martes, 4 de enero de 2022

Los medios y su versión de periodismo en picada

 


¿Dónde quedaron los noticieros e informativos de radio y televisión? El servilismo político y la mezquina voracidad por comercialización los acabaron.

Armando Enríquez Vázquez

¿No se cansaron ya de que en algún momento en cualquier noticiero de radio o televisión los conductores o periodistas digan: ¡Hoy estamos cargados de noticias!¡Hoy si tenemos mucha información!

Para empezar como oyente o espectador eso es precisamente lo que espero de un noticiero, que me llene de información y no de entrevistas o comentarios de los conductores o con columnistas de diarios, amigos o personas puestas a fuerza en los espacios para opinar desde una visión de dudoso origen en el mejor de casos. La promoción de ideas desde una supuesta objetividad o lo que resulta peor para que intenten venderme algún producto a partir de supuestas entrevistas.

Para seguir un noticiero debe ser conducido por periodistas o gente muy informada como sucedía con José Gutiérrez Vivó o sucede en la actualidad con Leonardo Curzio, Pedro Ferriz de Con o Carmen Aristegui, para poner ejemplos en todo el espectro ideológico de la radio, porque el sistema en televisión sabemos que no funciona ya. En el radio tristemente comienza a gastarse de la misma manera.

La responsabilidad del titular de un espacio informativo no se limita a ser carismático o tener chispa, se debe fundamentar en una amplia cultura general que le permita poner en contexto la noticia. Que le evite decir incongruencias al aire, como hay muchos en la actualidad en especial en las jóvenes televisoras como Imagen, donde han creído que Yuriria Sierra una mujer prepotente e ignorante o en la radio donde Javier Risco ha confundido lo coloquial con lo chistoso sin ser Brozo o Chumel.

En los años setenta los noticieros, incluso los parciales y manipulados informativos de Televisa, estaban llenos de información, nacional e internacional. A partir de los años noventa los noticieros siguieron el ejemplo norteamericano y se volvieron ombliguistas y con los años se han convertido en show de la nota roja, porque así ayudan a los centros de poder a crear una sociedad poco crítica, miedosa, medrosa y que entiende la noticia como un escape a su morbo y justificación de sus odios.   

La inmediatez y el ego de los conductores dominan los espacios de los medios tradicionales y de manera altanera y pomposa se han dedicado a creerse y tratar de hacer creer a las audiencias en su papel como miembros de una inventada comentocracia, palabra que en realidad no significa nada y que carece de valor en el momento en que de dejan de predicar desde ese falso pedestal que han construido con su jactancia. La autoridad y guía del que comenta o analiza una noticia termina en el momento en que la censura del Estado entra en acción sin importar el color del gobierno; lo vimos con la derecha del PAN en el caso de Aristegui y Calderón y lo volvimos a ver al siguiente sexenio con la misma conductora y Pedro Ferriz de Con censurados y despedidos de sus fuentes de empleo por Peña Nieto y lo vemos este sexenio a diario con la intolerancia y el odio del presidente a quienes critican y cuestionan su gobierno. En el mejor de los casos para ellos ese fama y falsa idea de importancia termina cuando el segundero marca el fin del programa o en el momento en que los anunciantes desisten de promover sus productos en ese espacio o medio.

El problema es que el problema esta tan enquistado ya en la agenda de los dueños de los medios, serviles al poder o cómplices de él, que desde hace décadas las fake news en México provienen de la mayoría de los medios, lo que muchas veces “se descubre” al finalizar el sexenio y entonces queda clara la realidad de los fracasos de los gobiernos y la corresponsabilidad de los medios que al tener otro amo se desbocan en críticas y ataques contra lo que encubrieron por seis años. Por eso da risa cuando esos que se creen una especie de clase informada que pretende dar a conocer lo que sucede en México y el mundo se atreven a hablar de los peligros de las fake news en Internet cuando casi todos ellos esparcen sólo la visión de los dueños de las cadenas televisivas o radiofónicas que se cimientan la mayoría de las veces en sus aspiraciones a favores y concesiones del gobierno en turno, el ejemplo más importante en durante décadas ha sido el del grupo radiofónico Radio Centro de la familia Aguirre que nunca ha podido sostener un canal de televisión y que durante el pasado sexenio hizo el ridículo a nivel empresarial al comprar un canal y después desistirse de la compra por falta de capital. Dicho grupo gracias a lamer la mano del presidente López Obrador vuelve a tener la oportunidad de operar u n canal de televisión que nadie ve por lo sesgado de sus informativos.

La culpa no la tienen los medios, ni sus dueños, ni los mal llamados periodistas. La culpa es totalmente de nosotros que seguimos prendiendo sus canales, sintonizando sus frecuencias o comprando sus ediciones, como si nada.



La fotografía es de mi autoría

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