jueves, 2 de agosto de 2012

La segunda vuelta, sencilla y contundente



Una cosa es clara; ni Vicente Fox, ni Felipe Calderón, ni Enrique Peña Nieto han recibido más votos que la oposición en su conjunto. ¿No es hora de evitar las suspicacias de los mexicanos e implementar una segunda vuelta electoral?

Armando Enríquez Vázquez

La democracia mexicana es cuestionada cada seis años, casi desde sus orígenes; los trucos y artimañas del sistema, implementados por todos los partidos políticos no hacen otra cosa sino que la mayoría de los mexicanos dudemos de nuestra democracia, que parece amañada desde el ángulo que la queramos ver. ¿Por qué, de qué sirve una elección transparente, cuando el proceso ha sido un mugrero por parte de todos los partidos políticos? ¿A qué llamamos democracia, cuando el Instituto encargado de dar certeza a los mexicanos es incapaz de actuar, de cuestionar, de calificar, de sancionar y lo que parece más grave, no tiene una convicción democrática interna y mucho menos ante los ojos de los mexicanos?
Cuando se habla de las reformas estructurales que habrán de aprobarse por el próximo gobierno y se habla de la reforma política, no está por demás poner sobre la mesa, la necesidad de una segunda vuelta electoral para evitar las suspicacias de las pasadas dos elecciones ante la incapacidad del IFE para ser el árbitro imparcial y transparente que era en tiempos de José Woldenberg.
No es necesario recordar que al menos ninguno de los tres últimos presidentes electos, esto es, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto han contado con una mayoría real en las elecciones. En los tres casos sí sumamos los votos de los partidos de la oposición, estos son más que los del ganador. Lo que quiere decir, sin adentrarme en que sumando el treinta y tantos por ciento de abstencionistas da en realidad un presidente electo con menos del 20% del universo de votantes, el presidente ha sido elegido por una minoría mayoritaria. Por eso las perspicacias, las dudas y las inconformidades de amplios sectores de la población.
Entre las cosas que son importantes reflexionar  y exigir a los legisladores para la reforma política de nuestro país se encuentra la necesidad de una segunda vuelta electoral cuando ninguno de los aspirantes obtenga más del cincuenta y uno por ciento de los votos en la primera vuelta. Lo que se pretendería sería que el mayor número de mexicanos decida al futuro presidente y se identifique con su plan de gobierno y por otro lado que el presidente electo sienta el apoyo de la mayoría real de sus gobernados en tanto a sus decisiones y estilo de gobierno.
Porque la otra opción sería cambiar el sistema presidencial, que de nada o poco nos ha servido, por el de un gobierno parlamentario donde el Jefe del estado Mexicano surja de las filas del partido con el mayor número de miembros en el parlamento, en nuestro caso en el Congreso de la Unión y de no haber un partido mayoritario se tendrán que dar las alianzas y negociaciones necesarias entre los partidos para definir no sólo al presidente sino el rumbo del país.
Lo realmente preocupante es que nuestra “Democracia”, es como muchas otras cosas de nuestro sistema político, una simulación donde al parecer todo se vale y se concerta en lo oscurito, en detrimento de la imagen del país, pero más importante en flagrante violación de los derechos e intereses de los votantes mexicanos.

Publicado en blureport.com.mx el 1 de Agosto de 2012

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