viernes, 17 de septiembre de 2021

FCE Leer de manera económica un patrimonio mexicano.

 


Una de las grandes empresas culturales de México de trascendencia internacional, un orgullo para todos inició hace más de 80 años como una revista.

Armando Enríquez Vázquez

En México uno de los grandes objetivos de la Revolución fue crear organismos y empresas que beneficiaran a los mexicanos, acabar con la desigualdad evidente desde la instauración de la colonia y buscar la justicia social para todos. Uno de los estandartes terminada la revolución fue la educación y la necesidad de tener mexicanos educados al menos con la primaria en ese momento, pero también la necesidad de editar materiales de lectura para los mexicanos. Los esfuerzos de Vasconcelos por llevar a los clásicos griegos y romanos al campo mexicano, la instauración décadas después por iniciativa del presidente Adolfo López Mateo y su secretario de educación pública, el poeta Jaime Torres Bodet por formar la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuito, pero también la creación de una editorial dedicada a la publicación de libros para todos los mexicanos interesados en leer.

Daniel Cosío Villegas, uno de los intelectuales más importantes del siglo pasado, olvidado por el sistema priísta tras haber sido crítico del nefasto Luis Echeverría, fue el encargado de crear lo que es hoy la editorial mexicana más importante del mundo y que este gobierno de pseudo izquierdistas se ha dado a la tarea de minimizar su trascendencia.

Daniel Cosío Villegas nació en la Ciudad de México el 23 de julio de 1898. Estudió derecho en la Universidad Autónoma de México y después hizo estudios de posgrado en economía e historia en universidades norteamericanas como Harvard, Cornell y la universidad de Wisconsin.  Antes de su carrera como abogado, estudio un año ingeniería. Cosío Villegas comenzó a colaborar con cuentos en diferentes revistas desde los 18 años y más tarde trabajó como periodista en el periódico El Excélsior. Fue en 1934 cuando junto Eduardo Villaseñor, economista renombrado y que fue director general del Banco de México de 1940 a 1946 entre otros cargos públicos y privados, que creó El Trimestre Económico, una revista dedicada a difundir artículos relacionados con economía. En septiembre de 1934 con un préstamo del Banco Nacional Urbano y de Obras Públicas se creó el fideicomiso del Fondo de Cultura Económica con el propósito de difundir obras relativas a la economía, tanto nacionales como extranjeras, a precio accesible para el lector mexicano. En aquel primer consejo del FCE se encontraban entre otros y además de Cosío Villegas y Villaseñor, Manuel Gómez Morín, uno de los fundadores del Partido Acción Nacional, el ingeniero Gonzalo Robles quien fue director general de agricultura en la presidencia de Álvaro Obregón entre otros cargos relacionados con la agricultura y la educación de los campesinos en el país.

Al año siguiente, en 1935 el Fondo publicó sus dos primeros libros: El dólar de plata de William P. Shea, con traducción de Salvador Novo y Karl Marx escrito por Harold Laski. En 1937, Cosío Villegas fue nombrado director del Fondo de Cultura Económica cargo que ejerció hasta 1948, durante esos años el Fondo comenzó a ampliar su espectro de publicaciones y creó colecciones de ciencia política e historia en 1939. En 1940 se creó la colección Tezontle como una marca aparte del Fondo de Cultura Económica, dedicada desde un principio a la poesía y la literatura. Su primer libro fue La rama viva del poeta español Francisco Giner de los Ríos Morales. Con el paso de los años muchos otros de los grandes poetas mexicanos y del exilio español fueron publicados en bajo este sello que con el tiempo pasó a ser una de las colecciones más importantes del Fondo de Cultura Económica, junto con otras colecciones relevantes en la vida cultural de México. En 1945 El Fondo de Cultura Económica abrió una oficina en Buenos Aires Argentina, la primera fuera de México, a cargo de la misma Cosío Villegas nombró a Arnaldo Orfila. Cosío Villegas impulsó la creación de la colección Biblioteca Americana que encargó a Pedro Henríquez Ureña en 1946, el primer título de la colección fue la traducción del historiador y ensayista Adrián Recinos del Popol Vuh.

En 1948 Orfila sustituyó a Cosío, en un principio como director interino, en un principio, a Cosío Villegas y comenzó la publicación de los Breviarios, una colección que existe hasta la fecha y que reúne títulos de historia, arte, filosofía, literatura, psicología, religión, ciencias sociales, ciencia, tecnología, economía, estudios literarios y que es referente de la cultura editorial nacional y de Latinoamérica. En 1954, se inauguró la que fuera la sede del Fondo hasta finales del siglo XX, ubicada en avenida Universidad y la calle de Parroquía.  Orfila fue director del Fondo hasta 1965, fue bajo la dirección del argentino que se abrió la primera filial en Madrid en 1963. Actualmente el fondo cuenta con filiales en Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, Perú y Estados Unidos.

En 1991 se creó una de las colecciones más importantes de literatura infantil en las últimas décadas A la orilla del viento.

En su función como promotor cultural el Fondo de Cultura Económica convoca anualmente a diferentes premios en los que pueden participar escritores de habla hispana. En 1989, El FCE recibió el Premio Príncipe de Asturias. 

Una de las polémicas alrededor del Fondo de Cultura Económica es la creación del logo de la institución, mientras muchos, incluida la administración actual de la editorial, lo atribuyen al artista gráfico y escritor español José Moreno Villa, otra de las grandes mentes que llegó con el exilio español y de quien el Fondo ha publicado y reeditado obras importantes como Cornucopia de México una serie de ensayos en los que los ojos de un recién llegado ven a nuestro país. Pero existen testimonios que parecen desmentir esta versión y se atribuye el diseño del logo al artista gráfico originario de Aguascalientes Francisco Díaz de León. Ese primer logo, como la Revista del Trimestre Económico, sigue vigente.

El poeta y escritor José Emilio Pacheco escribió sobre nuestra gran editorial: Jamás sabré cómo sería el mundo si no existieran los libros del Fondo. Tampoco podré medir todo lo que me han dado. Lamentaré en todo caso no haber leído más, entre todo lo rescatable y digno de perduración y defensa en este cada vez más doloroso país nuestro sitiado por la miseria, la sequía y la violencia. (1)

El Fondo de Cultura Económica ha contado con políticos grises y destacados escritores como directores a lo largo de sus 87 años de existencia; Jaime García Terrés, Gonzalo Celorio, José Luis Martínez, Enrique González Pedrero y actualmente Paco Ignacio Taibo II. Tristemente, bajo la dirección de este último y a pesar de su gran experiencia como promotor de la lectura, su visión revanchista y totalitaria ha limitado al Fondo e incluso el escritor lo ha bajado de categoría al convertirlo en parte de la Secretaria de Cultura de un gobierno que ha destruido las instituciones del país, espero de todo corazón y por el bien de México y los mexicanos, que el Fondo recobre su independencia y gloria en el futuro.

Daniel Cosío Villegas además del Fondo de Cultura Económica fue miembro de la fundación del Colegio de México y el Colegio Nacional. Murió el 10 de marzo de 1975 en la Ciudad de México.  

 

(1) https://www.fondodeculturaeconomica.gob.mx/portal/historiafce

publicado originalmente en thepoiint.com.mx el 30 de agosto de 2021
Imagen: fondodeculturaeconomica.com

jueves, 2 de septiembre de 2021

Margaritas y serpientes




Nada es más perturbador que la normalidad. Esa es la premisa común a dos series de reciente estreno en Netflix.

Armando Enríquez Vázquez

Tanto la segunda temporada de la española El Aroma de las Margaritas (O sabor das margaridas) por un lado y por el otro de la inglesa La Serpiente resultan serie muy perturbadoras, no sólo por los temas que tratan, sino por ese contexto tan siniestro que la normalidad siempre da a una vida clandestina e ilícita.

El Aroma de las Margaritas está en su segunda temporada. Es serie una creada por la televisión de Galicia y hablada en gallego, narra la historia de una guardia civil interpretada por la actriz María Mera, que llega a una población gallega para investigar la desaparición de una joven, todo apunta a una red de trata de blancas, pederastia y prostitución que involucra a personajes poderosos y con buena imagen en la sociedad. De la misma forma la guardia tiene un secreto y una secreta razón para investigar el caso sin importar las acciones que tenga que tomar y las consecuencias de sus actos no importan si no se llega a la conclusión de la investigación. La guardia es ciega ante su objetivo e implacable en su venganza, como otras mujeres de otras series las acciones radicales y finales que toma la obligan a desaparecer para siempre. La primera temporada de seis capítulos es muy buena y llena de giros de tuerca que la hacen una serie altamente recomendable y aunque sirve de marco para evolucionar a la segunda temporada también tiene sus giros no tan inesperados pero que sin embargo resulta mucho más cruel y chocante que la primera. La serie plantea de manera paralela a este grupo de criminales el nacimiento de un asesino serial.

El guión de la segunda temporada recuerda mucho a las descarnadas primeras novelas policíacas del catalán Andreu Martin: No hay bondad en ninguno de los personajes principales y el egoísmo está presente en cada uno de ellos. Mera es la segunda temporada de la serie y gracias a su interpretación del personaje; contenida, escondiendo sus traumas y problemas mentales, una mujer de extraordinaria fortaleza, a pesar de que tanto el guión como la dirección podían haberla hecho caer en una caricatura de superhéroe, una Novia como la de Uma Thurman en Kill Bill. Pero, no, el personaje que interpreta Mera además de lo violento, es mucho más oscuro, así como más humana. En un tono de actuación similar, contenido y silencioso, aunque por motivaciones totalmente diferentes, Marie-Andrée Leclerc (Jenna Coleman) que se cambió el nombre por Monique, es una mujer temerosa, sin afectos e insignificante lo que la lleva a convertirse en la cómplice silenciosa del sicópata Charles Sobhraj (Tahar Rahim) asesino de turistas, jóvenes mochileros, en su mayoría durante las décadas de los sesenta y setenta en el sureste de Asia en la serie inglesa La Serpiente.





A diferencia de la serie gallega, La Serpiente, está basada en la historia real del sanguinario asesino Charles Sobhraj, alias Alain Gautier, que como muchos otros aprovechando su carisma y personalidad se aprovechó de otros para llevar a cabo sus crímenes. La historia narra no sólo los crímenes de este hombre hoy preso en Nepal, si no del diplomático holandés Herman Knippenberg (Billy Howle),  que al enterarse de la muerte de un par de jóvenes connacionales descubrió al frío asesino de nacionalidad francesa y de origen indio-vietnamita, y que con la ayuda del agregado de la embajada belga Paul Siemons (Tim McInnerny) y la vecina del grupo criminal Nadine Gires (Mathilde Warnier) lograron superar la indiferencia de un sistema diplomático burocrático y de la corrupción tan común en muchos países.  

La Serpiente producida por la BBC fue adquirida por Netflix y estrenada en estos días. La serie no tiene nada nuevo que aportar al género, pero lo que creo que vale la pena es una historia que demuestra que la maldad humana no es exclusiva de occidente como tantas series y podcast celebran en sus interminables versiones un mismo caso.

Es cierto que la audiencia y la demanda por estos contenidos son cada vez mayores, y que en respuesta estas series se vuelven cada vez más sórdidas y explícitas, como en el caso de El Aroma de las Margaritas, donde la maldad se puede leer entrelíneas de cada dialogo y en cada escena. Todo complementado con las actuaciones violentas y arquetípicas que terminan por entregar una segunda temporada que con muchos huecos no deja de ser siniestra y nada autocomplaciente. 

Mientras que La Serpiente es la disección de personalidades, los criminales; Alan el dominante y arrogante, la sumisa de Monique y el servil y complaciente Ajay Chowdhury (Amesh Edireweera) que completa el triángulo criminal, por un lado, mientras que en el otro la testarudez de Knippenberg, la violencia a punto de explotar de Simoens y el apoyo solidario de Angela Knippenberg (Ellie Bamber) forman con personajes que poco o nada evolucionan y un muy buen guión una serie sólida y perversa.

Si tienes corazón de pollo o estas harto de las noticias de violencia y de violencia de género en el país definitivamente El aroma de las margaritas, no es para ti.

Si eres paranoico y te gusta viajar por tu cuenta no te recomiendo que veas The Serpent.


Este texto fue publicado originalmente en roastbrief.com.mx en abril de 2021.

Imágenes Netflix