miércoles, 20 de junio de 2012

Democracia y elecciones



Pareciera que hablar de democracia es equivalente a procesos prístinos y casi inmaculados con personas más allá de lo común para gobernar un país. Uno más de los mitos melodramáticos de nosotros los mexicanos.

Armando Enríquez Vázquez

Estamos a escasos días de ir a las urnas, hemos visto ya dos debates; tanto de candidatos a la presidencia, como de jefes de gobierno del DF, En los estados los debates de los candidatos a gobernador. Hemos oído hablar de la “Guerra Sucia” y hemos escuchado por boca de los candidatos, así como de los medios innumerables adjetivaciones, para bien o para mal, de los candidatos. De sus equipos de campaña. Estamos insatisfechos con el proceso, con los candidatos, con la actuación parcial de los medios, con todo lo que hemos visto y oído hasta ahora.
¿Cuando queremos hablar de democracia en México de que queremos hablar en realidad? ¿De debates acartonados con más reglas que algún extraño juego de mesa? ¿De una competencia “civilizada”, con tazas de café y servilletas para limpiarse los labios? ¿De un intercambio de ideas o de insultos sin pasión? ¿Cuál es la “Guerra Limpia” que tanto queremos ver? ¿O de democracia? Las elecciones son en sí una guerra y como dice la vieja frase “En la guerra y en el amor todo se vale”, son también esas actitudes y formas de actuar las que ganan adeptos para los candidatos.
Yo no sé qué tan sucia y apestosa sea la verdad, pero es la verdad y a eso no se le puede llamar Guerra Sucia; qué un candidato no cumpla, qué como obra de teatro este patrocinado por una televisora. Qué otro apoye a gente de tan poco honor con Martín Esparza o que el simple hecho de disfrazarse de intelectual trasnochado de los ochenta para tratar de desviar la corrupción que esconde Nueva Alianza, decir esto con todas sus letras no es guerra sucia por donde lo quieran ver. Qué a la candidata oficial le falte el valor para deshacerse de los indeseables impuestos por el presidente como Cordero y Zavala, no es guerra sucia es la triste verdad.
Alardeamos de demócratas y nos sorprende el movimientos estudiantil ciudadano que muchos quieren desvirtuar, minimizar o infiltrar con la habitual prepotencia de aquellos que quieren a como dé lugar la primera magistratura o de sus subalternos o de los medios a su servicio. Somos demócratas pero acusamos al movimiento 132 de haberse politizado. Siempre ha sido un movimiento político, pero no sabemos escuchar, el apartidismo es ante todo una postura política y el oponerse a un candidato lejos de ser una posición partidista es ante todo una posición política. Como lo es el voto nulo. Y de acuerdo a las reglas de la democracia todos tenemos derecho a una posición política.
Hemos escuchado la palabra fraude mucho antes de que el primer voto sea depositado en una urna y en esa visión de los viejos políticos que cree que democracia y dictadura son sinónimos porque empiezan con la letra “D” se pretende que se firme un acta de confianza ciega en un Instituto Federal Electoral que desde la presidencia de Leonardo Valdés ha sido todo menos parcial, transparente y acertivo.
No, los mexicanos no sabemos de democracia, ni queremos saber, nos gustan las películas de Pedro Infante y los gags obsenos de Platanito. Todo tiene que ser blanco y en buen tono, bueno hasta un alburcillo por vulgar que sea tiene cabida en las buenas conciencias mexicanas, por eso los consejeros electorales creen que somos lo suficientemente lerdos para explicarnos por enésima vez como se llena una boleta electoral. Hace ya muchos años Mario Vargas Llosa llamó a México y al PRI la dictadura perfecta, hoy lo mexicanos vivimos en la tiranía perfecta dictada por tres partidos igual de corruptos. Seguimos siendo títeres de los partidos políticos y su discurso, de lo que los medios nos quieren hacer creer que es justo y equilibrado. Pero la vida y mucho menos la política son justas, al menos como maniqueamente entendemos la justicia.
La democracia es por definición una utopía y según Aristóteles una de las formas corruptas de gobierno, como la tiranía. Pero en México, pareciera mucho más que eso. Leyes y políticos pasan por encima de la Constitución, que dice que todos los mexicanos debemos votar y podemos ser votados, sin embargo, las candidaturas ciudadanas no están permitidas. El triunvirato partidista que nos gobierna no permite la llegada de nadie. Se empeñan como buenos Sátrapas en hacernos creer que no existen otras ideas, otras propuestas de gobierno que esa mezcla hecha de lo mismo pero con diferentes saborizantes y colorantes que ellos nos ofrecen. Creo que la democracia va más allá de las elecciones y tiene que ver con el día a día. Con nuestra relación con los demás.
En unos días cuando estemos frente a la boleta, recordemos que somos nosotros y no ellos, partidos, IFE y medios de comunicación, los que podemos acercar nuestras formas de convivencia, respeto y tolerancia a esa idea tan abstracta llamada democracia. Nunca jamás ellos.

Publicado en blureport.com.mx el 20 de Junio de 2012
Imagen Sipse.com

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