Armando Enríquez Vázquez
Hace muchos años, y no tantos, era en
estos momentos cuando la contienda electoral se encontraba ya en plena
efervescencia. Eran días de grandilocuentes declaraciones y mítines
llenos de acarreados. Hoy sin embargo, se vive una falsa calma que nada
tiene que ver con lo que hemos visto el año pasado, el antepasado o los
primeros días de 2012.
Un silencio que se siente incómodo, forzado, inusual y hasta con cierto aire de censura. Vivimos algo que es contra natura en el ambiente político de México. La razón. Las nuevas reglas impuestas por el Instituto Federal Electoral. Un extraño impasse
llamado tregua electoral. Uno más de los momentos protagónicos del ese
nuevo IFE que nada tiene que ver con los ciudadanos y mucho menos con la
democracia.
No hay promoción de partidos, ni
candidatos por el momento, México debe olvidar que estamos a tan sólo
cuatro meses de uno de los momentos más importantes en nuestra vida
ciudadana y de la nación: La elección de un nuevo presidente. Pero
debemos recordar cada cinco, o diez minutos que nuestra democracia de
papel está supuestamente fundamentada en uno de los mayores elefantes
blancos del país; el Instituto Federal Electoral. Sí en México hemos
logrado hacer de la revolución un instituto político, porque no
habríamos de hacer de la democracia un organismo decadente y corrupto
como lo es el IFE. Somos ante todo un país, en el podemos transmutar los
conceptos y traerlos a la realidad física, en la peor de sus
representaciones materiales.
Cuando nació el IFE, la idea era que un
organismo ciudadano vigilara las elecciones en aquellos tiempos
manipuladas y manoseadas por el PRI, esa idea sencilla y trascendental
para la trasparencia en México se convirtió en los últimos sexenios en
uno de los órganos más corruptos y serviles con los que cuentan los
partidos políticos y el estado mexicano. Lejos de asegurarnos la
transparencia de los comicios, el IFE se ha convertido gracias a su
dictador, perdón, Consejero Presidente, Leonardo Valdés, en un órgano
censor. Un brazo más del menosprecio oficial por la inteligencia de la
ciudadanía.
¿No es para todos nosotros indígnate el
sueldo y las pocas acciones que los consejeros del IFE llevan a cabo a
lo largo de seis años? Es una burla que se la pasen dictaminando contra
los medios, a quienes ven como los demonios a exorcizar en una
contienda democrática, multando a los partidos como agentes de tránsito,
y sean como siempre incapaces de lograr conteos rápidos y eficientes de
las jornadas electorales y lo más importante de detectar a los
grupúsculos fraudulentos que sexenio tras sexenio han logrado vivir y
defraudar a los mexicanos creando partidos políticos fantoches. O
permitiendo la subsistencia de partiduchos que de no ser por alianzas
con las principales fuerzas políticas perderían el registro. ¿No se la
han pasado justificando y validando el dispendio oneroso del erario
público a los partidos? Incapaces de pedir a los partidos la
autosuficiencia. ¿No es el colmo que como siempre el modelo federal,
corrupto e ineficiente sea el modelo a seguir de 32 pequeños clones
contrahechos e idiotas que pretenden ordenar las contiendas en los
estados, siempre comiendo de la mano del partido gobernante en el lugar y
sus bastardas autoridades?
Aprovechando la veda, impuesta por el
organismo “ciudadano”, son ellos mismos; El IFE, el IEDF, y otros
similares (Se rumora qué están buscando una botarga que los unifique a
todos, parece que una de Leonardo Valdés en gordito y bailarín frente a
las casillas el día de la elección podría ser un éxito), los que se
encuentran en plena campaña. Para mostrarnos como la democracia sin
ellos no es posible en nuestro país, para unos ciudadanos tan tontos y
tan apáticos como los somos los mexicanos, sin querer darse cuenta
siquiera que mucha de esta mal llamada apatía es más una protesta ante
la serie de corruptelas y perversiones legales que el Instituto ha
permitido a los partidos.
Hoy, seamos sinceros y claros, la mayor
aportación del IFE a la sociedad mexicana es, que es ahí donde se
expiden nuestras identificaciones oficiales, donde los mexicanos
cobramos personalidad jurídica ante las instituciones públicas y
privadas. Gracias al IFE podemos cobrar un cheque o entrar a una junta
en una empresa. Es un expendedor de identificaciones oficiales que nos
sale muy caro a los mexicanos, porque de otra manera, el IFE, a los
mexicanos no nos sirve para maldita la cosa.
Publicado en blureport.com.mx el 5 de Marzo de 2012
imagen cortesía de pulso ciudadano
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