Chernobyl invita a reflexionar sobre la falsedad de la transparencia gubernamental; la arbitrariedad que el poder político da a los hombres y la fragilidad del ciudadano común frente a cualquier Estado.
Armando Enríquez
Vázquez
Espere un tiempo antes de ver Chernobyl de HBO quería
dejar pasar la euforia inicial de ciertos periodistas y comentaristas de
noticias acerca de una serie que tiene que ver con lo que es su profesión. Escrita
y creada por Craig Mazin y dirigida Johan Renck. El primero conocido por sus
textos para comedias totalmente simplonas como Scary Movie 3 y 4 o ¿Qué
pasó ayer? Parte Dos y cintas de acción como El cazador y la reina de hielo
o la nueva versión de Los ángeles de Charlie. Por su parte Renck es un
director que ha participado en algunas de las series exitosas de este siglo,
dirigiendo un puñado de capítulos en cada una de ellas como Breaking Bad,
Bates Motel, The Walking Dead, Vikingos, así como dos de los últimos
videoclips de David Bowie; Blackstar y Lazarus. De esta muy dispareja
unión, surgió una de las miniseries más llamativas, reflexivas e impactantes de
este año. Alejada de esa crónica informativa que podía, y yo temía, se ocupara
de la serie.
El tema central de la serie Chernobyl, desde mi punto
de vista, está lejos de ser la enorme tragedia que a todos los niveles resultó
ser el accidente en la planta nuclear de la ciudad ucraniana de Chernobyl.
El tema se centra en lo que es la mayor tragedia de la humanidad en el siglo
veinte; la pérdida y la carencia de importancia de la persona humana, de su voz,
bajo el oprobioso poder de una avariciosa y mediocre, pero muy omnipresente
burocracia de los gobiernos de izquierda y derechas del mundo. Como toda gran
serie es el accidente el pretexto para reflexionar sobre otros asuntos
tremendamente más humanos.
Si bien Chernobyl no puede dejar de hablar con esa
visión maniquea que tienen los norteamericanos de los soviéticos, y más en esta
época de Donald Trump, mostrando los terribles errores cometidos en la Unión
Soviética y que muchas veces de manera consciente o como en el caso del
accidente de Chernobyl, inconsciente, terminaron con la muerte de miles de
seres humanos ajenos a la política oficial, como si esto nunca hubiera sucedido
en Estados Unidos.
La miniserie toda en tonos muy neutros, grises nos quiere
mostrar a una ciudadanía aplanada por el estado soviético, incapaz de reconocer
sus fallas, su estancamiento y lo que es peor su realidad.
La miniserie de 5 capítulos es sin duda el mejor aparador
para recordarnos la calidad histriónica de Jared Harris que interpreta al
químico soviético Valery Legasov, quien presidió el comité de investigación de
las causas del accidente, lo que descubrió y el papel que el Estado jugó
tratando de manipular y censurar los resultados de esta investigación y
minimizando los efectos reales, lo que en su momento hizo agravarse la
situación frente a las naciones de Europa. La soberbia y arrogancia de los
miembros del politburó, algo que desde un principio se reflejó en la actitud de
negación del encargado de la sala de reactor donde se produjo la falla humana y
en la postura que las autoridades locales y sindicales decidieron acoger,
cubriéndose las espaldas por un lado y por otro culpando a otros.
En ese sentido el estado soviético prefirió callar el mayor
tiempo posible los hechos y en su momento negar los resultados de la
investigación de Legasov, sin embargo al ser una figura conocida en el mundo
por presentar sus resultados maquillados por el estado en una conferencia
mundial en la que se trataba de tranquilizar a los jefes de gobierno de Europa
Occidental, Legasov no fue encarcelado, ni desaparecido, simplemente al más puro
estilo del totalitarismo soviético, fue condenado al ostracismo, despojado de
su trabajo. Víctima de un cáncer que él mismo predijo desde su primer viaje a
la ciudad afectada para conocer la realidad de un reactor expuesto, Legasov se
suicidó el 27 de abril de 1988, dos años y un día después del accidente.
Chernobyl invita a reflexionar sobre la falsedad de
la transparencia gubernamental en cualquier estado, la altanería y
arbitrariedad que el poder político da a los hombres y la fragilidad del
ciudadano común frente a cualquier Estado.
La actuación de Jared Harris es la columna vertebral de la
serie y la elección no pudo ser mejor, de la mano de Legasov siempre hubo un
miembro del gobierno soviético que era el encargado de mantener la información
oficial. Ese hombre fue el vicepresidente del Consejo de Ministros, un hombre
llamado Boris Shcherbina, en la serie interpretado por el actor sueco Stellan
Skarsgard, en un principio Schcherbina es la contraparte de Legasov, pero como
bien se sabe la burocracia y sus leyes son incapaces por más que quieran de
modificar la vulgar y brutal realidad. Son estos dos actores entre un enorme casting
de diferentes personajes reales y ficticios, los que hacen la serie y
actuaciones excepcionales como la pequeña aparición de Donald Sumpter quien
interpreta a un viejo burócrata, una figura patriarcal para los funcionarios de
Chernobyl, quien con el clásico discurso demagógico y chabacano sobre la
importancia del estado que cualquier persona que se cree autoridad de un régimen
autoritario e irracional, termina una discusión en la que en teoría la política
no tiene nada que ver. La producción es excepcional, la recreación de la Ciudad
de Chernobyl, es un logro de la producción y ayuda a la credibilidad de la
misma.
La miniserie vale la mucho la pena verse y disfrutar por un
lado de las actuaciones y por otro, en especial para los jóvenes, conocer el
accidente, las razones detrás de él y la posición idiota que el gobierno de la
Unión Soviético adoptó no sólo para enfrentar a sus adversarios occidentales,
si no para justificar lo injustificable antes sus ciudadanos, porque en
necesario poner los pies en la tierra y ser conscientes del poder real y
destructivo de un estado autoritativo, dictatorial y soberbio.
Me gustaría en un futuro ver una miniserie sobre Fukushima
para que nos quede claro que esto no es un problema exclusivo de los
adversarios de Estados Unidos.
HBO tiene en el sitio oficial de la miniserie un podcast
donde el creador y un conductor de la NPR radio pública de Estados Unidos
llamado Peter Sagal, platican sobre el significado de los episodios, las
memorias y las bases para realizar la miniserie, así como para enfatizar que Mazin
el tema son las mentiras y sigo pensando que son esas mentiras oficiales las
que anulan al individuo.
publicado en roastbrief el 2 de septiembre de 2019.
imagen: HBO
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