De una manera simplista muchas veces pensamos que las opciones de mostaza se limitan a la
amarilla norteamericana y la Dijon francesa. Nada más falso y este es un
ejemplo.
Armando Enríquez
Vázquez
Muchos países y regiones de Europa presumen de sus productos
y promueven la denominación de origen, tal vez uno de los productos con mayor
número de variantes en el norte de Europa son las mostazas, aunque son
descritas desde tiempos del Imperio Romano y se sabe que tanto chinos como
egipcios utilizaban la planta con diferentes propósitos, los franceses,
alemanes, ingleses, checos, se disputan en el mundo contemporáneo las mejores y
más tradicionales mostazas.
Aunque nació en lo que hoy es Francia, en la ciudad de Metz,
la mostaza Löwensenf es una de las marcas alemanas más reconocidas en el mundo.
Su fundación data de 1903 cuando el matrimonio formado por Otto y Frieda Frenzel
fundó la Primera fábrica de mostaza y
vinagre de Lorena. Tras la anexión por parte de Francia de la provincia
después de la I Guerra Mundial, los ciudadanos alemanes se replegaron a las
nuevas fronteras alemanas marcadas por el Tratado de Versailles. Los Frenzel
decidieron instalarse con todo y su fábrica en Düsseldorf, una de las ciudades
más importantes de Alemania a orillas del Rin, que además era considerada la
capital alemana de la mostaza, pues la empresa fabricante del condimento más
antigua del país se encontraba en aquella ciudad. Llamada ABB por su fundador
Adam Bernhard Bergrath y establecida en 1726. ABB aun existe y sigue envasándose
en un tarro de cerámica con un ancla de barco en azul al frente.
Las mostazas de Düsseldorf son famosas por ser aun más
picantes que las de Dijon, en Francia y menos dulces que las producidas en zona
de Bavaria.
En 1920 el matrimonio Frenzel estableció su fábrica en la
calle Himmelgeister y comenzó la producción de sus mostazas. Cambio el nombre
por Löwensenf que significa Mostaza del
León y antepuso el gentilicio Düsseldorfer para darle pertenencia a la
marca y por otro lado como aceptando el reto de conquistar el exigente paladar
de los habitantes de Düsseldorf y su casi bicentenaria marca local. La marca
quedó registrada ese mismo año y el logo muestra ya desde entonces un león, que
es parte de uno de los escudos antiguos de la ciudad, aunque el primer escudo
de la ciudad mostraba un ancla que la relacionaba con el Rin y con la que, como
mencione antes, se identifica la marca rival ABB.
También, rápidamente los Frenzel sustituyeron las vasijas de
cerámica por un llamativo frasco de cristal en forma de barril y al que
coronaba la cabeza de un León. Löwensenf fue la primera empresa productora de
mostaza en Alemania en envasar su producto al alto vacío. El éxito fue
inmediato la empresa comenzó a crecer de manera importante. En 1936 Otto murió
y Frieda quedó con las riendas de la empresa.
Al llegar la II Guerra Mundial la producción cesó al no
poderse importar granos de mostaza a Alemania. El matrimonio Frenzel tuvo tres
hijos, los primeros dos murieron en su infancia víctima de tuberculosis y el
tercero murió en combate durante la II Guerra Mundial, Frieda no se derrotó y
en 1948 reanudó la operación de Löwensenf y se convirtió de nuevo en un
referente de la mostaza alemana y sobre todo de la mostaza de Düsseldorf.
La empresa después de pasar por varios dueños hoy esta constituida
como una empresa propia llamada Löwensenf GmbH.
A partir de 2014 Löwensenf eliminó la palabra Düsseldorf de
la marca tratando no de internacionalizarla, sino de evitar que al interior de
Alemania su venta se redujera por regionalismos.
La receta de las mostazas de Löwensenf sigue siendo un
secreto más allá de los ingredientes primordiales. El slogan de la empresa es: Lass den Löwen los. Que significa: “Suelta
al León”.
Hoy Löwensenf es una marca reconocida más allá de las
fronteras alemanas y que ha crecido incluyendo entre sus productos mostazas
gourmet, premium y salsas a su clásica mostaza fuerte.
imagen Wikipedia.org
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