El caricaturista
mexicano trabajó también en publicidad y creó dos personajes para anunciar a
una tienda de ropa para hombre que se fundó hace 100 años y que existe a la
fecha.
Armando Enríquez
Vázquez
En México con frecuencia olvidamos qué mucho antes de la
globalización y de la invasión de tantos extranjeros algunos sumamente
talentosos, otros sólo vendedores de espejitos, sino basta el ejemplo de lo que
sucede en Televisa que con sus directivos colombianos sigue en caída libre en
las preferencias de los mexicanos y lo que es peor en la rentabilidad de la
empresa, en nuestro país las cosas se hacían con gran talento y creatividad.
Escribir sobre la publicidad mexicana de antaño y tratar construir
una historia de la misma conlleva esa dificultad de intentar construir a partir
de la falta de memoria, de menciones aquí y allá, del malinchismo que quiere
negar los orígenes nacionales, de la vergüenza de muchos por admitir que dentro
de las pobres posibilidades aunadas a un provincianismo que delataba nuestra
naciente clase media después de la revolución, una política ramplona, populista
y demagógica emanada de la ignorancia de los gobiernos de los sonorenses y otros
de los que siguieron y se dedicaron a ocultar y minimizar los logros y
desarrollos en diferentes campos de la cotidianidad nacional, porque todo tenía
que emerger desde un partido político, la reconstrucción histórica de las áreas
profesionales y empresariales del país se dificulta.
La publicidad no es algo exclusivo de Estados Unidos o
Europa y en México grandes personajes de la vida cultural también participaron
en el mundo de la publicidad, porque de alguna manera tenían que ganarse el pan
mientras llegaba la fama y porque la publicidad de una manera diferente pero
también se nutre de la creatividad; Fernando del Paso, Abel Quezada, Remedios
Varo, son algunos ejemplos. Lo mismo sucedió con este talentoso caricaturista
hoy semi olvidado por los mexicanos, quien independientemente de su labor como
publicista fue un promotor de muchas cosas y responsable de que muchos niños
mexicanos se convirtieran en científicos.
Antes de Gabriel Vargas con su Familia Burrón y Los Super Locos, y Eduardo del Río, Rius, con Los Supermachos existió un dibujante
mexicano creador de uno de los comics más importantes en la historia de México;
Germán Butze, creador de la primera historieta mexicana, la primera historieta
de Ciencia Ficción en México y el primer comic de divulgación científica en
nuestro país; Los Supersabios.
Butze nació el 11 de febrero de 1912 en la Ciudad de México,
estudió en pintura en la Academia de San Carlos. Butze prefirió el dibujo sobre
la pintura y al parecer junto con su hermano de nombre Valdemar se dedicó a las
tiras cómicas.
Durante sus primeros años los hermanos Butze se dedicaron
también a la publicidad y Germán creó al personaje Pinito Pinole para las
campañas de la tienda de ropa para hombre High
Life. High Life es una empresa mexicana fundada en 1899 y cuya casa matriz
se encontraba en la calle que es hoy Madero y que finales del siglo XIX se
llamaba San Francisco. En 1920 High Life construyó su propio edificio en la
misma calle de Madero esquina con Gante. Las historias de Pinito Pinole
trascendían la publicidad habitual de la prenda con un precio y el nombre de la
tienda para contar una anécdota donde Pinito resolvía sus problemas acudiendo a
la tienda para comprar ropa. De esta manera no se hablaba de un producto en
particular sino de una tienda que ofrecía soluciones a problemas reales, algo
que se hace muy frecuentemente en la publicidad. Las historietas de Butze
ocupaban toda una página y con la estructura similar a la del comic, llevaba
texto, recuadros con la acción y personajes que interactuaban y había
protagonistas y personajes recurrentes en las historietas publicitarias de
Pinito Pinole.
Otro personaje que estelarizaba esta publicidad gráfica era
llamado Memo Migaja. Unos episodios
eran de Pinito y Otros de Memo. También dibujó una tira
publicitaria para la pomada de la Campana del Dr. Bell que firmaba con los
seudónimos de Beta Bell o el Dr. Kas K Bell. Otra de las empresas
para la que Butze dibujó campañas publicitarias fue para Chicléts Adams. Las
tiras de Butze mantienen el cándido sentido de humor de la primera mitad.
Germán Butze murió en la Ciudad de México en 1974. El legado
del historietista es enorme, pero desconocida en su mayor parte por los jóvenes
mexicanos. En 2016, Sanborns editó dos libros recopilando las historietas del
Butze. Pero se necesita abundar más en su faceta como publicista.
publicado en thepoint.com.mx el 22 de junio de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario