martes, 27 de julio de 2010

La primera copa del mundo.





 Armando Enríquez Vázquez

El primer trofeo diseñado para el ganador de la copa del mundo de futbol dejó de estar en las manos de la confederación brasileña de futbol hace más de veinte años. Tal vez ya no exista, tal vez sí. Jules Rimet nació en Francia en 1873, gran aficionado al futbol nunca se distinguió por haberlo jugado, sin embargo su nombre es inseparable de la organización del futbol, tanto francés, como internacional, es a él a quién debemos los campeonatos mundiales de futbol.
Cuando se jugó el primer campeonato mundial del futbol en Uruguay en 1930, se diseñó un trofeo para el ganador. Éste trofeo se llamó en un principio “Victoria”, su creador fue el escultor francés Abel Lafleur, bajo el pedido de Jules Rimet creó el trofeo en oro solido sobre una base de lapislázuli. La copa pesaba casi 4 kg. y tenía 35 cm. de altura. El trofeo representaba a la diosa griega de la victoria Niké sosteniendo una copa octagonal. Su costo fue de 50,000 francos suizos.
El primer ganador de la copa fue Uruguay, por lo que mantuvo la copa en su país hasta el siguiente mundial. Las reglas puestas por la FIFA implicaban que el ganador mantuviera la copa en su territorio y que aquel país que ganara tres veces el campeonato mundial, aunque no fuera de manera consecutiva sería dueño de la codiciada copa.
En 1946, en el congreso de la FIFA en Luxemburgo se decidió que el trofeo llevará el nombre del federativo francés al cual tanto debía el futbol internacional, así, la Copa se llamó Jules Rimet a partir de ese momento. La Copa ya había sobrevivido para ese entonces la II Guerra Mundial. La leyenda romántica dice que el entonces vicepresidente de la FIFA, el italiano Ottorino Barassi, presidente de la federación italiana de futbol también, retiró a escondidas el trofeo de un banco en Roma, temeroso de que la copa pudiera caer en manos de los Nazis. Barassi guardó entonces el trofeo en una caja de zapatos y lo mantuvo oculto debajo de su cama durante la guerra. Más tarde se descubrió que el federativo italiano sí había retirado el trofeo pero sólo para guardarlo en su caja de seguridad personal.
Las aventuras de la copa habían tan sólo comenzado. Jules Rimet moriría en Octubre de 1956 sin haber visto a ningún país quedarse con la copa que llevaba su nombre.
En 1966, previo al mundial de Inglaterra, y durante la tradicional exhibición de la Copa Jules Rimet antes del inicio de cualquier mundial, fue robada. Durante una semana tanto directivos de la FIFA, como los equipos participantes desconcertados se preguntaban cual sería el trofeo a levantar al final del certamen, Scotland Yard sin pista alguna y confundida, por el robo que se llevó a cabo en la abadía de Westminster, sin que al parecer el ladrón violentara los vidrios que protegían la estatuilla, trataba inútilmente de recuperarla. La Copa apareció una semana después de robada, gracias a un perro que buscaba comida. Pickles era el nombre del perro que en ese momento se convirtió en el héroe nacional de Inglaterra. Su dueño recibió una recompensa de 5,000 libras esterlinas y Pickles el honor de aparecer el día de la inauguración de mundial.
Existe una historia paralela; partir de éste robo, se dice que la federación inglesa de futbol, organizadora del mundial, en contra de la opinión de la FIFA, decidió encargar el trofeo a un joyero para cuidarlo, pero al mismo tiempo le encargó una copia de la copa en bronce, ésta réplica, idéntica al trofeo original nada más que sin gran valor pasaba por la original a los ojos de la gente. Se dice que el día de la final, en el carro la policía que llevaba el trofeo para el ganador iba también el trofeo réplica. La Reina Isabel II entregó al capitán de la selección inglesa, Bobby Moore, el trofeo original. Sin embargo, no queriendo arriesgarse la policía inglesa en algún momento de la celebración efectuó un intercambio, nadie se dio cuenta. Cuatro años después cuando llegó el momento de entregar la copa Jules Rimet a México, país anfitrión de la competencia, se cuenta que se entregó la réplica.
En 1970, Brasil consiguió el ansiado tercer triunfo y con él la propiedad de la Copa Jules Rimet, que desde ese momento fue exhibida en la federación brasileña de futbol. El orgullo del futbol brasileño, quedó custodiado y bajo lo que se suponía ser un perfecto blindaje. Sin embargo, en 1983, aprovechando una falla muy grave en el blindaje, ya que la parte inferior era una simple tabla de madera, la Copa Jules Rimet fue robada. Los ladrones tres brasileños y un argentino.
El robo fue planeado por un gerente de banco que frecuentaba la federación brasileña de futbol, en compañía de otros dos ladrones que amordazaron al guardia. El robo se perpetro en menos de una hora y la copa fue entregada a un argentino, que en ese momento era el principal traficante de oro en Brasil, para que la fundiera en lingotes. La policía brasileña detuvo a todos los implicados en el caso pero sólo el argentino cumplió una condena de nueve años en la cárcel, después salió del país, sólo para ser detenido en Francia donde fue encarcelado con cargo de narcotráfico.
Las investigaciones que llevaron a cabo los brasileños determinaron que el taller donde supuestamente se fundió la copa no tenía la capacidad para hacer un trabajo de la magnitud que implicaba el fundir la Copa de una manera rápida. Por otra parte, los restos de oro encontrados en el taller no correspondían a la calidad del oro con el que estaba hecho la Copa Jules Rimet. Por lo que hay quienes creen que la copa descansa en la estantería de un coleccionista privado.
Pero no olvidemos la historia paralela, hay quienes sugieren que la copa quedó en manos del joyero inglés que había hecho la réplica. Éste hombre de apellido Bird murió en 1995. Dos años después la familia puso la réplica en subasta. La casa Sothebys calculó su valor entre veinte y treinta mil libras esterlinas por tratarse de una copia. Lo cual era ya demasiado sí pensamos que la copia en el momento de haber sido hecha no costó más de mil quinientas libras.
Pero la pieza se vendió por doscientas cincuenta y cuatro mil libras esterlinas. El precio más alto pagado por una memorabilia futbolera. El comprador fue la FIFA y uno de los rivales de la subasta se supone fue la federación brasileña. Los funcionarios de la FIFA habían escuchado la historia de la réplica y la suplantación del original. Pero no tenían forma de hacer pruebas sobre la pieza puesta a subasta, así que se arriesgaron a comprarla, Una vez en posesión de la máxima autoridad del futbol la pieza fue objeto de los más exhaustivos exámenes por parte de un grupo de expertos joyeros. El resultado: La pieza era una réplica barata de bronce. Los ganadores: La familia del difunto Bird.
Hasta la fecha el final de la Copa Jules Rimet continua siendo un enigma; tal vez fue fundida, tal vez no.

Publicado 27 de Julio 2010 en ThePoint.com.mx

Imagen: museodelfutbol.com

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