El Pantano es mucho más que una miniserie policiaca, es una reflexión acerca del daño que hicieron los gobiernos totalitarios a los individuos en aras del bien sectario.
Armando Enríquez
Vázquez
En el último año me he encontrado en Netflix dos series
polacas que hablan de una manera u otra de ese terrible pasado sufrido por los
polacos tras la II Guerra Mundial cuando quedaron bajo el yugo comunista de la Unión
Soviética y el estado totalitario impuesto desde Moscú en que vivieron como las
demás naciones de lo que se llamó Europa del Este donde lo que menos importaba
eran la libertad y la individualidad, lo que salía a flote era la corrupción y
un oprobioso sistema de privilegios y autoritarismo fascista como el que se
vive hoy en Cuba y Venezuela.
La primera de ellas es 1983 en la que directamente se
trata el tema de la libertad y la democracia denegada a través de un sistema
corrupto y oligárquico como todos los fundados con el pretexto de la salvación
del pueblo.
La segunda mucho menos sutil y más llena de subtextos es El
Pantano, estrenada este año. La anécdota se reduce a una mera historia
policial donde una prostituta y un miembro del partido comunista polaco cabeza
del deporte en un pequeño pueblo del oeste de Polonia son asesinados en un
bosque cercano a la ciudad. Este sólo sirve de pretexto para contar una
historia de corrupción y represión al interior de la sociedad polaca comunista.
Lo peor es que no habla de la represión del estado contra los ciudadanos, que
claro que existió, si no de esa autorepresión a la que se habituaron muchos
dentro de este tipo de sociedades por miedo a perder las pocas libertades que
les quedaban, por miedo a perder la vida y no necesariamente a morir, si no a
ser marcado como opositor o renegado del sistema.
La historia protagonizada por dos periodistas uno viejo
Witek, que trata de huir de Polonia para buscar al amor de su vida después de 40
años, un ambicioso joven periodista Piotr hijo de un importante miembro del
politburó polaco que abandona Cracovia para crear renombre por su cuenta en un
pueblo pequeño. Algo que el mismo sabe no es cierto pues el trabajo en el
diario de la pequeña ciudad lo ha conseguido gracias a su padre. La esposa de
este joven periodista una joven quien a pesar de estar embarazada es lesbiana o
por lo menos bisexual y se ha casado para guardar las apariencias y sobre todo
con el hijo de un importante político para sentirse protegida. Un sistema de
prostitución controlado por el estado y noticias manipuladas; “oficiales”, que
no se cuestionan porque no tiene sentido hacerlo; si así lo ha dicho el partido
y no hay manera de que haya sucedido de otra manera. La importancia de la nota
la marca la agenda del politburó.
Por otro lado, se encuentra el suicidio de un par de
adolescentes que sin explicación alguna han decidido lanzarse al vacío desde la
azotea del edificio donde vive ella. Nadie parece interesarse por este caso,
los suicidios en esas sociedades no eran reconocidos, era poner en claro el
fracaso del gobierno para hacer felices a sus ciudadanos. Además, la joven era
hija de un preso político, un experiodista que interesado en denunciar la
corrupción y que en su momento fue denunciado por Witek, con la única intención
de salvarle la vida.
La chica independientemente de ser una estudiante modelo, era
una apestada dentro de la escuela por el asunto de su padre. Estigmatizada y
despreciada, es además atacada sexualmente por un depredador sexual cobijado
por el sistema. Algo que ella aprovecha para hacerse de unos dólares para deslumbrar
al joven que se ha enamorado de ella y ella de él.
El suicidio hace a Witek, tener cierta carga de conciencia
que lo obliga a necesitar aclarar la trágica historia. Sin embargo, existe otro
factor que lleva a Witek a tratar de averiguar la verdadera razón sobre el
suicidio; el eco de su historia personal y de los horrores que sucedieron al
terminar la II Guerra Mundial en el bosque aledaño a la ciudad, donde tanto la
joven pareja contemporánea como él y su amada en su momento se daban cita.
Mientras Piotr encerrado en su deseo sexual reprimido decide
seducir a la viuda del político asesinado, o termina siendo el cazador cazado.
Piotr tomara las peores decisiones a lo largo de los cinco episodios de la
miniserie, pero saldrá sin problemas de los embrollos gracias al peso de su
padre, su ingenuidad e inexperiencia se verán mermadas, que no destruidas,
mientras que la vida de Witek cambiará de manera radical y él, acostumbrado a
no cuestionar, terminara aceptando los designios del destino de manera estoica
y tal vez por primera vez haciendo uso de lo poco de su libre albedrio que le
permite la sociedad totalitaria en la que vive.
El Pantano es mucho más que una miniserie policiaca,
es una reflexión acerca del daño que hicieron los gobiernos totalitarios a los
individuos, a sus anhelos, sus gustos y sus ambiciones en aras del bien
sectario de asesinos, censores, tiranos y corruptos que gobernaron muchas de
estas naciones y otras que aun gobiernan en otras latitudes en la actualidad.
Las sociedades han cambiado y cambiaron a lo largo del siglo
XX, pero no por los políticos, si no por los ciudadanos que derrumbaron muros y
acabaron con los tiranos burocráticos de estados basados en la prepotencia, la
impunidad y la corrupción. Y ese cambio permite que hoy se reflexione y se
muestre sobre estas sangrientas tiranías modernas en series como El Pantano.
publicado en roastbrief.com.mx el 28 de abril de 2020
imagen netflix.