lunes, 27 de febrero de 2012

Silene stenophylla florece una vez más después de 30,000 años.

Un equipo de genetistas rusos ha logrado al parecer, traer al mundo una planta que desde tiempos de los mamuts no florecía en el planeta. ¿Qué significa esto?

Armando Enríquez Vázquez
 
A simple vista, y para un neófito como yo, la fotografía muestra una flor más en una maceta. Una flor blanca ciertamente extraña y bella. Los petalos son alargados blancos y tiene otros apéndices, no sé si pistilos que sobresalen del centro de la flor, también blancos. Una flor común y corriente podría pensar cualquiera, nada más equivocado. Esta fotografía fue publicada la semana pasada en “The Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America”, junto con el informe completo de como se logró cultivar esta aparentemente sencilla planta. Resulta que este tipo de flor llamada científicamente Silene Stenophylla, no habiá florecido ni habitado el planeta en 30,000 años. Un equipo de científicos rusos encabezados por los doctores Svetlana Yashina y David Gilichinsky de la academia rusa de ciencias, encontraron una madriguera de animales parecidos a las ardillas, llena de semillas, más de 600,000, y tejido de  plantas que datan del pleistoceno. Debido a la congelación repentina, la madriguera entera quedó encapsulada a una temperatura de menos siete grados Celsius y así permaneció durante los últimos miles de años, el tiempo y las capas de tierra y plantas que se fueron acumulando sobre ella la mantuvieron aislada e intacta. La madriguera se encontraba 38 metros bajo tierra. Las semillas y plantas nunca llegaron a descongelarse y por eso nunca se descompusieron. Este tipo de ambiente se conoce como permafrost y compone una quinta parte de la tierra del planeta.
Por inverosímil que parezca a partir de estas semillas y el tejido de la planta encontrados en la madriguera,  los científicos rusos fueron capaces de hacer que la planta creciera y se reprodujera. Al principio el ejemplar de la planta pareció a los genetistas igual a una planta que existe en la actualidad en la zona de Siberia de donde fue rescatada esta madriguera, por lo que comenzaron a creer que su experimento se había contaminado, como otros por el estilo alrededor del mundo, con semillas contemporáneas. Sin embargo fue en el momento de florecer y dar sus frutos cuando las diferencias saltaron a la vista. Las flores y los frutos resultaron diferentes a los de la planta contemporánea. El experimento resultó un éxito o eso dicen los investigadores rusos. Ahora habrán de venir muchos cuestionamientos y comprobaciones por parte de la comunidad científica mundial. Desde hace años se han hecho proclamas por diferentes equipos científicos acerca de la germinación y crecimiento de diferentes plantas ancestrales; trigo de las tumbas de los faraones y líquenes del ártico de más de 10,000 años de antigüedad, sin embargo, estos casos han sido desacreditados. El único experimento exitoso en ese sentido proviene de Israel, donde científicos lograron hacer crecer una palma datilera a partir de semillas con una edad de unos 2000 años que fueron recuperadas cerca de la antigua fortaleza de Masada.
Los rusos aclaran haber sido muy cuidadosos en la comprobación de la edad de las semillas; fueron sometidas a pruebas de carbono que confirmaron su edad en 31,800 años de antigüedad, con un margen de error de más menos 300 años de error. De ser finalmente confirmado el éxito de los rusos en su experimento, esto abre las puertas de muchas cosas, lo primero, es que la zona donde se encontró enterrada la madriguera es la misma a donde se han recuperado ejemplares completos y sin descongelar de mamuts y rinocerontes lanudos. El sueño de traer a uno de estos animales de vuelta a la existencia siempre ha tentado a los científicos rusos, sobre todo porque algunos ejemplares recuperados están en muy buenas condiciones. Lo segundo es, aunque suena todavía a mayor ciencia ficción, que en la exploración que se hace de planetas y satélites naturales el día de hoy, si se llegara a producir el descubrimiento de algún tipo de vida congelado en condiciones similares, existiría la esperanza de poder reproducir vida extraterrestre.
Por otro lado un logro de éste magnitud, confirma a la comunidad científicas que el gran contenedor y banco de semillas congeladas que se construyó en Noruega en 2008, para ser utilizado en caso de alguna catástrofe agrícola sobre el planeta tiene grandes esperanzas de ser realmente útil.  Por otro lado el permafrost guarda una cantidad inesperada de vida, en la cual aun puede haber otros hallazgos.
Pero más allá de los cuestionamientos éticos y religiosos de los cuales no hablaré aquí, siempre frente a este tipo de cosas recuerdo una frase del escritor argentino,  Bioy Casares;  “Lo que para uno es Utopía para otros puede ser el infierno.”

Publicado en blureport.com.mx 27 de Febrero de 2012

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