Más allá de la discusión sobre la burocracia y el mal servicio, simplemente el IMSS debería cuidar la imagen que como institución da a sus derecho-habientes.
Armando Enríquez Vázquez.
A lo largo de este sexenio, una de las campañas que más se
ha utilizado en materia de salud es la de Muévete
del Instituto Mexicano del Seguro Social, es sin duda una campaña de suma
importancia debido a que las enfermedades provocadas por el sedentarismo y la alta
ingesta de carbohidratos representan un problema de salud en México. La
diabetes, los infartos y la obesidad mórbida amenazan en convertirse en un verdadero
problema de salud a mediano plazo. Las medidas tomadas en el Congreso de la
Unión al gravar con impuestos a refrescos y alimentos chatarras parecen no ser
suficiente para desalentar el consumo de estos productos. Por lo que campañas informativas deben ser
punta de lanza en este tipo de acciones de salud pública y en ese sentido lo
hecho por el IMSS, con la campaña de muévete era un acierto en el camino
correcto.
La campaña que presenta a una familia con sobrepeso que es
alentada por los mismos miembros de la familia a romper con el sedentarismo, a
ejercitarse, a alimentarse de manera más sana, está bien pensada y ejecutada.
Incluso además de los spots en radio y televisión se hizo hace alrededor de un
año una campaña en carteles colocados en las calles y estaciones del metrobús
sobre el tema.
Hace unas semanas tuve que ir a una de las clínicas del
Seguro Social en la Ciudad de México y para mi sorpresa una mayoría importante
del personal que ahí labora en especial de enfermeras tienen un severo problema
de sobrepeso. En casa del herrero cuchillito de palo. Esto habla mal de la principal
institución de salud del país, que al parecer no se preocupa en lo absoluto por
la salud de sus trabajadores y sí, en teoría y de acuerdo a sus campañas
públicas, por la de la ciudadanía.
Más allá de la discusión sobre la burocracia y el mal
servicio, simplemente el instituto debería cuidar la imagen que como
institución da a sus derecho-habientes. No se trata, tampoco de discriminar a
los gordos, como si se hace en muchas empresas privadas que pretenden dar
cierta imagen dinámica a sus clientes, usuarios y proveedores, no. Se trata de
que la promoción de la salud no se limite a spots de radio o televisión, a
carteles y trípticos. ¿Cómo pretende el IMSS que la población sea consciente de
la importancia de los buenos hábitos de salud?, si la figura de muchos
empleados nos habla de todo lo contrario. ¿Son ese médico gordo con la bata
sucia o la enfermera que detrás de un escritorio engulle fritangas con singular
alegría, la imagen de salud que el gobierno quiere dar a sus gobernados? No se
trata de un concurso de belleza, tan sólo de ser congruentes con la idea de que
instituciones como el Seguro Social y el ISSSTE son organismos realmente
preocupados por la salud de toda la población incluidos sus trabajadores, y
estos se ven y están saludables y no sólo de producir propaganda cuya finalidad
es gastar presupuesto.
Una cara sana más allá de la pantalla de televisión es, sin
duda, parte importante también en las relaciones públicas y credibilidad de una
institución dedicada a la salud, de su promoción. Difícilmente la percepción de
los mexicanos sobre el Instituto del Seguro Social es el de una institución
dedicada a la salud.
La propaganda se encarga, como la pornografía, de deformar y
falsear la realidad. México es un país donde la propaganda de los gobiernos de
todos los niveles, así como de instituciones públicas y descentralizadas del
estado representa millonarias cantidades de dinero con las que se pretenden
contarnos historias del país de las maravillas y cuyo único y verdadero
objetivo es hacer ingresar dinero en las arcas de los medios de comunicación,
para así mantenerlos callados. Pero la congruencia y la población no parece
importarle a ningún jefe de comunicación social o agencia de publicidad,
relaciones o encargado de la imagen de órganos de gobierno.
En el caso de la salud crear, reforzar y hacer campañas
claras, atractivas y efectivas debe de ser una de las prioridades de cualquier
gobierno. La campaña de Muévete, así
como la del Chikungunya, tiene
ciertos aciertos, que no implican que sean exitosas. Lo pegajoso de una campaña
no asegura su efectividad, eso depende también de la congruencia y
mantenimiento de lógico de las campañas. De nada sirve la mejor campaña si la
realidad no le corresponde o en el peor de los casos es todo lo contrario.
Publicado en roastbrief el 22 de febrero de 2016
Imagen:red-brown.com
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