La intolerancia de la derecha y la ultraderecha es proporcional y de la misma magnitud que la intolerancia de los simpatizantes y seguidores del presidente. El campo de batalla y de odio son las redes sociales.
Armando Enríquez Vázquez
A lo largo de la campaña política del año pasado el actual
presidente de México; Andrés Manuel López Obrador alabó a las redes sociales y
las calificó como “Benditas”, hoy las cosas parecen haber cambiado y ese voto
“masivo” que falazmente asegura el presidente haber recibido, también le
muestra a la nueva clase política que no siempre las tienen de todas a su
favor. Durante la primera semana de mayo el presidente en su conferencia
matutina acuso a la ultraderecha de usar las redes sociales y es cierto, pero
en ese sentido ni él, ni sus operadores políticos están libres de culpa.
El pasado 2 de mayo un grupo de bots de la ultraderecha se
encargaron que Youtube bloqueara un video del periodista Julio Astillero
simpatizante del presidente, en el que se hablaba de los youtubers y de Alfredo
Jalife, vale la pena mencionar que Astillero es una de las voces más
inteligentes y críticas de “la mal llamada” izquierda mexicana, a diferencia de
otras voces que actúan con las mismas artimañas que tanto se critican hoy entre
los simpatizantes del presidente de los pseudo periodistas de los gobiernos
pasados.
La aparición el viernes 3 de mayo del Hashtag
“TwitterNoCensuresAMéxico” mostró la magnitud de esta batalla de palabras y
odios en la red social; Los bots de López Obrador acusaron a la red de
respaldar a los bots de la derecha censurando cuentas de seguidores del
presidente. Este hashtag se convirtió en trending topic e incendió las redes
pues la red se convirtió en el ring de las peores expresiones de la derecha y
de la izquierda. Para avivar las protestas de los seguidores de López Obrador,
la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Mueller, abandonó la red social
después de no aguantar el golpeteo de la derecha y sus bots, valiéndose de ese
argumento de víctimas inocentes que desde hace dieciocho años es el plañir
diario de López Obrador, su equipo y seguidores y que solo demuestra que al
mismo tiempo que tienen un discurso de odio y rencor también tiene una piel
demasiado delgada cuando se trata de los epítetos que reciben ella y su esposo.
La semana cerró con una marcha que reclama al presidente sus
mentiras y falta de acción para trabajar con todos los mexicanos por un México
mejor.
La intolerancia de la derecha y la ultraderecha es
proporcional y de la misma magnitud que la intolerancia de los simpatizantes y
seguidores del presidente. Uno de estos admiradores de López Obrador de nombre
Nacho Rodríguez se atrevió a lanzar un tuit racista denostando a los
participantes de la marcha como de “piel blanca” lo que es preocupante, pero lo
irónico de todo es que él sin ningún problema entra en la categoría racial que
desprecia. Los bots y fanáticos de López Obrador son combatidos en las redes
sociales por los bots y fanáticos de la derecha con la misma fuerza y falta de
reflexión. Es enfrentamiento diario en las redes sociales confirma algo que ha
sido el tema de los últimos meses: El discurso de odio de López Obrador. Que ha
logrado polarizar a la sociedad mexicana.
El origen de la discordia entre los mexicanos, no es el
presidente. Él es solamente un excelente catalizador. Odio y rencores entre
mexicanos nacen en el clasismo y el racismo de siempre, en el revanchismo y en
la pedantería de todos los involucrados. En la arrogancia. Es innegable que
Andrés Manuel ganó por el voto de la mayoría de quienes acudieron a las urnas
el 1º de julio de 2018, lo que no es lo mismo a haber ganado de manera masiva
como afirma el presidente, un nada despreciable 43% de los mexicanos que no
votamos por el tabasqueño representa a 23 millones de mexicanos que como buenos
perdedores debemos aceptar al presidente elegido por la mayoría, pero no por
eso podemos aguantar ese discurso despectivo e incendiario del presidente. No
por eso podemos aceptar su discurso sin cuestionarlo. También es innegable que
cinco meses no son suficientes para ver resultados de su estrategia y plan de
gobierno, lo que preocupa es que en aras de querer demostrar lo que no es hasta
el momento el presidente se empeña en cada mañana ser un demagogo lleno de odio
comparable a dictadores que han destruido a sus países a lo largo de la
historia.
Al presidente que tanto le gusta manosear la historia para
dar datos falsos de la misma, se le debe recordar que el General Lázaro
Cárdenas recibía a todos los que lo buscaban en su oficina de Palacio Nacional,
tal vez por eso el General no daba una conferencia mañanera diaria, ni maiceaba
a las benditas redes sociales e “influencers” que se acercan al poder con la
misma actitud servil que otros medios y periodista lo hacían ante los
presidentes del PRI o del PAN, en busca de “un pesito” que les lance el
presidente después de formular las preguntas más idiotas y a modo de la
mañanera. López Obrador debe entender que fue la democracia la que lo llevó a
la presidencia, no un golpe de estado y por lo tanto no puede pretender
manejarse como un autócrata como Santa Anna y proclamarse frente a los
ciudadanos un demócrata como Madero.
La llamada democracia es un mosaico de ideas, de opiniones,
diferencias. Lo que se nos ha enseñado nombrar “democracia” contempla la
tolerancia y el debate. La libertad de expresión es parte esencial de ella. Lo
que tratan ambos mandos radicales azuzados por el discurso de un presidente
lleno de rencor es imponer y justificar una dictadura como la del PRI del siglo
pasado donde todos tenemos que pensar de la misma manera.
López Obrador no ha comprendido, después de cinco meses, que
este no es el México de Echeverría, mucho menos el de Madero o el de Juárez,
que su labor como presidente de todos los mexicanos en llevarnos a todos a buen
puerto y no a su versión tropicalizada de Foxilandia llamada la 4 T.
publicado el 7 de mayo de 2019 en blureport.com.mx
imagen: DeatTo Stock.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario