Esta brillante mujer luchó por las causas de la mujer, su
libertad sexual y fue la primera mujer en ocupar un ministerio y la primera en
ser embajadora de su país.
Armando Enríquez
Vázquez
Hija de la aristocracia rusa, Alejandra Kollontai, quien
habría de ser una de las mujeres puntas de lanza y temidas por la cúpula
machista de la Revolución Rusa, alcanzó puestos impensables para una mujer y
rompió el gélido techo de cristal soviético en más de una ocasión, de manera
voluntaria e involuntaria.
Alejandra Kollontai nació en San Petersburgo el 31 de marzo
de 1872, en medio de la corte zarista, su padre el General Mikhail A.
Domontovich, miembro de la Academia Imperial y gobernador de Veliko Tarnovo, un
pueblo al norte Bulgaria, durante los años de la guerra entre Rusia y el
Imperio Otomano que sucedió en los años 1878 y 1879, que concluyó con la independencia
de Bulgaria. Su madre, Alejandra Alejandrovna Massalina, era la hija de un
magnate maderero del Gran Ducado de Finlandia, había sido casada en un
matrimonio arreglado con un hombre llamado Konstantin Iosipovich Mravinsky, del
que se divorció para casarse con el padre de Alejandra en una época donde esto
no era muy bien visto.
Como en toda buena historia de clases sociales y buenas
consciencias, a pesar de la inteligencia de Alejandra, de ser poliglota, su
madre se opuso y le prohibió ir a la universidad, pues además de ser
inapropiado para una dama estudiar, las universidades, de acuerdo con Alejandra
Alejandrovna, eran un lugar lleno de ideas radicales que podían corromper a su
hija, por lo que Alejandra estudió para convertirse en maestra y para el horror
de su madre se enamoró de un primo pobre que estudiaba ingeniería, Vladimir
Ludvigovich Kollontai, y que a pesar de la oposición de sus padres, se
convirtió en el primer esposo de Alejandra. Anteriormente cuando Alejandra
tenía 16 años sus padres ya le habían arreglado un matrimonio al que ella se
rehusó utilizando como ejemplo el fracaso del primer matrimonio de su madre. El
matrimonio de Alejandra con Kollontoi se llevó cabo en 1893. A pesar de haber
sido un matrimonio por elección y de que al año siguiente Alejandra dio a luz a
su hijo Mijaíl, pronto se separó de su esposo, el amor que sentían entre ambos
no era suficiente para la joven, para hacerla sentir libre y en 1897 dejó a su
hijo bajo el cuidado de sus padres y se dirigió a Zürich para estudiar economía
bajo la catedra del marxista Heinrich Herkner, quien para sorpresa de la rusa
había cambiado su visión política, cuando ella llegó a la ciudad suiza. Sin
embargo, en este viaje Kollontoi conoció a las ideas de Karl Kautsky y de Rosa
Luxemburgo. Regresó a Rusia y comenzó a publicar artículos marxistas, se hizo
miembro de Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en 1899.
Por su cercanía con los campesinos, durante su infancia y
adolescencia Alejandra pasaba días enteros en compañía de los agricultores de
la enorme finca de su abuela en Finlandia, en 1903 publicó su primer libro La
vida de los trabajadores finlandeses que se enfoca en las condiciones de
explotación de los obreros y durante la primera década del siglo XX, Kollontai,
fiel a su idea de izquierda y de socialdemocracia se alineó primero con el
bando de los Bolcheviques de Lenin y más tarde con los Mencheviques de Martov.
En 1908 salió al exilio en Alemania, perseguida por las fuerzas zaristas, vivió
en Suiza, Inglaterra, Suecia, Bélgica y mientras ella viajaba daba a conocer su
posición sobre el feminismo y la guerra de clases, en Alemania fue considerada
por el gobierno como agitadora enemiga del estado, en Finlandia un grupo de
mujeres que eran conocidas y amigas de Kollontai comenzaron a publicar un
periódico llamado Rabonitsa (La mujer trabajadora) y la invitaron a
participar, algo a lo que ella accedió sin chistar. Pero la vida de Europa
comenzaba a complicarse con la amenaza de la I Guerra Mundial, Kollontai tomó
una postura anti guerra, idea que compartía con Lenin y que la convirtió en
persona indeseable en diferentes países, fue en esa época cuando viajó en dos
ocasiones a Estados Unidos para dictar conferencias en contra de la guerra.
Cuando en 1917 el Zar Nicolás II abdicó, Alejandra regresó y
fue una de las principales voces a favor de Lenin, de la disolución del
gobierno de transición y la instauración del comunismo y de la formación de la
Unión Soviética. En 1915 por su empatía con las teorías radicales de Lenin,
Kollontai se había convertido de nuevo en Bolchevique. Habló en favor del líder
soviético en más de una ocasión en actos públicos, obtuvo un puesto en el
gabinete del primer gobierno soviético como Comisaria del Pueblo (equivalente a
Ministra) de Seguridad Social, puesto al que renunció al poco tiempo al
oponerse a las políticas internacionales de la Unión Soviética.
Con el tiempo y su postura de defensa a las mujeres y en
especial de las obreras, la hicieron ser etiquetada junto con otros radicales
de izquierda en un grupo llamado Oposición Obrera. Los pilares de la
Revolución Rusa resultaron tan machistas como sus antecesores zaristas y
comenzaron a eliminar los trabajos de las obreras, para dárselos a hombres. Kollontoi
mantuvo su postura feminista lo que provocó que, junto con otros dos miembros
del movimiento de extrema izquierda al interior del Partido Comunista, fuera
acusada de intentar fragmentar a los trabajadores. Al final los tres fueron
absueltos y Kollontai, expulsada de manera velada de su país por la cúpula del
partido comunista que la convirtió en diplomática. comenzó su vida como
representante de la Unión Soviética en Noruega, donde algunos textos la
identifican como la primera mujer embajadora en el mundo, lo cierto es que fue
la primera rusa en serlo, esto sucedió en 1922 cuando fue enviada a Oslo, como
parte de una delegación comercial, al año siguiente se le confirmó el puesto de
Embajadora de la Unión Soviética ante el gobierno de Noruega. Entre 1926 y 1927
Kollontai fue nombrada Embajadora de su nación en México. En 1927 regresó a
Noruega, en 1930 se hizo cargo de la embajada soviética en Suecia. Desde su
puesto como embajadora, los miembros del gobierno finlandés pidieron a
Kollontai intervenir en la mesa de negociación de paz, para finalizar la guerra
de 1939 entre la Unión Soviética y Finlandia. Su visión a favor siempre de la
paz, llevó al presidente finlandés Juho Kusti Paasikivi en 1946 a nominarla
para el premio Nobel de la Paz, pero el premio no le fue otorgado. En 1945,
regresó a su país y desde ese momento se mantuvo en silencio escribiendo. Conocer
la naturaleza sanguinaria de Stalin, tal vez fue lo que la convirtió en
precavida sobre lo que decir y que no. Alejandra Kollontai fue una de las pocas
bolcheviques en tener una muerte natural.
Durante los años previos a la Revolución y hasta el momento
en que el gobierno de Lenin decidió enviarla al extranjero en una especie de
exilio. Alejandra Kollontai fue una mujer que jamás dudó en expresar su opinión
y en oponerse a las que ella consideraba injusticias del nuevo gobierno
revolucionario. Defensora de la libertad sexual de la mujer y feminista
declarada, Kollontai se casó por segunda ocasión en los primeros años de la
Revolución con Pavel Dybenko, un hombre casi veinte años menor que ella, pero
Alejandra decidió mantener el apellido de su primer marido por el resto de su
vida. Poco antes de su salida a Noruega, la relación entre Kollontai y Dybenko
terminó. Dyabenko acusado de corrupción fue ejecutado por órdenes de Stalin en
1938.
Entre los muchos artículos y libros escritos por Kollontai
destaca su autobiografía, titulada Autobiografia de una mujer comunista
emancipada sexualmente, publicado en 1926. Alejandra Kollontai murió el 9
de marzo de 1952 en Moscú de un infarto.
imagen: marxist.org
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