lunes, 13 de febrero de 2012

La solidaridad como parte del presupuesto.



¿Cuántas veces hemos oído hablar de la solidaridad de los mexicanos para con nuestros hermanos en desgracia? Tanto en las tragedias nacionales como internacionales siempre estamos dispuestos a ayudar: Para el gobierno, ésta cada vez parece más una de las obligaciones ciudadanas y no del estado.


Armando Enríquez Vázquez


Recuerdo la época en que en todas aquellas zonas abatidas por las catástrofes naturales se veía al ejército mexicano aplicando el Plan DNIII. Ese mecanismo con el cual se hacía llegar a las zonas afectadas la ayuda en comida, medicinas y construcción de albergues que las víctimas necesitaban.
Los mexicanos respetábamos a nuestro ejército. El concepto y la imagen que los mexicanos teníamos de él era el más alto entre las instituciones de gobierno. En los años noventa, incluso la participación del mismo en la matanza de 1968 parecía haber quedado casi olvidada, en parte por la falta de memoria de los mexicanos y en parte por el desempeño social de sus actividades. A partir de los sismos de septiembre de 1985, cuando el gobierno desapareció por unos días y lo que brillo fue la organización ciudadana, tanto en el rescate como en la repartición de alimentos y medicinas entre los más afectados, los políticos supieron acuñar un nuevo termino; La solidaridad de los mexicanos. Y lo explotaron tan bien que el gobierno del presidente Salinas, llamó a su programa de asistencia social “Solidaridad”. Desde entonces a lo mejor de los mexicanos; La hospitalidad, la amabilidad, el tequila y los mariachis se sumó una nueva cualidad; la solidaridad. Los mexicanos somos solidarios y a partir de ese momento no ha habido ninguna crisis en la que no lo hayamos demostrado, enviando comida, medicinas, ropa, cobijas, juguetes, dinero, topos, tequila y mariachis. La actuación del ejército en labores de ayuda a la población es cada día menor y el plan DNIII parece una cosa del pasado. El ejército tiene hoy que cumplir labores que la policía federal es incapaz de llevar a cabo.
Poco a poco el gobierno ha olvidado su papel como protector y benefactor de los mexicanos, porque ese papel hoy en día lo tienen las asociaciones civiles encargadas de teletones, juguetones, kilos de ayuda y otros programas encargados de repartir la ayuda que los mexicanos necesitan cuando caemos en alguna tragedia. La desfachatez es tal que hemos visto y sabido de casos de presidentes municipales y gobernadores, como el reciente caso de Veracruz, donde la ayuda, de la mal llamada “sociedad civil”, una vez que llega al lugar de la catástrofe, es acaparada por estas autoridades, marcada con logos de los partidos políticos y dada tratando de condicionar el voto en futuras elecciones.
Hoy vemos caravanas de ayuda para la Sierra de Chihuahua, donde los Tarahumaras, están suicidándose arrojándose a lo profundo de barrancas y despeñaderos, desesperados por la sequía y hambruna que sufren desde hace muchos años. Muchas preguntas me saltan, que por obvias no escribiré, relacionadas con la prevención y la presencia de planes de desarrollo y sustentabilidad en la zona. Las respuestas todos las conocemos. Lo que es absurdo es que inmediatamente se solicite a nivel oficial, tanto del gobierno local como federal, la colaboración en efectivo y en especie del resto de los mexicanos, apelando a nuestra sobre sabida solidaridad. No es la primera vez, no será la última, pero comienza a convertirse en costumbre. Un estado que apelando a nuestra conciencia social y el más elemental sentido humano, nos pide limosna como un leproso en el atrio de la Catedral.
Si alguien ha olvidado ser solidario con el pueblo de México es el gobierno, ¿Con que cara nos piden hacer sus labores? ¿Acaso no es el sistema tributario para planear, desarrollar al país, evitar la pobreza y darle las armas a los más pobres y necesitados para salir de su condición? La solidaridad ha pasado a ser un rubro caprichoso del presupuesto de la nación. Lo demás está para sus transas y promoción del voto. Hoy en México se gobierna para conservar el sistema de partidos antes que para los mexicanos. Nosotros gracias a nuestra solidaridad podemos sobrevivir.
¿No estamos cansados de alimentar a una bola de diputados y senadores buenos para nada, que en 18 años no se han preocupado de aprobar y hacer leyes que nos hagan más competitivos en el mundo, en lugar de estar como secundarianos poniendo viboritas de hule en las curules, mantas y obsesionados con sus cuotas de poder partidista y sus legisladores plurinominales?
Si la “sociedad civil” es la encargada a través de la solidaridad de salvar a los más necesitados en nuestro país, ¿No es hora de replantear el modelo de gobierno que tenemos?



Publicado en blureport.com.mx el 13 de febrero de 2012

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