martes, 4 de febrero de 2020

Reclamo legítimo y la incursión política.




La UNAM enfrenta una crisis causada por la tibieza, incapacidad y arrogancia de los funcionarios que no pueden actuar a favor de las mujeres, ni de su autonomía y en contra de los sindicatos.

Armando Enríquez Vázquez

El actual estado de la Universidad Nacional de México tiene su origen en la violencia de género que se sufre al interior de la universidad pública más importante del mundo; estudiantes y trabajadoras de la UNAM son víctimas de trabajadores, académicos, funcionarios e investigadores de la máxima casa de estudios. La incapacidad del rector y de los directores de facultades y escuelas han sido incapaces de fajarse los pantalones y enfrentar la situación de la manera más decorosa, eso significa ofrecer seguridad a las mujeres al interior de la UNAM y aclarar cuales de las denuncias de las mujeres de la UNAM son ciertas y cuales son simple ejercicio de venganza por no decir de intolerancia de las feministas radicales que odian a los hombres por el simple hecho de existir.
Nueve escuelas de la Universidad se encuentran en paro, algunas como la Facultad de Filosofía y Letras tienen más de tres meses sin clases. La disyuntiva minimalista siempre apoyada por los medios habla de minorías que tienen a mayorías sin clases y en un país donde el gobierno no está dispuesto a adoptar las responsabilidades de un gobierno y que sólo balbucea paz desde el podio central de Palacio Nacional todas las mañanas, mientras mantiene de manera descarada su discurso de odio entre los ciudadanos, el hecho de que la esquizofrenia domine en las relaciones sociales entre los habitantes es comprensible y lo que sucede en la UNAM es una muestra de todo el país.
Ya antes hablé de la necesidad de que las jóvenes universitarias, las trabajadoras y empleadas presenten las denuncias legales para que los funcionarios, en especial de la Facultad de Filosofía y Letras, no puedan poner pretextos y de una vez por todas actúen en contra de aquellos que resulten responsables de agresión de género, acoso o violación según sea el caso. Lo que es más importante es que desde la Rectoría de la UNAM se haga una declaración firme, clara que no deje lugar a dudas acerca de la postura de la institución y no vuelvan a suceder amenazas de bomba como las de la semana pasada que no tienen consecuencias a pesar de atentar contra la vida de población especifica de la comunidad universitaria; las mujeres.
Pero a lo mejor es mucho pedir a la UNAM, cuando en la escala nacional el Fiscal General de la República Alejandro Gertz Manera en una postura totalmente retrograda quiere eliminar el delito de feminicidio y sin embargo no vi a las enmascaradas de la UNAM protestar frente a las oficinas de la FGR.  
Lo que lleva a considerar la existencia de otro factor de suma importancia en la actual crisis de la UNAM, la existencia de grupos desestabilizadores y provocadores que nacen de los miembros más radicales y deleznables de Morena o del PT o peor aún con esos grupos de choque que existen gracias al presupuesto de los remanentes de las tribus del PRD, que hoy forman parte de supuestos movimientos sociales como los encabezados por René Bejarano y que sólo son la réplica del porrismo priísta de otras décadas.
Una de las ideas detrás de la 4T es apoderarse de las escuelas públicas para poder generar a los nuevos cuadros de la idea fascista que el gobierno tiene en mente. La creación de las universidades que han propuesto el presidente y sus allegados es absurdo, sin planes de estudio, sin presupuesto y sin docentes las universidades de López Obrador y la 4T están condenadas a fracasar como centros de conocimiento de la misma manera que muchas de las facultades de la Universidad de la Ciudad de México que fundó el presidente López Obrador cuando fue Jefe de Gobierno de la CDMX y que se han visto en la necesidad de cerrar carreras a la mitad dejando a jóvenes con carreras truncas, pero demostrando que esas escuelas son solo los nidos de porros de morena para golpear a ciudadanos y políticos de oposición.
Las autoridades de la UNAM, con directores como el de la Facultad de Filosofía y Letras, Jorge Enrique Linares Salgado, se han metido en un berenjenal cada vez más espeso y del cual ya no es tan fácil salir de una manera decorosa. En el caso de las presiones y la infiltración de los grupos violentos y cobardemente enmascarados pagados por políticos y partidos políticos tanto autoridades como alumnos deben defender esa autonomía universitaria tan cacareada y que desde hace muchos años ha permitido desde la tibieza de diferentes rectores que diferentes espacios como el Auditorio, mal llamado Che Guevara, sean el cuartel de grupos de crimen organizado y narco traficantes que operan al interior de la UNAM con la anuencia y complicidad de sindicatos y vigilancia UNAM.



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