Durante la
celebración de los segundos Juegos Olímpicos de invierno el equipo que
representó a México en Bobsled, logró la mejor actuación de mexicanos en la
contienda invernal.
Armando Enríquez Vázquez.
Muchos años antes
de que el equipo jamaiquino de Bobsled deslumbrara al mundo por participar en
una contienda olímpica de invierno, proviniendo de una nación sin un invierno
con nieve, una quinteta mexicana compitió en el deporte y logró lo que casi un
siglo después sigue siendo la mejor actuación de mexicanos en los Juegos
Olímpicos de Invierno.
El 11 de febrero
de 1928 en la ciudad alpina de Saint Moritz en Suiza se inauguraron los II
Juegos Olímpicos de Invierno en la historia. Para algunos estos son en realidad
los primeros porque los de 1924 que se llevaron a cabo en la ciudad francesa de
Chamonix en Francia se celebraron a la par de los juegos de verano, mientras
que estos de Saint Moritz se llevaron a cabo en fecha diferente a los de
verano.
A diferencia de
los Juegos Olímpicos que se celebran en verano, los de invierno tienen un
número menor de participantes pues no todos los países del mundo tienen un
clima invernal extremo con nieve, ni altas montañas donde llevar a cabo
disciplinas como esquiar. Los representantes de América Latina por lo general son
escasos y en el caso de México, algunos recordamos al aristócrata alemán nacido
en México Hubertus von Hohenhole ha representado al país en descenso en esquí a
lo largo de diferentes juegos olímpicos desde los celebrados en Sarajevo en
1984.
En 1928 5 jóvenes
mexicanos compitieron en bobsled y consiguieron el onceavo lugar en lo después
de más de noventa años es la mejor actuación de atletas mexicanos en unos
Juegos Olímpicos de Invierno.
El bobsled es un
deporte de descenso en una especie de trineo. Sus orígenes se encuentran a
finales del siglo XIX, según los estadounidenses lo ubican en los aserraderos
del norte del estado de Nueva York donde los leñadores competían un descenso
montados en troncos, como conocemos el deporte su origen fue en el resort
alpino de St. Moritz sede de aquellos Juegos en 1928, pero cuarenta años antes,
incluso la primera pista para el deporte fue construida en las cercanías del
pueblo alpino.
El capitán del
equipo mexicano de 5 integrantes fue Lorenzo Manuel Lizaga y Romero Rubio,
quien en el momento de la contienda tenía 25 años, lo acompañaron en el sueño
olímpico Juan de Landa, Mario Casasús, y los hermanos José de la Cruz Porfirio
Genaro Díaz Raigosa quien en ese momento tenía 21 años y Porfirio Genaro Díaz Raigosa
de 27.
Los mexicanos
lograron lo que nunca más ha hecho un equipo o un deportista nacional en uno
juegos invernales, un onceavo lugar. La quinteta mexicana superó a Holanda, a
los equipos franceses, Italia y Austria.
En su primer
recorrido hicieron un tiempo de 1 minuto 44 segundos y 9 décimas. El segundo descenso
fue aún más velos con 1 minuto 42 segundos y 8 décimas. La suma total de las
dos bajadas fue de 3 minutos 27 segundos y 6 décimas, casi siete segundos por
debajo del equipo número 2 de Estados Unidos que ganó la medalla de oro.
Llama la atención
algunos de los apellidos de los jóvenes mexicanos que los relacionan con la clase
que había estado en el poder en México hasta antes del inicio de la Revolución,
incluso los hermanos Díaz Raigosa eran nietos del General Porfirio Díaz, hijo
del tristemente célebre Porfirito, el hijo inútil del general.
Este equipo de Bobsled
no volvió a competir en otros Juegos Olímpicos de invierno, sus integrantes nunca
fueron reconocidos por su hazaña y hasta hace poco la historia apareció en los
medios.
Existe una cinta
recuperada por el Comité Olímpico que documenta esta justa de 1928 y en la que
se puede apreciar como era la competencia en aquellos días, el trineo y la
posición que los 5 miembros del equipo tomaban en el mismo. A partir de 1932,
se redefinió el numero de participantes por equipo en 4 y se creó una nueva
categoría de 2 participantes.
Publicado en unacharlacualqueira.wordpress.com
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