viernes, 1 de junio de 2012

Historia de un fraude electoral. 1929

Nuestra Historia electoral está llena de fraudes verdaderos, sospechas de fraude y fraudes imaginarios. 

Armando Enríquez Vázquez
 
El cinco de febrero de 1930 tras haber tomado protesta como presidente de México, en el Estadio Nacional y después de haber presentado a su gabinete, el presidente electo de México Pascual Ortiz Rubio, salió de Palacio Nacional en compañía de su esposa, su hija, su secretario particular y una sobrina. A las puertas del edificio un joven de nombre Daniel Flores vacío su pistola contra el carro el mandatario. Ortiz Rubio recibió un tiro en la mandíbula y su esposa uno en el brazo. El joven se identificó como partidario de José Vasconcelos, el candidato perdedor de las elecciones y que reclamaba fraude electoral por parte de ese tirano maestrito rural llamado Plutarco Elías Calles y que se había adueñado no sólo del Partido Nacional Revolucionario, sino del poder y del país.

Ortiz Rubio, como en su momento, Abelardo Rodríguez y Emilio Portes Gil sólo fueron títeres de “El Turco” como apodaban a Elías Calles. Así, que en 1929, el asesinato de Obregón le cayó del cielo, Elías Calles intentó lo que “El Manco” nunca logró; perpetuarse en el poder. Lo hizo a través de ser el “Jefe Máximo” de la Revolución, el poder real tras los simulados presidentes interinos y electos que él seleccionó y que le eran incondicionales. Pudo entonces manipular las elecciones especiales para la presidencia que habrían de llenar el hueco dejado por la fuerte personalidad del General Obregón. Al parecer de poca imaginación pero asegurando su lugar detrás de la silla presidencial, Calles eligió a un ilustre desconocido Pascual Ortiz Rubio, que era el embajador de nuestro país en Brasil y del que la población en general no sabía nada. Mientras que como contrincante electoral estaba el ex secretario de educación y muy popular intelectual José Vasconcelos, que ese mismo año había logrado la autonomía de la Universidad Nacional de México, formando la UNAM. Su partido era se llamaba Partido nacional Anti Reeleccionista.
 
 

Vasconcelos contaba con el apoyo de una gran mayoría de los ciudadanos, sus mítines a lo largo y ancho del país estaban llenos, incluyendo Sonora, la tierra del Plutarco Elías Calles. “El Jefe Máximo de la Revolución” y su partido no veían con buenos ojos al pueblo y su apoyo a Vasconcelos. Hubo hostigamiento, atentados y asesinatos por parte de los grupos oficiales en contra de los seguidores de Vasconcelos. Los diputados, que en la historia de nuestro país tienen el papel de corifeo o de perro faldero del mandatario en funciones o del poder oculto, atacaron y acusaron a Vasconcelos de todo lo que se les ocurría. Mientras en las calles con la música de “La Cucaracha” el pueblo cantaba:
Los diputados, los diputados,
Ya no pueden mangonear,
Pues Vasconcelos, pues Vasconcelos,
Ya los vino a fastidiar.
Sin embargo llegaron las elecciones y el desconocido Ortiz Rubio ganó sorpresivamente con más del 90% de los votos. Vasconcelos rápidamente emitió un plan y instó a los mexicanos a defender el voto, pero ni los militares, ni la clase media que lo había apoyado en campaña, estaban listos para otra guerra. Vasconcelos se exilió en Estados Unidos y sólo Daniel Flores pensó en cobrar justicia de las infamias del poder. Flores fue detenido en el lugar del atentado, juzgado y condenado a 19 años, 9 meses y 18 días de prisión, el primero de Marzo de 1931. Sin embargo, el 22 de abril del año siguiente, Flores amaneció muerto en su celda.
En 1932, Ortiz Rubio renunció a la presidencia para dar paso a otro títere de Calles. El ex embajador pasó a la historia como el primer presidente al que los mexicanos apodaron “Nopalitos” y no por sus propiedades, como al otro, si no por lo baboso. 
 
Publicado por blureport 1 de Junio de 2012

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