miércoles, 26 de mayo de 2021

Censura de la izquierda democrática.

 


El gobierno de Andrés Manuel López nació del ejercicio democrático del voto. Hoy desde una visión simplista y stalinista el presidente quiere acabar con el México que todos creamos. 

Armando Enríquez Vázquez.

Quienes tienen memoria para recordar el México de la década de los años setenta, incluso el de los ochenta, somos conscientes que vivimos en esas décadas el resabio de la represión y absolutismo dictatorial del PRI que tuvo su climax aquel 2 de octubre de 1968 cuando una parte de la juventud, así como hombres y mujeres fueron masacrados por el Presidente Díaz Ordaz y sus floreros como Luis Echeverría que años después, quien siendo ya presidente encabezó esa Guerra Sucia en nuestro país de la que muy pocos hablan, pero que incluyó no sólo a los jóvenes que buscaban la libertad, si no a todos aquellos que se opusieron al chacal burócrata que inspira a López Obrador; empresarios y líderes de izquierda fueron encarcelados y asesinados por igual bajo las órdenes de un ególatra que acabó con el país y con medios libres críticos y opositores como El Excélsior.

Fue  a partir de aquel nefasto 1968 y la persecución desatada por todo el país que poco a poco millones de mexicanos iniciaron el camino hacía el cambio democrático que tanto necesitaba México, cada quien desde su trinchera y los hombres, mujeres, políticos de izquierda y derecha, lideres y luchadores sociales, escritores, pero sobre todo ciudadanos que ejercieron su derecho a votar con libertad fueron acorralando al PRI, hasta que 32 años después de la noche Tlatelolco, por primera vez en su historia el Partido Revolucionario Institucional, fue expulsado de la presidencia por el voto popular.

Pasaron tres décadas y murieron cientos de mexicanos buscando la libertad y la democracia en el país. La campaña fraudulenta de 1988 fue también una de las más sangrientas en la historia moderna del país, el fraude fue sustentado desde la secretaría de Gobernacion por el entonces secretario Manuel Bartlett Díaz quien podemos suponer también supo de muchas de las agresiones a los democratas, hay que recordar que desde aquellos años el poblano es buscado por la justicia de Estados Unidos por su presunta participación en el asesinato del agente de la DEA Kiki Camarena.

Desde julio de 2018 la muy mal llamada izquierda mexicana ocupa el poder gracias a ese sistema democrático que se construyó con la sangre de muchos hombres de la verdadera izquierda, de la derecha, del centro, gracias a votos y vetos al gobierno priísta que fue rebasado por las ciudadanas y ciudadanos. Gracias a instituciones independientes y sólidas que se crearon gracias a la oposición como el INE y los tribunales electorales federal y locales.  

Pero tres años después el gobierno encabezado por López Obrador, el presidente está empeñado en acabar con los logros que tanto costaron a los mexicanos; buenos, malos, pobres, ricos, de izquierda, de derecha y de centro. Intelectuales, científicos, artistas, ingenieros, contadores, oficinistas y locatarios de mercados que en los últimos 20 con sus matices estamos felices y conscientes de nuestra democracia.

Hoy con la intolerancia y la falta de espíritu democrático del presidente que se muestra cada mañana cuando se sube a su púlpito el intento por regresar al camino del totalitarismo y la intransigencia es claro.

Y lo peor se demuestran en los esfuerzos por amagar las voces de periodistas y someter a los medios de comunicación como en el pasado hizo el PRI. Las nuevas leyes que pretende pasar el gobierno tienen como objetivo controlar y manipular los contenidos, sobre todo en materia informativo para contar sólo las historias y Historia que el presidente y su círculo cercano quieran contar. No es que en los tiempos recientes de los gobiernos del PAN y del PRI de Peña Nieto no hayan existido ejemplos de censura, lo que pasa en este momento es que en la destrucción de México, López Obrador y Morena tienen en la mente un modelo más parecido a las dictaduras cubana, venezolana o nicaragüense. En el peor de los casos Lòpez Obrador es un émulo de Stalin, todos estos ejemplos son de aquellos que en nombre de una supuesta izquierda han creado gobiernos igual de represivos e intolerantes a los que derrocaron acusándolos de dictaduras de derecha.

Son ya diferentes y muchos los personajes que al dar su opinión o análisis en algún medio que no complace al presidente, por orden de Palacio Nacional han sido despedido de sus espacios, la antigua ley del garrote y la zanahoria es totalmente vigente este sexenio. Mientras algunos medios, sobre todo impresos son atacados a diario y medios como Notimex han vivido bajo el autoritarismo y represión de su directora Sanjuana Martínez, a la que la inútil y maniquea CNDH de la 4T pide defender sin voltear a ver a los trabajadores de la institución que son las verdaderas víctimas del poder de la señora Martínez. Francisco Aguirre en su momento y ahora su hijo Juan Aguirre de Radio Centro han sido serviles chayoteros del presidente y como premio se les otorgó su canal de televisión, ese que años atrás no podían comprar de manera legal, pero ni el periodista Julio Astillero toleró la agenda impuesta al medio por el gobierno federal.

Los pasos y los hombres encargados de crear las puntas de lanza de la intolerancia y radicalismo autócrata que habita en Palacio Nacional son muy fáciles de detectar y curiosamente van desde aquellos que sin asco se han aliado y beneficiado con diferentes sistemas políticos y partidos como Epigmenio Ibarra que ha sido amigo florero de personas tan dispares como Carlos Salinas, Vicente Fox y ahora Andrés Manuel López, hasta personajes que se creía que eran críticos y demócratas como el caricaturista de La Jornada que firma como El Fisgón. Pero los más peligrosos como implementadores de una política de censura y control de los medios y de la ciudadanía están en los escaños y curules del poder legislativo.

Desde el vociferante Gerardo Fernández Noroña, hasta el oscuro y siniestro Ricardo Monreal que sueña con ser presidente omnipotente de los mexicanos, como López Obrador y claro con más posibilidades y recursos que el ridículo petista de barba hirsuta. El intento de atentar en contra de las diferentes libertades de los mexicanos para volver a dominar las verdades absolutas de su muy particular punto de vista, incluye el atentar contra el Internet, sin siquiera poder diferenciar entre redes sociales e internet, pero es claro que el objetivo es silenciarnos a todos a la brevedad, porque sólo así podrán legitimar el golpe que se planea desde Palacio Nacional y con el apoyo de todos sus funcionarios y allegados en contra de la democracia.

Lo peor es que aun así y frente a hechos que no se pueden refutar, hay quienes todavía creen que este gobierno censor y represor es ejemplo de una izquierda de vanguardia, cuando ni siquiera izquierda es.

Otra vez estamos en un momento de definición del país que queremos ser. Yo al menos quiero un país incluyente y diverso en el que todas las voces puedan ser escuchadas y todos lo medios tengan la oportunidad de hablar de lo que quieran, a pesar de que no todos estemos de acuerdo, en el que los políticos no sean los protagonistas y sean los que menos hablen, mejor se dediquen a trabajar, no a dar discursos demagógicos todas las mañanas.

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