lunes, 15 de noviembre de 2010

Educando sicarios.

Armando Enríquez Vázquez
Rodeados de carne de cañón para los grupos del crimen organizado, de ninis, y de aspirantes a jornaleros, sin invertir en la educación de nuestros jóvenes y niños, México está perdiendo, una vez más, la llamada a ser protagonista del próximo orden mundial.
La imagen retrata a un jovenzuelo, casi un niño, el pelo revuelto a la afro. Parece salido de un comercial de pastelitos. El cinismo y la dureza de su voz no coinciden con el chamaco que bien podría estar pateando un balón en el patio de una secundaria o en un parque. Las imágenes posteriores nos lo muestran torturando con un palo a una de sus víctimas, golpeándolo como si fuera una piñata. Tomándose fotos con el resto de sus adolescentes cómplices con los cuerpos de sus víctimas, burlándose de los hombres próximos a ser ejecutados. Por cada ejecución cobra, según su declaración, 3,000 dólares. A veces para cobrar, estos púberes sicarios, asesinaban a taxistas y albañiles inocentes pues no encontraban a los hombres que se les había encomendado eliminar. El tiene doce años, fue detenido en Morelos y forma parte del cartel del Pacífico Sur. No es el primero ni será el último.
En Ciudad Juárez el alcalde declara que más de ocho mil jóvenes son delincuentes.
La mayor parte de los reclutas de “La Familia” en Michoacán son jóvenes y en las últimas semanas los medios se han concentrado en las agresiones sufridas por adolescentes a lo largo y ancho del país, de parte del crimen organizado sobre las demás ejecuciones y asesinatos. Algunos son narcomenudistas, otros simplemente daños colaterales.
Por otro lado un gran número de jóvenes que cruzan la frontera con el deseo de hacer dinero a cambio de trabajar físicamente, pues no tienen ningún tipo de estudios. Las ciudades de México se están llenando de jóvenes desencantados, sin oficio ni beneficio. O Peor, ahí están los cientos de miles de adolescentes y niños que reciben si tienen suerte una educación mediocre que marcará su futuro y el de nuestro país.
El número de jóvenes que no trabajan, ni estudian en México es cercano a los 9 millones de habitantes según el rector de la UNAM.
Cada joven que no complete la educación superior básica está condenado a subsistir en niveles de pobreza el resto de su vida.
Algo está podrido, cuando jóvenes en edad de estudiar están sucumbiendo a manos del crimen organizado, del trabajo informal en las calles, de la indolencia, de la migración. ¿Acaso ve nuestra juventud alternativa para mejorar su vida? Todo parece indicar que no, al menos de una manera honesta. Nuestros jóvenes son hijos de la generación de la crisis, esa que desde que tenemos memoria vivimos devaluación tras devaluación, crisis tras crisis producto del pillaje de los gobiernos primero priistas y ahora panistas que han visto en el país su arca personal. Qué han relegado como la última de sus prioridades la educación de sus gobernados. Uno de los derechos que otorga nuestra constitución es el de la educación, por eso se establece la educación gratuita, para evitar un pueblo analfabeta capaz de ser explotado y timado por sus gobernantes, como lo fue durante la dictadura de Díaz, al menos así lo querían los constitucionalistas de 1917.
Año tras año nuestras universidades públicas se ven en la triste necesidad de rechazar a más y más aspirantes a una educación profesional. Sin embargo se insiste cada día más adolescentes concluyen exitosamente sus estudios de secundaria y preparatoria. Ese es el doble discurso del gobierno federal dado por conducto de la SEP y el mafioso sindicato de maestros, dirigido por una mujer que no sabe leer, que se dice maestra y por otro lado, al parecer cree en ritos paganos. Cada día el presupuesto federal destina lo menos posible a la educación y ese poco que destina se lo roban el sindicato de la educación y su disidencia. Decir se lo roban implica antes que nada la farsa de que nuestros niños y niñas acuden a las escuelas a aprender y obtener conocimientos. Ellos son las principales víctimas de este atraco. No existe en nuestra educación oficial o privada la promoción de estudiar, de aprender, de leer, de experimentar.
Es cierto, una gran parte de la educación se lleva a cabo en casa, desgraciadamente padres y madres también se encuentran demasiado ocupados consiguiendo los satisfactores básicos como para educar como en antaño. Pero, además nuestros sistemas escolares son realmente rupestres, tanto los privados como los públicos. Son incapaces de dar esa especialización que se supone deben brindar los profesores.
Desde tiempos de la Colonia, y los inicios de México como nación independiente los grupos en el poder, especialmente la iglesia católica, han estado interesados en mantener la ignorancia de los gobernados. Evitar ser cuestionados, poder ser manipulados, sembrar en la ignorancia el miedo que tanto sirve para mover a las masas y hacerlos vivir amenazados por un lado y con la promesa del paraíso celestial por la otra. Hoy más que nunca esa parecería ser la política del gobierno de Calderón, para educar.
En México la educación es un negocio, un negocio que va desde el sindicato que ha convertido a una criminal en una de las personas más poderosas de la política nacional, capaz de menospreciar una de las pocas cosas que ella no tiene que es la educación. Un negocio como lo demuestran las universidades privadas que dicen crear líderes, pero a pesar, o por eso mismo, de su basamento católico lo que crean son seres mezquinos, carentes de un sentido humanista. Empresarios voraces. Nuestras universidades públicas orgullo de la nación tienen graves problemas económicos y sindicatos de trabajadores indolentes, qué, cómo en el caso del SNTE Y el CNTE absorben lo mayor parte del presupuesto.
Carecemos de medidores reales de la calidad de la educación que se imparte en nuestro país, del aprovechamiento que de ella hacen los alumnos. Año tras año se aplica la prueba ENLACE y se dan a conocer los resultados, los cuales nos indignan, pero no se hace nada por mejorar. El poderoso sindicato de maestros se opone y el debilucho secretario de educación año tras año dobla las manos. Seis está bien. Pasamos al final de cuentas.
Se hacen también evaluaciones a profesores de todos los niveles y se hace una prueba para las nuevas plazas de maestros, en el mejor de los casos porque en la mayoría los maestros ven sus plazas como algo que se puede heredar y el sindicato en muchos estados de la república lo permite. Sin embargo, la educación sigue por los suelos.
El sindicato no pelea por sueldos y condiciones de vida digna para los profesores, pelea prebendas, regala “Hummers” y mantiene a su partido político Nueva Alianza. Eventualmente paga por la producción, por parte de extranjeros, en prime time de fin de semana en Televisa, la eterna alcahueta del poder, de un programa amañado que trata de demostrar que los niños saben más que los adultos gracias a los “excelentes” maestros del SNTE.
Por su parte el secretario de educación está más preocupado por las fiestas del bicentenario que por atender la problemática educativa del país. Parece edecán más que un hombre de acción.
Es imprescindible que el gobierno haga un compromiso con las universidades públicas, darles más presupuesto, solamente la parte del PIB que la ONU marca como aceptable para el desarrollo de un país, estaría bien, para crecer la matricula de mexicanos que estudien y sean profesionistas. También es un hecho que la política educativa debe de ir de la mano de una política laboral sana que evite que nuestros más destacados universitarios terminen trabajando en el extranjero y dando sus mejores investigaciones, logros y descubrimientos en el extranjero, donde además de el reconocimiento profesional tienen una remuneración económica acorde a sus conocimientos.
En los próximos veinte años la geopolítica del mundo cambiara radicalmente como no lo ha hecho, tal vez en un milenio, el eje se moverá a el legendario Imperio Chino, La india volverá a sus tiempos de Gloria y por primera vez Iberoamérica tendrá más que voz y voto en el Mundo. Los migrantes latinoamericanos y africanos harán escuchar sus voces y controlaran Estados Unidos y Europa. ¿Dónde queremos que esté México en ese entonces? ¿Distribuyendo las drogas del mundo moderno? ¿Siendo la mano de obra de Brasil y los méxico-americanos que gobiernen lo que quede de Estados Unidos? ¿Estamos condenados a sacrificar a las próximas generaciones de mexicanos por la incompetencia y avaricia de los grupos de poder, mafias y pleitos políticos, una vez más?
Nos horrorizan los niños soldados de África, de Asia, sin embargo acá tenemos una generación de niños sicarios, narcomenudistas, halcones, mercenarios.
Es esto para lo que sirve nuestro sistema educativo. ¡Viva el bicentenario!
Publicado en blureport 15 de Noviembre de 2010

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