De prostituta a
pirata, Ching Shih fue sin duda una de las más poderosas piratas de la historia
y una de las pocas que se retiró de la profesión de manera pacífica.
Armando Enríquez
Vázquez.
…y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
José de Espronceda.
La canción del Pirata.
No hay historias más fascinantes de bandidos y bribones que
aquellas de los piratas, corsarios que llenos de valor surcaron los mares
imponiendo su ley a fuerza del sable. Los buenos piratas incluso eran
representantes de gobiernos que saboteaban a las naciones más poderosas del
planeta como Sir Walter Raleigh y Sir Francis Drake que en nombre de su
majestad Isabel I de Inglaterra se hacían de las riquezas de la corona
española.
Pero también existieron valientes y osadas mujeres que
dirigieron flotas piratas; Grace O’Malley, dolor de cabeza de la corona
inglesa, que platicó en latín con la reina Isabel I.
Malika Fadel ben Salvador, temible pirata andaluza del siglo
XIV, a quien su abuelo enseñó las artes de la navegación es otro ejemplo.
Sin embargo ninguna de estas dos mujeres, ni ninguna otra
capitana de barcos logró tener el poder y la flota que comandó en su momento
Ching Shih.
Ching Shih nació alrededor de 1775, se deduce que su
infancia y adolescencia fueron muy duras pues en 1801 trabajaba en un burdel
flotante en Cantón. Ahí fue donde la conoció y se enamoró de ella el poderoso
pirata Zheng Yi. Cuenta una leyenda que Ching Shih, era una de las pocas
mujeres en china y la única en el prostíbulo en no tener los pies atados como
dictaba la tradición china, lo cual provocó en el pirata una cierta curiosidad
fetichista que desembocó en enamoramiento y después Zheng Yi, desposó a la
prostituta.
El grupo de embarcaciones que comandaba Zheng Yi era
conocido como la Flota Roja y sembraba terror en las costas de China a tal
grado que en la narración que Jorge Luis Borges hace de la vida de la temible
pirata china en la Historia universal de
la infamia, cuenta que el emperador chino obedeciendo las súplicas de los
pescadores de las costas azoladas por Zhen Yi, les ordenó que abandonaran sus
villas y se internaran en el territorio chino para dedicarse a la agricultura.
Zhen Yi no sólo se dedicaba a la piratería, sino que era un
mercenario. Participó con su flota y acompañado de su mujer en la rebelión
Tay-son en Vietnam, su poder fue tal y la imposibilidad del Imperio Chino de
derrotarlo tal, que el emperador decidió que la única manera de terminar con el
enemigo era ofrecerle un importante cargo dentro del enorme y complicado
aparato burocrático del Imperio, por lo que le ofreció a Zhen Yi el puesto de
encargado de los establos imperiales. El pirata estaba dispuesto a aceptar esta
especie de armisticio-soborno cuando sus aliados se enteraron y decidieron
acabar con él. De acuerdo con el relato de Borges, Zhen Yi fue envenado con un
suculento plato de arroz y orugas. Las cuales sin que el pirata lo supiera
habían sido sustituidas por una especie ponzoñosa. Esto sucedió en 1807.
La viuda entonces, a través de la manipulación y la
seducción, pues terminó casandose con el heredero de Zhen Yi, se hizo cargo de
la enorme flota y se convirtió en el azote de barcos chinos, portugueses e
ingleses que pasaban por la zona. Los ingleses incluso la llamaban El terror del sur de China. Los piratas
de Ching Shih además atacaban y saqueaban las aldeas a lo largo de la costa
china de Macao a Canton. Ching Shih impuso a todos los asociados enérgicas
leyes que incluían al ser violadas la pena de muerte.
Bajo su mando la flota roja prosperó y creció, en su mejor
momento la flota comandada por Ching Shih constaba de mil ochocientas
embarcaciones y alrededor de setenta mil hombres, divididos en seis diferentes
grupos, cada uno a cargo de un lugarteniente de Shih. Cada una de estas
escuadras de la flota se distinguía de las otras por el color de la bandera que
ostentaban en su mástil; negra, amarilla, verde, morada, roja y una que
ostentaba una serpiente
Ching Shih fue además una mujer extremadamente organizada y hasta
podríamos decir con una visión empresarial o al menos de negocios. Mantenía de
manera minuciosa la lista de todo aquello que ingresaba en las bodegas donde se
almacenaban los botines, El reparto del mismo beneficiaba a toda la flota y hasta
de una manera ingenua prohibió el uso de la palabra saqueo, en su lugar se
utilizaba “bienes reubicados”.
Gracias a las reglas impuestas por la pirata, que incluían
el pago del arroz y el vino a los campesinos, sus fuerzas siempre se
encontraban bien abastecidas. En 1808 el emperador chino mandó a la flota
imperial al mando del almirante Kwo-Lang, para acabar con la pirata. Ching Shih
demostró su valor como estratega y al llegar la flota imperial la atacó con un
pequeño número de embarcaciones mientras que la parte importante de la flota
permaneció escondida hasta que rodeó por completo a los barcos de
Kwo-Lang. De esta manera la pirata logró
destrozar a la armada imperial. Kwo-Lang se suicidó al no soportar la vergüenza
de su fracaso. Entonces el emperador comandó al General Lin-Fa para destruir la
enorme flota de Ching Shi. Sin embargo, con sólo contemplar el tamaño de la
flota que la pirata comandaba, Lin-Fa intentó la retirada pero los piratas no
se lo permitieron, se apoderaron de gran cantidad de embarcaciones imperiales,
degollando a sus tripulantes incluido Lin-Fa.
Un año después el emperador ordenó una nueva expedición para
acabar con Ching Shih. Esta vez al frente de la expedición se encontraba el
Almirante Tsuen-Mow-Sun, En un principio parecía que la victoria por fin sonreía al bando
imperial, incluso se capturó a uno de los lugartenientes de Shih, pero esta
haciendo gala de osadía reagrupó a su flota persiguió a la armada china y
venció a Tsuen-Mow-Sun, logrando rescatar a su lugarteniente.
Invencible, Ching Shih, comenzó a azolar las poblaciones que
vivían en las márgenes de los principales ríos de China, finalmente la única
manera que encontró el gobierno imperial para acabar con el poderío de la flota
pirata fue negociar un indulto a Ching Shih. Uno de sus capitanes de nombre
O-Po-Tae y comandante de la flota que ostentaba la bandera negra fue el primero
en pactar con el gobierno imperial. Obtuvo un título dentro de la burocracia
china y el perdón para él y sus hombres.
Las negociaciones para la rendición de Ching Shih fueron
largas, pero al final la mujer consiguió que se le permitiera mantener sus
riquezas y poder operar una casa de juego y prostíbulo por el resto de sus
días. Sus hombres fueron compensados con cerdos y dinero.
Ching Shih murió en 1844, se cree que tenía cerca de 70
años.
publicado en mamaejecutiva.net el 27 de abril de 2015
imagen en.wikipedia.org
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