lunes, 23 de mayo de 2011

Los escándalos sexuales.

Para algunos, principalmente en el ámbito político el sexo es aun una palabra sucia y un acto imperdonable, a diferencia de la corrupción.



Armando Enríquez Vázquez


En su extraordinario libro de Memorias “Ayer en México” el político norteamericano John Foster Dulles, cuenta la historia de cuando el presidente Obregón envió a su Secretario de Hacienda Adolfo de la Huerta a negociar la eterna deuda del país a Nueva York. A los pocos días, el gobierno americano mandó al Presidente de México una nota diplomática quejándose de las juergas y la afición por las coristas del Secretario de Hacienda. Álvaro Obregón se limitó a responder en una breve nota: “Yo envié a mi Secretario de Hacienda, no a un eunuco”.
Casi cien años después el Director Gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, fue arrestado en Nueva York acusado de violar a la camarera del hotel en el que se hospedaba.
A partir de este hecho, del cual todavía falta la acusación formal y en caso de haberlo el juicio, la carrera y las aspiraciones políticas de Strauss-Kahn por convertirse en el próximo presidente de Francia se han evaporado. El ganador parece desde este momento Nicolás Sarkozy. La reputación Mundial de la cabeza del FMI se ha desplomado para deleite de los periódicos norteamericanos e ingleses que se han ensañado con el hombre pintándolo como un sátiro que nunca contenía su apetito sexual y que además de sus tres matrimonios ha sostenido innumerables relaciones casuales y semipermanentes con muchas mujeres.
Al mismo tiempo las pantallas de los noticieros norteamericanos han hecho mella de Arnold Schwarzenegger quién reconoció tener un hijo de diez años fuera de su matrimonio. El linchamiento público del Gobernador de California no ha parado en los principales medios sajones de ultraderecha, que hasta hace unos meses lo elogiaban. Entonces nos vienen a la memoria los recientes y pasados escándalos sexuales de los políticos en todo el mundo. Bill Clinton, Silvio Berlusconi, Moshe Katsav, pero eso no es algo nuevo, los poderosos y los no poderosos siempre han disfrutado del sexo, desde los filósofos griegos, los emperadores romanos, los reyes europeos, los papas. Los enormes harenes árabes. El Kamasutra y las pinturas chinas y japonesas, el decamerón, son solo un ejemplo de las obras dedicadas por los hombres al sexo. El sexo es intrínseco al ser humano. No con esto hay que justificar a Strauss-Kahn sí al final del día se demuestra que intento violar a la joven, como no podemos disculpar al “gober precioso” y su red de pederastia, ni a los sacerdotes que abusan de niños amparados en su envestidura.
Lo que es importante es saber diferenciar entre una característica humana, y un delito, teniendo claro que la gravedad de un delito cambia de acuerdo a la época y a “la evolución” de la sociedad.
Todos los excesos son malos, es una norma social que va desde fumar hasta comer chocolate, pero a excepción de Mónica Lewinsky a la sombra del escritorio de la sala oval, nadie resulto ultrajado, ella solo por los medios y la sociedad, placer sólo el del presidente y envidia una nación. No son las orgías de Berlusconi o de la libido insaciable del Director gerente del Fondo Monetario Internacional, existen otra serie de actos ejecutados por estos personajes que afectan y determinan la forma en la que vivimos, que repercuten de manera directa en lo que pasa en el mundo.
No se puede ser Premio Nobel de la Paz y aún así atacar a diestra y siniestra al mundo árabe, o al menos no es congruente. No es posible que la ambición y el poder de los países más poderosos del mundo y las instituciones financieras que los representan estén dispuestos a acabar con seres humanos, con países enteros en nombre de la avaricia. Eso sí es inmoral.
A veces pareciera que son los escándalos lo que nos gusta, lo que nos atrae, juzgar al otro por envidia, por que teniendo su poder y su dinero, quién sabe qué clase de monstruo sería cada uno de nosotros. Cuando, tristemente, en esencia nos hemos acostumbrado a vivir entre pecados mayores.
Lo que le suceda al señor Strauss-Kahn a mí no me afecta, pero me afecta vivir en una ciudad, en un país con uno de los más altos índices de corrupción. Es escandalosos que cada seis años se creen nuevas fortunas entre políticos, sus familiares y amigos, mientras el país sigue sumido en un retraso educativo, político, fiscal y laboral. ¿No es inmoral que mientras unos ganan una millonada por no hacer nada, ni siquiera ser capaces de sentarse en sus curules, otros se partan el lomo 20 horas diarias para poder llevar un mendrugo de pan a sus casas?
Los hombres no somos iguales, hay quienes son más hábiles haciendo negocios, otros son conquistadores, otros son gente de libros. La riqueza no es ni puede ser igual como pretendían los comunistas, pero el estado existe para imponer justicia, para que los gobernados vivan con un mínimo de garantías sociales y políticas, algunas sociedades lo intentan y en raras excepciones por un breve período de tiempo lo logran, la gran mayoría no. Ni siquiera lo intentan, simplemente no entra dentro de los planes de los gobernantes.
El juicio de Strauss-Kahn, sí llega a suceder, será un circo a diferencia del de Madoff , quién de desde su celda ríe y con cinismo confiesa sin pudor ser culpable, mientras los afectados por su fraude son libres, pero tal vez preferirían estar tras las rejas con las tres comidas seguras. Madoff es un criminal, Strauss Kahn en el peor de los casos un libidinoso.
Los seres humanos somos en gran parte seres sexuales, en nuestros actos existe el placer la gran mayoría de veces para ambos y es consensuado. La inteligencia, no es un don de los homo sapiens, a pesar del llamarnos pomposamente así, y peor algunos se jacten de ello. No es inmoral tener relaciones sexuales, no es inmoral tener tantas parejas sexuales como se pueda, se quiera o se desee, lo que es inmoral es ser corrupto, es ultrajar una y otra vez a los gobernados, defraudarlos, sumirlos en la miseria, crear grupos de choque, permitir la explotación de los demás por el simple hecho de tener más dinero.
El poder corrompe, se excusan algunos y ser corrupto es una característica del ser humano, pretextan otros. No lo que pasa es simple; para ser político hay que ser corrupto. No se debe tener escrúpulos, ni siquiera una ética personal.
Pero los medios y los políticos nos hacen creer que lo malo, lo torcido de alguien, siempre está su vida y sus preferencias sexuales. Se les olvida que ellos mismos son seres que disfrutan y gustan del sexo.


Publicado en Blureport.com.mx el 23 de Mayo de 2011

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