martes, 14 de junio de 2022

Adiós a los toros… (Por el momento)

 


Con la resolución final de un juez prohibiendo las corridas de toros en la Ciudad de México, después de poco más de cien años la capital se verá tal vez sin ella para siempre.

Armando Enríquez Vázquez.

La tauromaquia llegó a México unos años después de la caída de Tenochtitlán en 1552 el primo hermano de Hernán Cortés, Juan Gutiérrez Altamirano fundó la ganadería de reses bravas de San Mateo Atenco, actualmente la más antigua en el mundo en funcionamiento.

Durante los años de la Colonia y todo el siglo XIX, lo toros eran a los mexicanos, lo que es hoy el futbol, las multitudes atiborraban las plazas de la capital y del interior del país. Los héroes del domingo no vestían un jersey ridículamente lleno de marcas, sino un elegante terno. No pateaban un balón, si no esgrimían una espada y un capote.

Ante el horror de los norteamericanos, que bien pueden ver y aceptar el asesinato de otros seres humanos, los toros siempre han sido un motivo para ejercer un tipo de turismo morboso.

La tauromaquia siempre ha tenido detractores en nuestro país, uno de ellos fue Benito Juárez quien por primera prohibió las corridas de toros en 1867 y esta prohibición se prolongó por 19 años, después en 1916 Venustiano Carranza hizo lo propio y la prohibición duró un poco más que la vida de Carranza, en 1920 la prohibición despareció. Álvaro Obregón, por el contrario fue un gran aficionado a los toros.

Tuvieron que pasar más de cien años para que la semana pasada por tercera ocasión la tauromaquia fuera prohibida en la capital del país. A diferencia de las dos ocasiones anteriores esta vez podría ser definitiva. Lo escribo con la profunda tristeza de alguien a quien le gusta la tauromaquia, pero entendiendo que los tiempos y la visión de los jóvenes actuales es diferente y no voy a entrar en polémica, porque respeto el punto de vista y además estoy consciente de que nada es para siempre.

Hoy, a pesar de lo que leo en los diarios sobre las numerosas fuentes de trabajo que se pierden, pienso que el negocio ya no es tan grande como hace décadas. Creo que la fiesta agoniza, por lo menos en la Ciudad de México, que el negocio no es tan boyante como pretenden los líderes y empresarios, las audiencias de la plaza disminuyen y las generaciones más jóvenes no frecuentan la plaza y saben menos de reglas y de toreo que de otras actividades, por eso en este momento, desde mi punto de vista, prohibir algo que iba camino a su desaparición es sólo un movimiento político.

Hace mucho que no hay figuras taurinas relevantes en el toreo nacional y menos de talla internacional. Son varios los factores que han creado la decadencia del toreo nacional a pesar de ello de una manera consciente y lógica el toreo ha sido declaro como patrimonio cultural inmaterial en ocho estados de la República: Nuevo Leon, Zacatecas, Aguascalientes, Tlaxcala, donde se encuentra la Plaza Jorge El Ranchero Aguilar, una de las plazas más antiguas de México donde aún se celebran corridas. También en Querétaro, Guanajuato, Colima y Nayarit el toreo es considerado patrimonio cultural.

Es una desgracia que en la capital de la República no se haya nombrado de esta manera.

En México por lo menos desde finales del siglo pasado los movimientos anti taurinos se han intensificado y su posición se ha visualizado a partir de campañas algunas veces muy bien organizadas, tristemente en otras ocasiones la violencia y la intransigencia de los anti taurinos han sido mero reflejo de su vulgar humanidad. Agrediendo e insultando a los taurinos por ejercer su derecho constitucional de asistir y promover la tauromaquia. Lo he visto y sufrido.

Contra los argumentos de los anti taurinos, existe la innegable realidad de que las reses bravas son una especie diseñada y que se utiliza únicamente para las corridas, acabar con las corridas condena a la especie a la extinción, cosa que a los anti taurinos no parece importarles, tal vez porque también son conscientes de que somos la especie que ha provocado la mayor extinción de especies animales en nuestro planeta y sólo la tienen en contra de la tauromaquia.

El problema es que para algunos estas decisiones lejos de ser congruentes con ellos, son únicamente una más de esas banderas políticas que se intercambian según soplen los vientos. Hoy vemos que para un juez está bien prohibir la tauromaquia, no porque sea lo correcto, si no porque simplemente es la bandera de las autoridades. El hombre no dio razones, simplemente emitió un juicio porque su cargo político así se lo permite y porque no quiere quedar mal con sus amos.

Queda un hecho por resolver; el futuro de la Plaza Monumental México, el coso taurino más grande del mundo y donde está la historia del toreo en la capital en la segunda parte del siglo XX, la decisión lógica es declarar el lugar como monumento histórico de la capital y ya que ha estos gobiernos de mal llamada izquierda les da por crear museos, convertir el inmueble en el museo de la tauromaquia mexicana, antes de que corra la suerte de sus dos antecesores, el Toreo de la Condesa y el de Cuatro Caminos que hoy son establecimientos comerciales.

Todas las aventuras humanas tienen un principio y un fin. Tal vez, el toreo se encuentra en sus estertores en la capital, pero eso no implica que lo borremos de la memoria de nuestra Ciudad dónde ha sido una de las principales actividades de entretenimiento, algunos dirán deportiva, otros cultural, en fin, todo lo que es el toreo que no son otras actividades del mismo tipo.

Decir adiós al toreo en la capital de México es por lo pronto temporal y deseo que pronto la Monumental vuelva a abrir sus puertas.

Imagen de mi autoría

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