miércoles, 13 de junio de 2012

Juana Belén Gutierrez de Mendoza. Anarquista


Nacida en la pobreza y viviendo la dura vida de los mineros, esta mujer llegó a exigirle a Porfirio Díaz que dejara la presidencia, amiga de los Flores Magón llegó a unirse al ejercito zapatista.

Armando Enríquez Vázquez

Esta historia nos demuestra una vez más que el papel de las mujeres en la etapa de la revolución ha sido subvaluado, nadie puso en los libros de texto a las ejemplares mujeres participes de la lucha,  aquellas que nunca buscaron el poder sino transformar a México en un país más justo para los mexicanos, pero en especial para las mujeres.
Juana Belén Gutiérrez de Mendoza nació en Durango un frío enero del año 1875. Su padre un campesino originario de Jalisco que se había trasladado a Durango en busca de mejores oportunidades. Su madre una indígena caxcana, devota católica y rígida, mandó a sus hijas a la escuela hasta que la muerte del padre las dejó en la miseria. Entonces, Juana tuvo que trasladarse a la ciudad de Durango para trabajar como empleada doméstica. Al parecer es en el año de 1892 cuando Juana contrae matrimonio con un minero de Nombre Cirilo Mendoza.  Se mudan a Chihuahua donde Cirilo consigue un empleo en la mina “La Esmeralda”. En Chihuahua, mientras Cirilo trabaja, Juana se dedica a coser y hacer ropa de mezclilla para los mineros, más tarde invierte su dinero en un hato de cabras y acciones de la mina, sigue leyendo y tal vez sea en esta época en la que conoce los escritos de Bakunin y Kropotkin. Pero lo más importante, comenzó a escribir para denunciar la forma de vida de los mineros. Envió sus artículos, sin firma, a diarios de oposición como El Chinaco y El Diario del Hogar, donde fueron publicados. La compañía minera preocupada por su imagen averiguó la identidad de la persona que había escrito los artículos y Juana Belén fue encarcelada por primera vez en su vida.
A su salida de la prisión, Juana fundó el Club Liberal Benito Juárez, que se oponía, obviamente al gobierno de Porfirio Díaz. Pero la policía local la amenazó con meterla de nueva cuenta a la cárcel de no disolver el club, por lo que Juana salió rumbo a Guanajuato, vendió las cabras y las acciones de la mina, se compró una imprenta y fundó un periódico llamado Vesper. El diario llamó la atención de los Flores Magón. Regeneración el periódico de oposición sentencia que en esos tiempos de tanta flaqueza por parte de los hombres “aparece la mujer animosa y valiente, dispuesta a luchar por nuestros principios” elogiando a Juana Belén y el tono de su publicación, las autoridades opinaron de manera diferente y ante el tono anticlerical de Vesper ordenaron la clausura del diario y el arresto de Juana Belén, que salió con toda su familia e imprenta a refugiarse a la Ciudad de México. En 1903 reapareció Vesper.
Juana Belén una vez instalada en la ciudad acrecentó su lucha y se unió a diferentes clubes liberales de oposición a Díaz. Sale al exiliio y conoce y trabaja con los Flores Magón, a Elisa Acuña y Rossetti y a  Soto y Gama, entre otros intelectuales anarquistas de la época. Pero terminó en con Acuña y Rossetti y sus hijas en Laredo, Texas. Conocen a Sara Estela Ramírez que publicaba un semanario llamado La Corregidora en el que ambas colaboran.  Con la ruptura de los magonistas, Juana optó por el bando contrario, regresa a la Ciudad de México donde inició la publicación de Vesper una vez más y es en esas épocas cuando en la cárcel de Belén conoce a Dolores Jiménez y Muro. Formó parte tanto del club político “Amigas del Pueblo”, como de las Hijas de Cuauhtémoc, asociación fundada por Jiménez y Muro. En 1910 Vesper apoyaba la candidatura de Madero sin ser maderista y veía a Francisco I Madero con cierta reserva. En Vesper escribió: “Acabar con el tirano no significa el fin de la tiranía.”
Participó junto con Dolores Jiménez y Muro, Vasconcelos y otros intelectuales en las demandas del  Plan de Tacubaya. Como muchos, decepcionada de Madero, al cual en una ocasión le reclamó el derecho de las mujeres a votar, su reclamo paso sin pena ni gloria, Juana , Junto con Dolores Jiménez y Muro se une a las fuerza de Zapata en Morelos. Al igual que Dolores Jiménez y Muro Zapata le concede el rango de Coronela. Se cuenta que alguna vez cuando un zapatista violó a una mujer Juana lo mandó fusilar. Tras el asesinato de Zapata, Juana se dedicó a la Colonia Experimental Agrícola “Santiago Orozco” que buscó beneficiar a aquellos campesinos que lucharon al lado del General zapatista.
Más tarde trabajó con Vasconcelos en la campaña de alfabetización de campesinos,  trabajó en la década de los veinte en diferentes campos relacionados a la educación pero muchos de sus esfuerzos se enfocaron en la alfabetización de indígenas del estado de Zacatecas. En 1924 publicó un libro llamado “¡Por la tierra y por la raza!” en el criticó las políticas de Vasconcelos y  marcó sus diferencias con el sistema del escritor. Juana mostró una vez más su formación anarquista y acusó a Vasconcelos de ser un enemigo similar para los pueblos indígenas de México, que los conquistadores españoles.
En 1932 Juana revivió Vesper y durante los años treinta Juan Belén se dedicó a la publicación de diferentes artículos y libros siempre enmarcados en su lucha de clases y ahora de raza desde un punto extremo de la izquierda. Viviendo con la única de sus hijas viva y sus nietas, Juana Belén no abandonó nunca la lucha política.
Amiga de radicales políticos de Izquierda como Adalberto Tejeda al que admiraba por criticar la educación pública de nuestro país,  a la que calificaba de una educación oscura, que alentaba el retraso de todo el país. A estas alturas Juana Belén rechazaba ya la dictadura del proletariado pues podía ver que lejos de significar la igualdad de los hombres, el proletariado estaba más esclavizado que nunca bajo los sistemas comunistas.  Era más radical que cualquiera de los radicales.
También se dedicó a luchar por la educación de las mujeres y por el reconocimiento oficial de sus derechos ciudadanos. Su lucha duró toda su vida, la cual terminó en julio de 1942, cuando Juana Belén Gutiérrez de Mendoza tenía 67 años.
“…Sigo creyendo que el elemento aborigen es la única base de la Nación y la familia la única base de la sociedad; de allí que por muy alta que sea la presión que pretendan aplicarme, no habrá poder humano que logre de mi parte una traición, a la familia ni a la raza…”  Escribió en un texto de 1940 llamado Para Michoacán.
 A diferencia de los grandes generales de la Revolución y como la mayoría de sus compañeras de lucha,  Juana murió en malas condiciones económicas.

Publicado en the Pinkpoint.com.mx el 13 de Junio de 2012
Imagen cortesía género.ife.org

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