María Amparo
Hernández y María Santibañez fueron dos fotógrafas que desarrollaron su labor
en las primeras décadas del siglo pasado y pocos las recuerdan.
Armando Enríquez
Vázquez
La primera vez que acerca de la obra de estas singulares y
extraordinarias fotógrafas mexicanas fue en el maravilloso libro de José
Antonio Rodríguez Fotógrafas en México 1872-1960
editado por Turner, Canopia y Fomento Cultural Banamex.
La primera que llamó mi atención fue María Amparo Hernández
y el autorretrato que aparece en las hojas del libro, la fotografía muestra a
una mujer fuerte con el rostro inclinado hacia abajo, pero la mirada en alto
enfrentando a la cámara, mirada inquisitoria que muestra la determinación y carácter
en la fotógrafa. María Amparo llevó a cabo su trabajo en el ámbito de las
revistas de espectáculos y entre las fotos que realizó hizo llamativos
semidesnudos para publicaciones como Revista
de Revistas, México al día y Todo
entre otras.
Poco se sabe de María Amparo, pero lo que se conoce de su
obra revela una mirada muy sensual y sexual del cuerpo femenino, a través de
celebridades y actrices. Su obra se puede decir que es única en el mundo de la
fotografía mexicana de principios del siglo XX.
Desgraciadamente no existen muchas muestras de su trabajo y
de su vida no se conoce más. Se sabe que tenía un estudio en la calle de
Camelia que más tarde traslado a la calle de República de Cuba. Entre las
fotografías que se conocen de Amparo Hernández se encuentra un semidesnudo de
la hermana de la actriz Guadalupe Velez, Josefina, una serie de Amparo
Arozamena y otras publicadas de celebridades de la época en sus bañeras.
La otra es María Santibañez cuya fotografía es totalmente de
estudio, representante de una escuela llamada pictorialista, que fue un
movimiento que se caracterizó por sus fotografías de estudio muy actuadas y que
quieren marcar la diferencia entre las fotografías realizadas por la gente
común y corriente y la de fotógrafos que se pretenden artista. Es un movimiento
muy maniqueo y elitista. Santibañez fue discípula de Martín Ortiz quien en un
principio firmaba su obra como Mack. La fotógrafa tenía un estudio primero en
la calle de Bolívar y mas tarde en avenida Juárez. Su fotos se publicaron en Jueves de Excélsior, Rotográfico y El
Universal Ilustrado.
Se sabe un poco más acerca de Santibañez, sobrevive más de
su obra que de la obra de Hernández. En 1920 ganó un concurso organizado por el
diario El Universal y esta fotografía
premiada, sirvió de portada en El
Universal Ilustrado el 29 de abril de 1920. La fotografía es un retrato de
la socialité Graciela de Lara. Ese premio y esa fotografía salvaron a
Santibañez de muchas deudas y la pusieron en la atención de los medios y
críticos de arte. En 1926 se le conoce como una artista de moda, mientras que ella se consideraba una fotógrafa por
vocación.
Santibañez se inició en la fotografía a los 12 años y a los
19 ya se había independizado de Ortiz. Mucho del trabajo de Santibañez era para
clientes particulares.
En el blog Fotografía en
México aparece un recorte de periódico con un par de fotografías de María
Santibañez, sin que se especifique las fechas de las mismas.
Ambas fotógrafas se pierden en la historia, lo poco que
conocemos de su obra, las rescata como creadoras sui generis de inicios del
siglo XX. Anteriores a otras mujeres mexicanas y extranjeras en nuestra tierra que
se convirtieran en baluartes de la fotografía, como Tina Modotti y Lola álvarez
Bravo entre otras menos conocidas de las que se hablara en su momento.
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