viernes, 15 de mayo de 2020

Tamara de Lempicka la belleza del art deco




Entre los grandes exponentes de esta corriente de arte muy estilizado y figurativo se encuentra esta polaca que sobresalió por el erotismo en sus pinturas y vivió de sus retratos.

Armando Enríquez Vázquez

Para una mujer que vivió su vida al límite, que no conoció reglas, tal vez nada más lógico que terminar sus días en una ciudad que le niega un espacio al invierno y que sus cenizas fueran esparcidas en el cráter de un volcán.
Tamara de Lempicka nació con el nombre María Górska en Varsovia el 16 de mayo de 1898, en esos años Polonia era parte del Imperio Ruso, aunque la artista manipuló de tal manera su biografía que existen quienes dudan del lugar de nacimiento y de la fecha, sus mismas descendientes desconocen esos datos básicos. Lo cierto es que, siendo parte de una familia de dinero, vivió desde niña una manera muy cómoda, aun cuando sus padres se separaron cuando tenía cerca de 10 años, su lujosa forma de vida no cambió y fue enviada a estudiar a Suiza. A su regreso a San Petersburgo se enamoró y casó siendo una adolescente con un rico y distinguido abogado ruso al que conoció en la ciudad rusa de apellido Lempecki. La Revolución Rusa de 1917 puso a Tadeusz Lempicki en la cárcel y Tamara lo rescató, el matrimonio se exilió sin dinero, como muchos otros rusos, en Paris.
Tamara comenzó a pintar, tomó clases con Maurice Denis un artista decorativo de cierta importancia y André Lothe un pintor cubista. Tamara supuestamente había tomado ya clases de arte en la Academia de San Petersburgo. Comenzó a pintar para ganar dinero que le hacía falta a la pareja, tras el consejo de su hermana, la arquitecta Adrianne Górska que también se desarrolló en el art deco. Tamara además, tuvo una hija alrededor de 1919, a la que llamó María Krystina, pero a la que siempre llamó afectuosamente como Kizette. Kizette fue modelo desde la infancia de muchas pinturas de su madre. Lempicka es una de las mejores representantes de la pintura art deco. Sus figuras perfectamente definidas, solidas y con un gran peso dentro de la composición, estilizadas y estéticas la posicionaron como una artista importante dentro de la corriente y en el gusto de los ricos de la época. Lempicka pintó a Alfonso XIII, el derrocado monarca español y a la reina Isabel de Grecia. A Tamara no le costó trabajo regresar al ritmo de vida al que estaba acostumbrada desde su infancia. En 1931 Tamara se divorció de Lempicki.
Tamara de Lempicka retrató a la aristocracia francesa de entre guerras, en esa sociedad decadente que había sobrevivido a la I Guerra Mundial y que de manera egoísta y hedonista se dedicaba a vivir la vida de la mejor manera posible. Lempicka no actuaba de manera diferente y sus cuadros lo muestran, más allá de los retratos con los que se mantenía en un principio, La principal obsesión de Lempicka eran las mujeres desnudas.
Su bisexualidad, afición por las orgías, la cocaína y el champán, no le impedían trabajar por más de nueve horas en su estudio, creando sus imponentes pinturas. Mujeres en baños públicos, cuerpos femeninos voluptuosos y sólidos en sofás, sus retratos de mujeres son de una sensualidad innegable. La revista alemana Die Dame, la primera revista para mujeres en Alemania y la más popular de entre guerras en aquel país, publicó como portada una pintura que encargó a Tamara; un autorretrato de ella manejando, convertida en la imagen de la nueva mujer; atrevida, que nada le impide llevar a cabo tareas que se suponían exclusivas del hombre, pero al mismo tiempo mantiene su belleza como un punto importante. El cuadro hoy en manos de una familia suiza se llama Autorretrato en el Bugatti Verde es uno de los más importantes de Lempicka. En 1932 pintó Adán y Eva que es uno de los cuadros más importantes y representativos del art decó.
En 1934 se casó con un Barón húngaro; Raoul Kuffner. Con los tambores de guerra sonando en Europa a pesar de ser amiga de intelectuales fascistas y simpatizar con la ideología, Lempicka convenció a su marido de vender la mayor parte de sus propiedades en Hungría y poner su dinero en Suiza, con el tiempo la pareja emigró a Estados Unidos y Lempicka se sintió de nuevo en su ambiente, el frívolo y festivo mundo de Hollywood replicaba de alguna manera el ambiente al que la pintora se acostumbró en Paris. Su pintura cautivó por un tiempo a actores, productores y magnates norteamericanos. El paso del tiempo, el rescate de las corrientes vanguardistas de principios de siglo y las nuevas direcciones de la pintura fueron dejando el arte de Lempicka en olvido, hasta que en la década de los setenta se hizo una magna exposición en Nueva York con la obra de la artista.
Al finalizar la II Guerra Tamara de Lempicka reabrió su estudio en Paris en la Rue Machain. Cambió su estilo por uno abstracto, pero no logró la atención que tenía con su antiguo estilo art deco. En 1962 el Barón Kuffner murió de un infarto. Tamara de Lempicka se mudó a Houston, Texas donde vivía su hija Kizette.
La baronesa junto con Kizette y la familia de ésta se mudó en 1978 a Cuernavaca donde vivió hasta su muerte el 18 de marzo de 1980, por solicitud de la artista sus cenizas fueron arrojadas desde un helicóptero por Kizette al interior del cráter del Popocatépetl.
Su pintura la Bella Rafaella fue calificada entre los mejores desnudos del siglo pasado.

imagen it.wikipedia.org
                

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