viernes, 6 de julio de 2018

Un lechero de 210 años.




Entre las empresas más antiguas de México se encuentra el Gran Café de La Parroquia en el Puerto de Veracruz, lugar de tradición e historia.

Armando Enríquez Vázquez.

Una pulpería era en el siglo XIX un lugar donde se ingerían diferentes tipos de bebidas, alcohólicas o no. Existen registros en el Puerto de Veracruz de que en 1791 existía ya en los portales de los portales cercanos a la Parroquia un establecimiento llamado Pulpería del Portal de la Parroquia, antecedente directo al Gran Café de la Parroquia fundado de manera oficial por peninsulares en 1808.
Por lo que El Gran Café de la Parroquia una tradición veracruzana, ha sido testigo y sobreviviente de la historia de nuestro país además de parte de esta. El Gran Café de la Parroquia podríamos decir que es junto con la ciudadanía del cuatro veces heroico Puerto de Veracruz participe y actor principal de la historia de la región, del estado y manera accidental del país. Una empresa que ha sobrevivido los momentos de crisis y celebrado los momentos destacados de la historia de México.
El Gran Café de la Parroquia no siempre ha tenido los mismos dueños y el café se ha vendido a diferentes empresarios a lo largo de su historia, se sabe que en 1867 El Gran Café de la Parroquia perteneció a una familia de apellido Capdevila.
Para ese entonces la evolución del expendio de café, había separado el negocio entre lugar donde se consumía el café y un expendio. Más tarde se instalaron las mesas en la acera del portal para que la gente se sentara a platicar y convivir mientras consumía sus bebidas.
En 1899, El Gran Café de la Parroquia cambia de dueño una vez más. El empresario español Rafael Menéndez, dueño entonces de otra de las grandes empresas centenarias del Puerto, el Hotel Diligencias, compra el café y lo moderniza adquiriendo máquinas para preparar café las clásicas cafeteras italianas.
En 1926, el Gran Café volvió a cambiar de dueño en esa fecha fue adquirido por otro empresario español residente en Veracruz llamado José Fernández y Fernández. Diez años después Fernando y Marcelino Fernández Lavid, sobrinos de Fernández y Fernández llegan de España, unos dicen huyendo de la Guerra Civil, otros simplemente buscando mejores oportunidades de vida, para ayudar a su tío con el negocio. Fernández y Fernández murió en 1950 y en 1959 Marcelino y Fernando compran el negocio a la viuda y a su hija.
Después de un pleito entre los familiares El Gran Café de la Parroquia por el arrendamiento del lugar donde se ubicaba la empresa, éste cambió de sede por primera vez en su historia en 1994. A partir de la década de los años setenta, los hermanos decidieron dividir el negocio Marcelino se quedó con La Parroquia de Veracruz y Fernando con El Gran Café de la Parroquia. Marcelino murió en julio de 2005 y Fernando en septiembre de 2010.
La Parroquia de Veracruz con sucursales y franquicias en diferentes ciudades y estados de la república, es la marca que creó Marcelino y que hoy dirige su hijo, mientas que El Gran Café de la Parroquia, que sigue siendo un café emblemático del cuatro veces heroico Puerto de Veracruz, fue la empresa de Fernando.
Entre los lugares comunes que se cuentan de la historia de El Gran Café de la Parroquia se dice que Don Porfirio Diaz desayunó y lloró en el local antes de embarcarse la mañana el 31 de mayo de 1911 antes de embarcarse en el Ypiranga rumbo a su exilio final. Políticos locales y nacionales se han congregado en sus mesas, de la misma forma que actores y creadores de renombre mundial.
Se dice que la peculiar y famosa manera de pedir al mesero que sirva café lechero, bebida que se sirve en un vaso de vidrio que el parroquiano golpea en su exterior del vaso con la cuchara se originó a finales del siglo XIX cuando los conductores de los tranvías del Puerto sonaban las campanas al pasar en las mañanas frente al café para que los meseros tuvieran listos sus matinales cafés con leche. En la actualidad al escuchar el tintineo del vaso, el mesero llega hasta la mesa del comensal con dos jarras; una con concentrado de café y otro con leche caliente, el parroquiano le indica al mesero la cantidad que desea de café mientras éste sirve el oscuro líquido en vaso y el mesero llena el resto del vaso con leche caliente al tiempo que eleva la garra para producir espuma en el café. La destreza de los meseros para servir el café si quemar al cliente se convirtió en legendaria y no todos los meseros son maestros lecheros y cafeteros como se les designa en El Gran Café de la Parroquia.
En 2012 la Lotería Nacional emitió un boleto del sorteo en honor de El Gran Café de la Parroquia y en 2013 un timbre postal conmemorando el aniversario número 205 de la empresa que es el café más antiguo en México y este año cumple 210 años.



publicado en thepoint.mx el 29 de junio de 2018
imagen: laparroquia.com

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