La serie japonesa La periodista de Netflix muestra la visión milenaria
del honor, frente a la voracidad y corrupción de los hombres de hoy.
Armando Enríquez Vázquez
Bajo advertencia no hay engaño, spoilers después de este punto.
Netflix estrenó la serie japonesa La periodista, por el título se
puede pensar que la serie es una más en el género de periodistas vs el poder y
la corrupción. Y lo es. Lo interesante de la visión de este conflicto está más
allá del protagonismo de la periodista y el oscuro lugar desde que el siniestro
personaje que maneja los hilos de la corrupción gubernamental en Japón. Lo llamativo
en la serie es la postura de los sin voz y víctimas del fuego amigo de los
entramados corruptos de los poderosos.
En un ritmo no siempre logrado y a veces exagerado en su lentitud y
en su tono melodramático La periodista, cuenta la historia de un caso de
corrupción al interior del gobierno japonés que implica la venta de tierras en
favor de un empresario. Nunca vemos al primer ministro japonés, tampoco a su
esposa que son las cabezas de la estafa. Como en la mayoría de los casos de
corrupción que hemos visto a lo largo de todos los casos de corrupción
contemporáneos en el mundo, los daños se dan en la cercanía de la cabeza del
poder.
La reportera del diario Touto, Anna Matsuda (Ryoko Yonekuda), en la capital
japonesa investiga y publica artículos en contra del empresario japonés y
asesor del relaciones públicas del gobierno, Shinijiro Toyoda (Yusuke Santamaría), quién
cómo veremos mientras avanza la serie es el responsable de que el hermano de
Anna Matsuda, se encuentre en estado
vegetativo debido a las presiones que recibió por demandar a Toyoda por los
malos manejos de este en los procesos de
licitación para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
La investigación de Matsuda sobre Toyoda es frenada por los directores del
diario, pues un nuevo escándalo comienza a aflorar en las noticias; la venta a
muy bajo precio de unas tierras, en las que ahora se encuentra una academia educativa
para jóvenes. Mientras las investigaciones gubernamentales amenazan con desatar
un escándalo, por órdenes de la esposa del primer ministro japonés las cifras
de todas las transacciones que se llevaron a cabo en la venta de los terrenos
deben ser maquilladas para que coincidan y puedan pasar frente al congreso del
gobierno japonés.
Tanto el jefe de la oficina de hacienda de la región de Chubu, como los
funcionarios a su caro que son designados por el director y el ministro de
finanzas japonés para maquillar el fraude están horrorizados por la orden. Kazuya
Suzuki (Hidetaka Yoshioka) un funcionario que acaba de ser trasladado a la
oficina de Chubu por su ex jefe, Kurosaki (Keisuke Hoashi), a quien Suzuki
recuerda por su rectitud y honradez, es el más escandalizado. Se siente
traicionado por este hombre que de manera no muy clara lo invita a trabajar con
él en la oficina de Chubu. Lo que Suzuki y su esposa perciben en un inicio como
un reconocimiento y honor a su compromiso como funcionario público, termina
siendo un estigma y vergüenza que llevan a Suzuki al hospital y más tarde al
suicidio. La deshonra como la percibe Suzuki y muchos japoneses no sólo lo
mancha a él, si no a su esposa y toda su familia. Y tiene que ver con hacer
algo deshonesto en su trabajo. En este caso Suzuki, siente que ha traicionado
el ideal de un funcionario público de ser servidor de los japoneses.
Por otro lado, el funcionario Shinichi Murakami (Go Ayano) quien sirve de
enlace entre la mujer del primer ministro y el jefe de gabinete para llevar a
cabo las maniobras fraudulentas en el caso del fraude inmobiliario, al iniciar
las filtraciones es removido de su puesto, para que no sea visible y enviado a
los sótanos de la inteligencia japonesa, su misión descubrir a los principales
promotores de las audiencias en el congreso, así cómo a cualquier periodista
insistente en el tema. Bajo la presión
de su jefe, de Toyoda y del jefe del gabinete, Murakami es obligado a investigar
a Matsuda y así descubre al hermano, quien antes de su derrame fue su compañero
de trabajo, Murakami también se desploma ante la vergüenza de sus acciones y lo
que ha encubierto para los altos mandos políticos de Japón.
En paralelo corre la historia del sobrino de Suzuki, Ryo (Ryusei Yokohama),
que es repartidor del diario Touto, apático frente a los diarios, la
información y la vida en general. Ryo cambia cuando es buleado por su
compañera de trabajo, una joven estudiante que aspira como todos los jóvenes japoneses
a un trabajo en una empresa compitiendo contra toda su generación. Ryo comienza
a interesarse por su compañera de trabajo, y al final ella será la que no
obtiene el puesto deseado y tiene que regresar a su prefectura, mientras Ryo
que además es sobrino de Suzuki y ayuda a Matsuda, quien además se convierte en
su mentora, termina eligiendo el ser periodista y consigue un trabajo en Touto.
La historia está basada en el libro del mismo nombre escrito por la
periodista japonesa Isoko Mochizuki que se ha preocupado por develar la
corrupción que se asienta en poder político japonés y que ha resultado
intimidada por el gobierno de su país por sus investigaciones y posición incómoda
para el gobierno japonés.
La concepción del honor, la vergüenza y de la traición de empresarios y
gobernantes en Japón, que se da en todo el resto del mundo, son lo que hay que
resaltar en esta serie que tiene sus momentos trascendentales, pero ante todo
la reflexión obligada sobre lo que la aldea global tiene que decir sobre la
impunidad y arrogancia con la que se gobierna afectando los valores éticos y
morales de las mayorías gobernadas.
imagen: Netflix