miércoles, 21 de febrero de 2018

Historias que merecen ser contadas y nadie quiere que se cuenten.



Entre las grandes historias de éxito en México, están las de empresarios y visionarios que dieron paso a un país industrializado y moderno. Sin embargo, ellos mismos o sus descendientes se rehúsan a que se cuenten.
Armando Enríquez Vázquez

Hace ya algunos años que cazo y escribo las historias de empresas y marcas para diferentes medios en los que escribo; legendarias, modernas, contemporáneas, empresas en general, que se sienten orgullosas de sus orígenes, de sus fundadores incluso cuando hoy esas marcas ya no pertenezcan a la misma familia, dan el homenaje y reconocimiento debido a su fundador.
También existen, los grandes y mezquinos conglomerados como Nestlé que prefieren borrar el pasado de las marcas que van adquiriendo con el paso del tiempo e incorporan la marca a la historia propia y fría que sólo detalla las fechas en que las marcas se van adquiriendo en los diferentes países.
En México muchas de las historias de marcas, son negadas o ignoradas. Las razones creo que en principio no se deben a la falta de orgullo por la marca. Tiene que ver más con la ignorancia del empresario mexicano por un lado y por otro por la situación social del país.
Siempre he tratado de acceder a las historias de las marcas mexicanas, porque son definitivamente parte de la historia del país y parte esencial de nuestra memoria y de nuestra historia personal. Marcas como el chocolate Postre, como Larín, los dulces Laposse, Del Fuerte, La Chata, Tijeras Barrilito, son parte de nuestra memoria colectiva y de nuestra cotidianidad y sin embargo a muchas de ellas no les interesa que se cuente su historia, ni la de sus fundadores con una secuencia verdadera y se limitan en sus portales a poner fechas y un genérico de su humilde y casero origen. Como si de alguna manera tuvieran que disculpar su éxito.
Existen las excepciones, por supuesto, y a lo largo de este tiempo debo de agradecer la información que marcas como Grisi, Mole Doña María, hoy parte del Grupo Herdez, Jabón La Corona, entre otros me han proporcionado de manera directa para elaborar mis textos.
Existen otras marcas que ni siquiera se dignan a responder a los mensajes que uno les envía y todo tiene que ver, quiero pensar, con un temor a dar nombres de los fundadores, dueños y descendientes, que pueden ser víctimas del crimen organizado, por lo que se reservan el contar la historia de éxito que los ha llevado a la cima y al reconocimiento de los consumidores.
Pero si a lo largo de este sexenio hemos escuchado ad nauseum y bajo la más populista y demagógica de las propagandas políticas la necesidad de contar historias verdaderas, historias con valores y que merezcan ser contadas, ¿por qué no las de los empresarios e industriales mexicanos exitosos que son parte también de la historia de la modernización del país, a pesar y en contra de lo que piensen las mentes mononeuronales de políticos, columnistas chayoteros e historiadores ortodoxos que abundan en este país?
Por la información que existe en sitios como el de la fábrica de pastas La Moderna, se adivina una historia llena de éxitos, fracasos y vuelta al éxito, Una historia de singularidades, eso sin contar ¿quién y por qué decidió contratar a Lance Wyman, famoso por sus diseños para los Juegos Olímpicos de 1968 y para estaciones de las primeras líneas del metro de la Ciudad de México, para diseñar el logotipo que conocemos de la marca? Pero nadie contesta a los correos.
O la curiosa historia de la marca de zapatos Blasito, que involucra a un jugador de futbol argentino llegado a jugar al club León. O la misteriosa historia, porque no existe nada al respecto en su sitio web, de las galletas Dondé que tienen más de cien años de ser una marca icónica de la península yucateca.
Poder hacer una historia de las marcas nacionales y de los empresarios que enfrentaron los cambios del siglo XX, empezando por la revolución como los hermanos Grisi, cuya marca se remonta a mediados del siglo XIX, o como Don Esteban Pérez Fernández que vio la oportunidad para crear una empresa después de la escasez de lijas en el mercado nacional por la Revolución y formó una de las más importantes industrias trasnacionales del país: Fandeli.
Y eso por poner el ejemplo más relevante, pero el siglo XX estuvo lleno de malas decisiones del gobierno que afectaron y protegieron a diferentes empresas nacionales que también merece la pena ser contada.
Por eso les pido a los encargados de las relaciones públicas de las empresas mexicanas que se tomen unos minutos para contestar a aquellos, quienes, como yo, nos entusiasma contar historias que si valen la pena ser contadas y no las payasadas del presidente en turno y que en los próximos seis meses hasta los “periodistas” que hoy las defienden harán pedazos.

publicada en thepoint.com.mx el 13 de febrero de 2018
imagen hoyestado.com

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