A finales de la Alta
Edad Media en un convento exclusivo en Sajonia vivió una extraordinaria mujer
de la que sólo conocemos su obra.
Armando Enríquez
Vázquez
La primera vez que se escribió la historia de Fausto, un
tema que es recurrente en la literatura alemana y al que grandes escritores
como Goethe o Thomas Mann han dedicado obras maestras de la literatura, fue en
el siglo X y lo hizo una mujer. La canonesa Hroswistha de Gandersheim.
De esta brillante mujer se sabe poco, muy poco de su vida.
El conocimiento que se tiene de ella es gracias a sus obras que han sobrevivido
en el tiempo. Conocemos que pasó su vida en la abadía de Gandersheim en
Sajonia. Se desconocen las fechas reales de su nacimiento y deceso, se cree que
nació alrededor de 935 y murió después de 1001. Tampoco se sabe a ciencia
cierta nada acerca de su familia, pero debido a que la abadía era presidida por
una abadesa que era una princesa imperial y era una abadía elitista, se cree
que Hroswitha era hija de la nobleza sajona.
La educación y cultura que muestran sus textos parecen decir
que la mujer ingresó a la abadía después de los quince años y antes de los 25
años.
La Abadia de Gandersheim por ser tan elitista contaba con
una gran biblioteca llena de títulos importantes que no era posible encontrar
en otras partes del mundo, ahí fue donde Hroswitha leyó a autores de la
antigüedad, a los latinos antes que otros, que la influenciaron en su labor
como escritora; Horacio, Ovidio Virgilio y sobre todo Terencio están presentes
en la obra Hroswitha, incluso como monja culta los textos escritos por Hroswitha
se encuentran en latín. Las influencias contemporáneas de Hroswitha provienen
del interior de la abadía, por un lado, su primera profesora Rikkarda a la que
menciona en algunos de los prefacios de su obra y por otro a la Abadesa
Gerberga que era sobrina del emperador Oto I y que introdujo a la joven en la
lectura de los ya mencionados autores latinos.
A falta de datos que permitan crear una biografía de la
canonesa son precisamente las obras sobrevivientes por más de mil años las que
nos hablan de la existencia de Hroswitha.
Lo que se conoce de su obra son dos poemas, seis leyendas,
piezas épicas y seis piezas dramáticas.
Los poemas son una Vida
de la Virgen María y otro llamado Sobre
la Ascensión del Señor. En cuanto a las leyendas narran diferentes vidas de
santos incluyendo la historia de un niño martirizado en Córdoba por el califa,
un hecho que sucedió en los años de vida de la monja y los cuales son referidos
en el texto de Hroswitha con terrible detalle. Se cree que la monja conoció a
testigos del martirio de San Pelayo. Pero interesante resulta también la
leyenda de Teófilo en la que la monja cuenta la historia de un joven que en su hambre
por el conocimiento hace un pacto con el diablo. Esta es la primera vez que un
autor alemán, en este caso una autora, escribe la historia que siglos después
el escritor Goethe escribiría como Fausto
y que ha sido retomada por otras brillantes plumas alemanas, así como por el
director de cine del expresionismo alemán Friedrich Wilhelm Murnau en 1926.
Sus obras dramáticas hablan del amor sensual y el triunfo
del amor cristiano por sobre todas las cosas.
Las obras llamadas épicas son dos obras basadas en hechos
reales; una esta basada y cuenta la historia de la historia de Oton I, esta
obra esta dedicada a la abadesa Gerberga y una historia de la construcción de
la abadía de Gendersheim.
La
obra de Hroswitha fue descubierta en 1500 en la biblioteca de la Abadía de San
Emmeran en Ratisbona y editada en 1501 por un humanista alemán llamado Konrad
Celtis. La edición cuenta con grabados de Alberto Durero. Los contemporáneos de
Celtis admiraron la obra y a la mujer detrás de ella y en su momento la
alabaron como la muestra de la perfección, belleza e inteligencia de la obra
artística en una tierra que muchos consideraban de bárbaros.publicada en mamaejecutiva.net el 2 de mayo de 2018
imagen: wikipedia.org
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