La llegada de la
cuarta transformación a descubierto como atacar a las cabezas más claras de la
llamada “Prensa Fifí”.
Armando Enríquez
Vázquez
Hace ya un tiempo que un grupo de columnistas y
comentaristas políticos se hacen llamar la comentocracia, no sé si esto los
hace sentirse superiores a los demás, cómo tampoco sé de dónde viene este
ridículo término, pero me temo que sí porque a la primera que le escuche el
término fue a María Amparo Casar en el programa del Canal Once “Primer Plano”
al referirse de manera petulante y por demás discriminatoria a ella y a los
miembros de la mesa.
Como tal no existe la mentada comentocracia, porque
implicaría la fuerza de ciertos comentaristas y columnistas para gobernar el
país o al menos para inferir en ciertos asuntos relacionados con las políticas
públicas, algo además contradictorio del supuesto ejercicio critico que estos
periodistas y especialistas hacen desde sus diferentes espacios, lo que sí creo
que existe es una mafia de comunicadores a los que los medios han ensalzado en
mayor o menor grado, quienes además no tienen ni los mismos talentos,
inteligencia y conocimientos entre ellos mismos, creando y deformando a comentaristas
y columnistas que pretenden como muchos políticos predicar con la verdad, por
eso en estos meses de 4 T y de “Benditas
redes sociales” muchos de los que de manera inteligente y critica, así como
aquellos que utilizan sus columnas y colaboraciones para atacar de la manera
más visceral las opiniones y dichos del presidente Andrés Manuel han sido
atacados, insultados y agredidos por una turba igual de arrogante y ciega
formada por seguidores y bots afines a Morena y al presidente.
Es cierto que en los pasados sexenios se privilegió a
diferentes comentaristas e informadores mientras a otros se les aplicó una ley
mordaza, a pesar de haber una mayor tolerancia a la diversidad de opiniones en
los medios, todo tuvo un límite tanto para Calderón y mucho más para Peña Nieto,
un presidente que de haber podido hubiera eliminado a todos los medios críticos
de su actuar, que en algún momento fueron la gran mayoría de ellos, en gran
medida porque las “Benditas redes
sociales” estuvieron activas durante todo el sexenio pasado criticando,
delatando, siendo un contrapeso en cantidad, muchas veces no de calidad, ni veracidad,
de los medios tradicionales de comunicación, del gobierno, pero sobre todo de una
parte de la comentocracia, sobretodo de
la más conservadora, pero hay que reconocer que apoyaba todo lo surgía de las
mentes que se pensaba de izquierda y hoy han demostrado su crítica analítica
sin importar la llegada de un supuesto gobierno de izquierda a Palacio Nacional
y por lo tanto han pasado de ser adorados a odiados. Ejemplos claros son
Denisse Dresser y Magú, el monero de La Jornada a quienes los bots de Andrés
Manuel no han dejado de atacar por su puntos de vistas críticos en el actuar
del primero Presidente Electo, hoy en funciones.
Las redes sociales lograron en su momento no sólo mostrar el
desacuerdo real de la gran mayoría de los mexicanos con Peña Nieto, lograron
derrotar y acallar a los miles de bots que al inicio del sexenio no paraban de
promover y aplaudir todas las acciones del presidente priísta. A la mitad del
sexenio los “peñabots” habían sido ya derrotados, la inversión en ellos se
terminó y quedaban sólo los verdaderos priístas y ni tan verdaderos porque
muchos votaron por Andrés Manuel para defender lo indefendible de uno de los
sexenios más corruptos que ha vivido México.
Parece que en un sentido la estrategia de Morena, no sé si
del presidente, pero me queda claro que la estulticia de Yeidckol Polevnsky
puede hacer que su partido invierta en todos esos bots que salieron en la
semana con una credencial en la mano imitando al movimiento “yo soy 132”,
pidiendo auditorias en las universidades públicas, un asunto tan falso que una vez
que el Presidente admitió su error en el presupuesto estos pejebots
desaparecieron junto con su hashtag.
Lo mismo sucedió ante la intransigencia e intolerancia del
partido, su lideresa y sus miembros cuando mandaron la semana pasada tundir en
las redes a Denise Dresser por oponerse a uno de los delfines de Morena para
ser líder de opinión, un joven que tiene la misión de ser el sicario
intelectual de Morena, de nombre Gibrán Ramírez, que días antes ya se había
enfrentado a Magú por alguna de sus ácidas caricaturas, quien a diferencia de
otros que no han podido demostrar su integridad intelectual como El Fisgón ha
demostrado su nivel crítico del poder, sobre las acciones y dichos del
presidente. Me da la impresión qué este joven Gibrán es a quién Morena quiere
impulsar como su nuevo López Dóriga.
La comentocracia no puede, como sucedió con los peñabots,
ganar la batalla contra las “Benditas redes sociales”, en especial cuando este
gobierno que no castiga con palo, ni cuarta transformación, si no a través de
las redes sociales coordinadas desde las oficinas del partido oficial es capaz
de voltear a un gran sector de la opinión pública en contra de todo. Estoy
seguro que la gran mayoría de los que defendieron a Gibrán Ramírez en contra de
Denise Dresser no saben ni quién, ni que hace este joven que por lo visto es
extremadamente inteligente y un gran sofista. El verdadero punto en contra de
Gibrán es que de entrada se vende blandiendo títulos y grados académicos como
lo haría cualquier priísta de otras épocas y con la misma poca inteligencia, lo
que resulta una vil maniobra apantalla pendejos, porque para muchos en este
país lo importante es ser licenciado de menos. No importa lo que sabes si no el
título que te precede.
Seguramente el surgimiento de este intelectual de la Cuarta
Transformación no será único a lo largo de este sexenio, creando así una nueva
comentocracia acorde al nuevo régimen y tal vez, como sucede con La Jornada,
simples portavoces del gobierno, como en su momento hicieron Aguilar Camín intelectual
servil del PRI o Jorge Castañeda afín al PAN. Y en este caso no se trata de
ningunear o menospreciar la inteligencia de estos tres hombres, simplemente es
una muestra de cómo los intelectuales también tiene sus preferencias políticas
que no tienen nada que ver con su capacidad analítica.
Pero en el México del blanco y negro, sin medias tintas en
que todos vivimos, tuiteamos y posteamos con la clara idea; “quien no está conmigo está contra mí”
matizar resulta poco menos que imposible, entonces ser de derecha o de
izquierda anula tu inteligencia depende del color del bando político opositor
que mire. Así, en el asunto de los miembros de la llamada comentocracia que
tienen el acceso a micrófonos y cámaras con audiencias cada vez más reducidas
pero de nivel nacional en contra de aquellos que desde la trinchera de las
redes sociales hablan con todo el derecho, no necesariamente con razón, de los
hechos que sin tanto análisis a veces, pero con mucha víscera en otras
ocasiones, que los afecta de manera directa o indirecta y acerca de los cuales
tienen todo derecho a expresarse por más que el desprecio y la descalificación
también venga de aquellos que siente que su palabra los convierte en semidioses
del mundo de la comunicación, detentores de la razón que no puede ser
cuestionada por los paganos de las “Benditas redes sociales”.
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