A veces lo triste del
cine mexicano no es la narrativa, o la historia, es la pretensión y falta de
coherencia lo que gana.
Armando Enríquez
Vázquez.
Hacía mucho que no llegaba a ver una película mexicana con
expectativas de toparme con algo que me cimbrará y me hiciera repensar mi
franca animadversión frente a lo que se produce en nuestro país. Desgraciadamente
Cómprame un revólver no lo logró.
La premisa de la historia escrita y dirigida por Julio
Hernández Cordón parecía en extremo interesante. Cómprame un revólver, se sitúa en un futuro próximo, en una región
del país sin gobierno, dominado por grupos de crimen organizado y donde además
las mujeres desaparecen. En este marco se desarrolla la historia de un hombre
adicto, que cuida de un campo de beisbol en medio de la nada, donde juegan los
criminales, y que también cuida de su hija de diez años, la que vive disfrazada
tras una máscara y con el cabello corto, quien a su vez es más efectiva
cuidando de su padre que él de ella.
El guión claramente influenciado por la obra de otros
cineastas mexicanos contemporáneos como Amat Escalante, tiene deficiencias que
culminan en tener suficientes cabos sueltos y situaciones que parecen fortuitas
o muy mal explicadas. El final me recuerda mucho a The Rain People (1969) de Francis Ford Coppola, una película que sí
es coherente con su universo. En cambio las referencias a Tom Sawyer a pesar de
estar ahí, pasan inadvertidas.
La subhistoria del brazo de Ángel, resulta mucho más
atractiva que la principal, una vez que la descubrimos, pero es demasiado
tarde, el barco hizo agua treinta o cuarenta minutos antes de que esto suceda.
Y hace agua no por las actuaciones que son bastante creíbles,
ni por la historia principal que como ya dije es bastante buena premisa y consecuente
con la situación actual de México. El problema principal es la autocomplacencia
de un el guión muy débil, que permite fallarle a la premisa básica y de esta
manera convierte en la película en un fallido intento, en el mejor de los casos.
Los lugares comunes del narcotráfico están bien logrados y el detalle del campo
de beisbol único lugar de recreo de los criminales es bueno. Lo que nunca queda
claro es si el padre cuida de este lugar bajo la promesa de que el Jefe
mantenga con vida a la mujer y a la otra hija. O si es con la promesa de no
tocar a Huck.
Lo que es muy emotivo es el amor incondicional de Huck por
el grupo de niños que recorren aquellas tierras sin ley en busca de acabar con
la gente del Jefe con una triste catapulta para recuperar el brazo de Ángel y
sobre todo por su padre al que cuida mejor que él a ella. La misma personalidad
dual del Jefe es comprensible en una tierra donde las mujeres desaparecen, lo
que no resulta congruente es el número de mujeres que alegres celebran y bailan
en el cumpleaños del Jefe, cuando minutos antes se ha hecho referencia al
destino que corrieron unas hermanas que fueron encontradas en el interior de un
tinaco.
Como película post apocalíptica Cómprame un revólver está situada en la tierra de nadie como tantas
otras, pero a diferencia de otras aquí el orden criminal esta bastante ordenado
y civilizado. Resulta un universo excesivamente aséptico en un sitio donde
nadie te explica nada de las condiciones en las que el Caos domina ese mundo.
La complejidad en la historia es nula y en este sentido me
refiero a personajes incapaces de crecer o evolucionar. Como mensaje final del
empoderamiento de las mujeres Hernández Cordón hace de Huck la líder de la
pandilla de adolescentes probables herederos de un mundo de violencia irracional.
Lástima como muchas otras veces el cine nacional se queda en
buenas intenciones y poca disciplina. Algo que siempre aleja a los espectadores
de las pantallas.
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