Los actos de los futuros funcionarios de la cuarta transformación, así como ciertos miembros del Congreso de la Unión sólo demuestran que parte del futuro gobierno es pan con lo mismo.
Armando Enríquez Vázquez
Culpar de todo lo que pasa con el zoológico en el que se
convirtió Morena a López Obrador me parece injusto, aunque como en el caso de
Peña Nieto quien nos mostró en seis años que todo el nuevo PRI era mucho peor
que el más antiguo y autoritario PRI, alguna responsabilidad tiene. Lo que nos
ha demostrado López Obrador hasta ahora es que el filtro del partido que fundó
y dirigió por tantos años en realidad no era ni muy fino, ni tenía intención de
depurar nada en lo absoluto. El objetivo era ganar a como diera lugar.
López Obrador no tiene la culpa de que sus diputados
chapulines sean unos déspotas, prepotentes cómo el señor Cipriano Charrez,
triste representante del Estado de Hidalgo en la cámara de diputados, que saltó
del PAN a Morena para seguir actuando con impunidad y en la opacidad. Tendré
que aceptar que hasta Muñoz Ledo suena coherente y congruente cuando le pide a
este individuo que arregle sus problemas antes de regresar a la cámara y esto
es muy importante después de saber que la familia del joven que murió en el
accidente presuntamente provocado por el diputado se ha desistido de seguir
colaborando con las autoridades, lo que después de todas las series y películas
gringas, me hace sospechar que algo no está bien. El mismo hermano del diputado
y presidente municipal de Ixmiquilpan Pascual Charrez ha dicho que el diputado
federal es una vergüenza para su familia y no piensa defenderlo. Pero Yeidckol Polevnsky,
presidenta de Morena y el grueso de los diputados han sido incapaces de
condenar directamente al legislador y sólo hablan en los mismos términos
ambiguos con los que el PRI en su momento defendió a personajes igual de
oscuros como Antonio Tarek miembro del Clan Javidú y quien como diputado se
escondió tras el fuero y la mayoría formada por diputados del PRI.
Eso no es culpa de Andrés Manuel, como en su momento tampoco
fue su culpa las fotos que existen de él con los Abarca, al calor de los doce
años de campaña, de la ambición por ganar y de hacerlo con el carro completo
con un partido que en su momento carecía de presencia nacional, el Presidente Electo
se retrató con quien se puso a su lado sin importarle quien era, al menos eso
quiero pensar de manera por demás inocente. Los cuadros de Morena, como en su
momento sucedió con el PRD y hasta con el PAN, se llenaron de oportunistas,
malandrines y maleantes.
Ni que decir del pobre hombre que, sentado en su curul con
lagañas todavía, intenta justificar el que se haya dormido, culpando a la
“marea alcalina” de su irresponsabilidad frente a los mexicanos. Y aunque la “marea
alcalina” sea un fenómeno cierto, el diputado es responsable de que esto no
afecte su trabajo, comiendo menos, o en el peor de los casos durmiendo la en las
oficinas de Morena donde nadie lo vea o lo grabe para no hacer quedar mal a su
partido, antes de ingresar al congreso.
Hace unos días López Obrador de manera correcta e
interesante mientras morenistas lo increpaban sobre un asunto en San Luis
Potosí o como había sucedido unos días antes en Cuernavaca donde los morenistas
abucheaban a Cuauhtémoc Blanco y sacaron de quicio al Presidente Electo, se
deslindó del partido y se dijo presidente de todos los mexicanos, por lo que en
las situaciones referentes a funcionarios “basura” de Morena, tendrá que ser
Yeidckol la que hable y se tenga que fajar, al menos en papel, esa fue la voz
de Andrés Manuel.
Pero de lo que sí podemos responsabilizar directamente al Presidente
Electo es de la clase de funcionarios que ha nombrado para el futuro gabinete,
sobre todo de aquellos que muestran sin darse cuenta el tipo de individuos mezquinos,
prepotentes que son. Da mucha rabia cuando un octogenario que ocupará el cargo
de Secretario de Comunicaciones y Transportes como Javier Jiménez Espriú
amenaza a futuro a la representante legal de una mina porque le pide que
abandone propiedad privada y da más coraje cuando la mujer que lo acompaña y
que será la próxima Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Josefa
Gonzáles Blanco Ortiz Mena secunda al viejito y amenaza a la representante
legal por doble cuenta también a futuro.
Es patético ver Jiménez Espriú apuntar como policía de
guardia en un museo o a la entrada del metro con su pluma los datos que le da
la mujer. Es preocupante que un hombre elegido por el próximo presidente de
México para ser parte de la punta de lanza de la Cuarta Transformación se
comporte de la misma manera que lo haría cualquier miembro de la llamada Mafia
del Poder con la que su Jefe Andrés Manuel López Obrador quiere acabar. Claro
que también es el momento perfecto para que el Presidente Electo nombre a otro
Secretario de Comunicaciones y Transportes que no haga ver a la Transformación
que anhela López Obrador como una de cuarta y de paso darle una recomendación a
su Secretaria de Medio Ambiente.
A diferencia de la boda a la que asistió porque lo
invitaron, en esta ocasión el Presidente Electo, sí tiene una responsabilidad directa
sobre las personas que actúan como si jamás lo hubieran escuchado y parecen no
tener idea de lo que López Obrador quiere demostrar en materia de un gobierno
honesto y recto.
En teoría López Obrador no iba a tolerar a otro funcionario
mediocre y prepotente, no admitiría funcionarios incapaces de razonar como
servidores públicos, que es a final de cuentas lo que son. Habrá que estar muy
pendientes de este señor Jiménez Espriú y de sus nexos con las constructoras
del próximo sexenio. Pero antes de llegar a esto debemos esperar que el
Presidente Electo seleccione un mejor hombre para la SCT, que esté a la altura
de esa cosa llamada Cuarta Transformación o entonces lo que comprobaremos, como
tememos muchos, es que esa transformación solo fue un cambio de capo de la
mafia del poder.
publicado el 15 de octubre de 2018 en blureport.com.mx
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