la democracia griega
era imperfecta y de acuerdo con Platón se trataba de uno más de los sistemas
corrupto de gobierno, la mayoría de las democracias actuales que se suponen
incluyentes e igualitarios son una verdadera porquería.
Las democracias modernas se autodefinen por la existencia
del voto ciudadano y se basan en un sistema de poderes y/o órganos de gobierno
independientes como se supone existen en México: Ejecutivo, Judicial y Legislativo.
Otras democracias tienen un parlamento muy fuerte; es ahí de donde surge el
ejecutivo como cabeza que representa a la mayoría de los ciudadanos quienes
votaron a las fuerzas políticas y también están las más primitivas como la
estadounidense que depende de un complejo y tramposo sistema que anula el voto
ciudadano y se lo da a una elite.
Lo peor que le puede suceder a una democracia es que uno de
los poderes anule o someta a otro o a todos los demás poderes. Entonces se
convierte en una dictadura. Algo que sucedió durante setenta años y sucede en el
México de Peña Nieto y del que ya sabemos cuál es el resultado; la corrupción y
encubrimiento de las canalladas de políticos que son parte de la camarilla del
presidente en turno. Peña Nieto, como cualquier tirano, se ha empeñado en negar
dar cabeza a la Procuraduría General de la República, ni nombrar titulares que
se responsabilicen de las instituciones que creó demagógicamente él mismo
contra la opacidad y la corrupción. Amenazando y obligando a renunciar a un
fiscal electoral que investigaba el dinero corrupto que ayudó en la campaña del
actual presidente y atacando a gobiernos libres y soberanos como el de
Chihuahua, por tratar de hacer justicia a las atrocidades que los gobernadores
de Peña Nieto y la cúpula del PRI Nacional realizaron en contra de los
mexicanos y en especial de los chihuahuenses.
Algo similar comienza a suceder en la que, con arrogancia,
se ha autonombrado la Democracia ejemplar del mundo, cuando el presidente
Donald Trump decide atacar al más puro estilo del dictador Nicolás Maduro, al
sistema de justicia de aquel país o mofarse de los legisladores.
Los intentos de Donald Trump por someter no sólo a los
órganos encargados de imponer la ley como el FBI, sino su interferencia directa
con el Fiscal de Estados Unidos, demuestran el poco espíritu democrático del
presidente de Estados Unidos. No recuerdo haber escuchado en el vocabulario del
racista y autoritario presidente norteamericano la palabra democracia.
México, como Estados Unidos, España y muchos otros países
del mundo está muy lejos de ser una democracia, como se nos hizo aprender la
definición, y está mas cerca de una sociedad feudal donde la clase gobernante
unida y dividida en diferentes partidos y personalidades pretenden dominar y
minar el patrimonio de los mexicanos, ciudadanos (burgueses) o población rural
(campesinos).
Sí la democracia está en crisis es gracias a sus propias
características y a la ignorancia de los ciudadanos. El surgimiento de poderes
fácticos que no dependen del voto de nadie y se perpetúan dictando desde sus
intereses la agenda nacional, viendo pasar y manipulando a presidentes y
autoridades electas es una de las claras muestras del fracaso de la democracia
moderna. Por ejemplo, sindicatos, medios de comunicación y empresarios, eso sin
contar al crimen organizado que se infiltra en todos los anteriores.
Si bien, al menos en teoría, los sindicatos existen para
salvaguardar los derechos de los trabajadores de un gremio, la verdad es que
son estos sindicatos, en México y en Estados Unidos, por poner un par de
ejemplos, los que doblegan las ideologías de candidatos y gobernantes cuando se
intercambian votos por posiciones de poder, tal y como lo han hecho priístas y
panistas para alcanzar el gobierno.
Sin duda el descaro de Peña Nieto en su alianza con Carlos
Romero Deschamps de PEMEX y de Felipe Calderón con Elba Esther Gordillo son los
ejemplos recientes más claros, pero no los únicos, y la alianza de López
Obrador con los familiares de la líder de los maestros nos demuestra lo poco
importante que es el ciudadano para los políticos actuales.
La democracia como la entendemos en el siglo XXI es
incluyente y tolerante, algo que es falso en México, en España, en Estados
Unidos, donde las voces opuestas al gobierno son descalificadas, censuradas o
en peor de los casos anuladas por medio del asesinato. Si estoy en el gobierno
puedo sin ningún problema enarbolar la bandera racista, desde Trump contra
negros y latinoamericanos hasta el pobre personaje que es Enrique Ochoa Reza al
hablar con desdén de los “prietos” que conforman a Morena. Los ganadores se
sienten con el derecho de menospreciar y burlarse de los que han quedado en
segundo o tercero lugar.
Gane quien gane las elecciones en nuestro país, sin importar
como se desmorona la democracia a nivel mundial, los mexicanos debemos
replantearnos nuestro sistema de gobierno, como debe evolucionar y porque
durante los próximos seis años seremos gobernados, como lo hemos sido este
sexenio por alguien que no va a ganar las elecciones con una mayoría del voto,
porque difícilmente el que gane en México en el 2018 lo hará con más del 37% de
los votos y eso aquí y en China, solo demuestra que la oposición es mayor.
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