Tomando una receta de
los pescadores noruegos se creó una de las medicinas y complementos más
exitosos de la historia contemporánea, aunque su origen y receta sean
repugnantes.
Armando Enríquez
Vázquez.
La importancia histórica del Bacalao, de su pesca, de la
industria que los países con costas en el Atlántico norte hicieron con esta
especie es una de las hazañas de los pueblos pesqueros. En su extraordinario
libro, Cod: A Biography of the Fish That Changed the World, Mark Kurlansky dice
que del Bacalao se aprovecha todo, la carne magra que casi no tiene grasa, las
cabezas que resultan, a decir del autor, ser más sabrosas que los lomos mismos,
las lenguas, la piel que además de poder comerse, se puede curar para crear
artículos como zapatos. El estómago se rellena de hígado y carne para crear una
especie de salchichas de con él. Los huesos y otros órganos del pez se utilizan
como fertilizantes, incluso Kurlansky menciona que ciertos pueblos de Islandia
remojaban los huesos en leche fermentada para ablandarlos y después comerlos.
Para nosotros habitantes de un altiplano el bacalao
representa una tradición en las mesas de las celebraciones navideñas y de fin
de año, traído por los españoles, el bacalao encontró en el bolillo el
mestizaje de la deliciosa torta de bacalao, tan degustada en los días
posteriores a las fiestas decembrinas. Sin embargo para muchos el bacalao trae
un amargo regusto a la memoria.
Entre las partes comestibles del bacalao se encuentra el
hígado, que no sólo es consumido cocinado de manera normal. Los pescadores
noruegos tenían la costumbre de arrojar los hígados del pez en un barril con
agua de mar y esperar a que se fermentaran por periodos que podían durar hasta
un año. El resultado de esta fermentación extraía entre otras cosas los aceites
contenidos en el hígado del pez, el brebaje resultante de aquella mezcla era
tomado por los pescadores para combatir todo tipo de enfermedades y dolencias.
Este remedio fue el que en sus viajes por las costas noruegas encontró Alfred
Downe Scott, los pescadores entrevistados por Scott aseguraban que la bebida daba
fuerza, longevidad y ayudaba a prevenir enfermedades. Scott comenzó a
investigar el fermentado y en 1876 en Inglaterra lanzó a la venta la hoy famosa
Emulsión de Scott. Al volverse un producto popular, se industrializó el
proceso, lo que no lo hace más apetecible que el original pues se basa en
hervir los hígados y otros tejidos grasosos del pez para obtener los aceites
necesarios.
Unos años antes, en 1841, el médico escocés John Hughes
Bennet ya había estudiado el fermentado y publicado un artículo para la
comunidad médica del Reino Unido titulado: Treatise
on the Oleum Jecoris Asselli, or Cod Liver Oil. En el que reconoce las propiedades terapéuticas
del aceite obtenido del hígado de bacalao, sobre todo en enfermedades
relacionadas a la deformación de los huesos, la gota, el reumatismo y la
tuberculosis. En 1843, un médico holandés; Ludovicus Josephus de Jongh realizó
estudios y análisis sobre el aceite descubriendo que con el paso del tiempo
este aceite se oscurecia y descubriendo que el que tenía más propiedades
curativas era el que tenía un color café claro que representaba la primera
etapa de la fermentación, entre más oscuro era el líquido menos propiedades
tenía y su sabor era más concentrado y por lo tanto repugnante. Con el tiempo y
los avances científicos muchas de las sustancias contenidas en el aceite serían
identificadas, primero las vitaminas A y D y años más tarde los aceites Omega 3
que tantos beneficios tienen para el sistema cardiovascular.
La Emulsión de Scott no fue la primera marca con la que se
vendía el aceite de hígado de bacalao, pero si fue la primera que aseguraba a
los consumidores que por su contenido de glicerina que emulsificaba la
fermentación el sabor era más agradable, de acuerdo con la publicidad de la
glicerina encapsulaba el fermento eliminando el sabor. Cosa que aquellos que
han tomado el complemento sabrán que no es cierto.
Como imagen de la marca Scott eligió una fotografía de un
pescador noruego llevando a cuestas un enorme bacalao, como demostración de los
beneficios proporcionados por su emulsión. Esa fotografía dibujada a lo largo
de más de ciento treinta años sigue siendo una forma de identificar a la marca.
La emulsión se volvió en una medicina recetada por médicos a lo largo y ancho
del mundo y conquistó mercados que por un momento a mediados del siglo pasado
quisieron ganar los complejos de vitaminas sintéticas y que fueron nulificados
cuando años más tarde se descubrió el contenido de aceites Omega 3 en la
emulsión por lo que recupero cierta popularidad entre los médicos.
La publicidad de la emulsión de Scott es de llamar la
atención, en sus primero años el entusiasmo que le imprimían los publicistas
españoles y de habla hispana llama la atención. Desde la que dramáticamente
inicia con el encabezado: Mi hijo
Casimiro estaba anémico… hasta el poco creible: Los niños piden a gritos la Emulsión de Scott.
Con el
paso de los años y al enfrentarse al problema del sabor los laboratorios
añadieron saborizantes a la formula y hoy existen versiones con sabor naranja y
cereza, además del sabor natural. La Emulsión de Scott sigue vigente en muchos
países como el nuestro, donde muchos niños piden a gritos que a su mamá se le
olvide la dosis diaria.publicado en the point.com.mx el 3 de agosto de 2015
imagenes: cuadrosguapos.com
endocrinologopediatra.mx
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