Esta reflexión a toro muy pasado acerca del primer round en las complejas elecciones presidenciales del 2018.
Armando Enríquez Vázquez
Sucedió el primer round en lo que eufemísticamente se llaman
debates y como muchos esperábamos todos se voltearon a darle al puntero en las
encuestas. Incluso Denise Mearker que utiliza más tiempo en elaborar una
pregunta que el tiempo asignado a las respuestas de los candidatos funcionó
como una golpeadora del estado en contra de López Obrador y de Anaya, no así de
Meade a quien casi pidió permiso para cuestionarlo. Creo que ese fue un grave
error del INE y sólo Sergio Sarmiento se mostró imparcial a diferencia de sus
compañeras moderadoras.
El asunto es que cuando alguien se convierte en la piñata de
todos existen diferentes maneras de actuar, la elegida por Andrés Manuel López
Obrador no me parece ni la más lógica y mucho menos la más digna. Con su cara
de soberbia y la arrogancia con la que intenta perdonarnos a todos, al tiempo
que sufre estoicamente un martirio que nada parece tener de político, aunque sí
lo sea, asoma el pequeño dictador que preside su propia mafia del poder y de la
que no piensa por lo visto hablar.
A pesar de ser el blanco de todos sus contrincantes López
Obrador no fue el perdedor, como a los demás hubiera gustado. Salió golpeado y
evadió no sólo respuestas sino la responsabilidad que ha tenido en muchas
acciones con las que ha dividido a los mexicanos o con las que pretende engañar
para gobernar, pero sin lugar a duda los dos grandes perdedores del debate, y
por mucho, fueron Margarita Zavala y José Antonio Meade.
A la primera le hacen falta clases de oratoria, tener
congruencia en su discurso, pero así como Claudia Scheinbaum mostró en el
debate de candidatos de la CDMX que todo se lo debe a su patrón Andrés Manuel,
al que no pudo evitar mencionar, Margarita Zavala no pudo deshacerse ni dejar
de defender las políticas de Felipe Calderón y al final cuando intentó hablar
de la independencia política de su agenda con la del ex presidente, únicamente
dio tumbos en su discurso, la única cosa que acertó repetir fue su diferencia a
partir de ser una persona diferente, sin entrar en política, ni ideología.
Meade, no sólo da pena ajena presentándose cada cinco
minutos, sino que es muy triste verlo tratar de defender lo indefendible, sin
que realmente parezca creer en lo que argumenta. Sus propuestas y su discurso
bien estructurado y propositivo pierden interés por representar al peor partido
de nuestro país.
El Bronco que todos sabemos obtuvo la candidatura gracias a
la mafia del poder y tiene como objetivo golpear a López Obrador lo hizo de
manera eficaz, contundente, logrando que el candidato de Morena se mantuviera serio
y mudo, llegando a mostrar los colores de su partido en la cara como parte del
enfado contenido de alguien a quien pocos al interior de su partido, por no
decir nadie, cuestiona, ni contradice. Pero la clave del discurso del ex
gobernador Neolonés se basa en algo más podrido y corrupto que la mafia del
poder, algo que comprende a Andrés Manuel su silencio contenido y bromas
fáciles y bobas con las que pretende contestar y lo vuelven cómplice del
sistema; La partidocracia, que no es otra cosa que ese sistema con el que los
políticos nos han obligado a dejar de creer en el gobierno, sus instituciones y
lo más grave, en eso que nos quieren vender como democracia.
López Obrador no ha cambiado en 18 años, por mas que se
ponga corbata y haya aprendido a simular comportarse, continúa siendo el mismo
hombre altanero y ladino de siempre. Por ejemplo, cuando habló de la revocación
de mandato, se olvida que lo mismo prometió a los chilangos en su momento y al
final salió con la chapuza de una encuesta telefónica patito, efectuada por
empresa patito, con preguntas patito y cuyos resultados obviamente eran a su
favor. En ese sentido creó en lo que dijo Meade; no se puede ni se debe poner
al presidente en funciones bajo una encuesta bienal.
Nadie ganó en el debate, ni Anaya con su sonrisa eterna que
le confería un aire de ironizar lo que pasaba a su alrededor y después de un
tiempo parecía la imagen de alguien bajo los efectos de un tipo de droga de la
felicidad. Tal vez, Ricardo Anaya alcanzó un nirvana político al ver que
ninguno de sus adversarios era más que él. Lo que no se dio cuenta es que el
tampoco era más que ninguno de los otros; bueno que Meade y Margarita sí.
Y del Bronco, sólo puedo decir que su cinismo, el respeto
por el matrimonio que lo ha llevado a casarse tres veces, o esa manera clara y
tajante de acabar con los rateros, lo convierten en un personaje con mucho
mayor carisma Meade o Zavala.
Pero más allá del folclor de cada uno de los cinco
candidatos y de los conductores, quedaron a mi entender muchas preguntas sin
respuesta en los tres principales candidatos.
López Obrador necesita aclarar ¿por qué se alió con Napoleón
Gómez Urrutia, con Elba Esther? ¿por qué su partido tiene alianzas con un
personaje tan negro en la historia de México como Manuel Bartlet? ¿por qué ha
defendido históricamente a narcotraficantes y aliados de los mismos, como el ex
delegado de Tláhuac? Tiene que contestar ¿por qué dará amnistía y perdón no sólo
a criminales y a cuáles, si no a presidentes y ex presidentes tanto que dañaron
al país? Pero también necesita aclarar ¿por qué si se dice juarista
recalcitrante quiere convocar al Papa Francisco I para que lo aconseje a
gobernar?
Meade debe aclarar sus nexos o en el peor de los casos si se
hizo de la vista gorda en la Estafa Maestra o si alguien en la SHCP actuó sin
conocimiento de él y bajo las órdenes de alguien más.
Anaya debe responder de manera clara y contundente si tiene
contemplada una alianza con Meade, algo que se negó a contestar al Bronco y que
sin duda le hará perder a muchos de sus votantes.
Quedaron en la mesa temas como la segunda vuelta electoral. Sólo
Anaya y el Bronco dieron su posición al respecto. Necesitamos que nos saquen de
la duda acerca de su idea de democracia porque la democracia no se ejerce sólo para
grupos especiales, ni en desventaja y que aprendan que la demagogia acerca de
las estrategias para los jóvenes no da respuesta a la problemática de la
mayoría de los mexicanos que tenemos arriba de 25 años y somos el mayor grupo
de la sociedad.
Todos los medios tradicionales y plataformas de internet se
llenaron de “sesudos análisis del debate” que finalmente no dicen nada. Las
redes se llenaron de cientos de memes dando el punto más importante de todos el
de los ciudadanos y como percibimos a los candidatos.
En un mes tendremos el segundo round.