martes, 30 de abril de 2019

Alexandrine Tinné la exploradora olvidada.




Una millonaria holandesa que se adentró en el norte de África intentado en convertirse en la primera mujer en cruzar el Sahara, ha sido olvidada por causas ajenas a ella.
Armando Enríquez Vázquez
Entre las historias de las exploradoras del siglo XIX, mujeres valientes y que demostraron en más de una ocasión ser no sólo iguales, si no mejores que los hombres a pesar de las ideas machistas de la época, encontré el otro día la de Alexandrine Tinné a quien un poco por su destino y otro tanto más grande por las desventuras de la II Guerra Mundial, pocos conocemos y por esa misma visión machista nunca se valoró su papel en la exploración y descubrimientos en el Nilo y Sudán de la manera correcta y hoy que es demasiado tarde sólo se puede hablar de su relevancia de manera mínima.
Alexandrine Petronella Francina Tinné nació el 17 de octubre de 1835 en La Haya, Holanda. Se le conocía como Alexine, un sobrenombre que a ella le gustaba. Era hija de un rico comerciante y viajero llamado Philip Tinné, quien tenía 63 años al momento del nacimiento de Alexandrine. Su madre la Baronesa Harriet Van Capellen era hija de un importante almirante holandés y miembro destacado de la aristocracia holandesa. Philip Tinné inculcó a su hija el amor por lo viajes, él viajaba constantemente a Sud América a unas enormes plantaciones de azúcar que tenía en la entonces Guayana Holandesa, hoy Surinam. Durante un viaje a Italia cuando Alexine tenía nueve años, Philip murió heredando una gran parte de su fortuna a su hija, el monto de la herencia, más el dinero propio de la madre convirtió a las dos mujeres en una familia con mucho dinero. Lo que permitió a ambas dedicarse a lo que más gustaba a ambas viajar, explorar y descubrir el mundo.
Alexandrine Tinné realizó los estudios que se esperaban de una mujer de su época y aprendió además varios idiomas entre ellos el árabe. A los 21 años comenzó a viajar acompañada por su madre, primero por las capitales europeas conociendo museos, recorriendo ciertas ruinas europeas y más tarde sus expediciones fueron menos convencionales; atravesaron los Pirineos a caballo, atravesando territorios escarpados y de difícil acceso. Ese mismo año de 1856 parten de Trieste rumbo a Alejandría para conocer el río Nilo. El viaje duró casi dos años en los que Alexandrine y su madre recorrieron no sólo Egipto, si no que visitaron Palestina, Jerusalén, Damasco, el Mar Rojo, Luxor.
En el siguiente viaje Alexandrine y su madre se hicieron acompañar por la hermana mayor de ésta que además era la tía favorita de Alexine; Adriana Van Capellen. Esta mujer había sido dama de compañía de la reina Anna Pávlovna Románova, esposa de Guillermo II de Holanda. Las mujeres llegaron a El Cairo dispuestas a subir por el Nilo y alcanzar Jartum, capital de Sudán un lugar que no era accesible a la mayoría de los exploradores y mucho menos a un trío de mujeres. Eso sin contar que Alexandrine se empeñó en viajar con muebles, vestuarios, caballos, camellos y perros, además de sirvientes que había llevado desde Holanda más guías y cargadores para todos estos caprichos de la holandesa. Antes de iniciar el viaje conoció en la capital egipcia al misionero y explorador alemán Ludwig Krapf quien le aconsejo no hacer el viaje hasta Jartum en una sola etapa, lo que le propuso el alemán fue llegar primero a Gondar, la capital de Abisinia, algo que la joven holandesa descartó. Alexine, su madre y su tía tardaron tres meses en llegar a Jartum. Las holandesas llamaban la atención entre los diferentes grupos de etnias africanas pues para muchos eran las primeras mujeres blancas que veían, además que viajaban con toda una parafernalia que ningún otro explorador europeo hubiera considerado. Los mismos europeos que iban encontrando en el camino se sorprendían por lo que estas mujeres llevaban consigo y por la zona que habían decidido explorar. Samuel Baker un inglés que buscaba las fuentes del Nilo, en una carta a su hermano las calificó de dementes, además de que Harriet le había ganado la compra de un vapor, para navegar por el Nilo Blanco. Los afluentes de Nilo y los lagos cercanos a Jartum eran cuna de mosquitos y de malaria, afortunadamente las holandesas en esa ocasión no contrajeron enfermedad alguna, sólo el cansancio de la travesía. Lo más al sur que llegó la expedición fue al poblado sudanés de Gondokoro, un lugar que a las holandesas pareció infecto y que era lugar de reunión de negreros y traficantes de marfil. Después de un mes de recuperar fuerzas y reparar las naves y quedar en la certeza de que el viaje hacía el centro de África era imposible pues los ríos ya no eran navegables, ni seguros, Alexandrine Tinné decidió dar media vuelta y regresar a El Cairo.
La que más sufrió el viaje fue la tía que a los pocos días de iniciado decidió encerrarse en su camarote, salir lo menos posible y aislarse. Una vez de vuelta Jartum, Alexine propuso no regresar aun a El Cairo y continuar el viaje navegando uno de los afluentes llamado Bahr el Ghazal, que en español significa Río de las gacelas. El viaje largo, pensaban hacerlo en seis meses, se complicó por las enfermedades que achacaron a los miembros de la expedición y los imprevistos que se fueron presentando. En esta ocasión se unieron a la expedición de Alexine dos científicos alemanes y un noble holandés, pero la tía decidió no participar y quedarse esperando a su hermana y sobrina en Jartum. Una vez más el séquito de Tinné era excesivo y demostraba excentricidad y su fortuna. El viaje duró más de un año y en el perecieron dos de las doncellas holandesas de Alexandrine, uno de los científicos alemanes de nombre Hermann Steudner, y finalmente habría de morir la madre de Alexandrine; Harriet. Alexandrine devastada regresó a Jartum, había pasado más de un año desde que la fatídica expedición había salido de Jartum, Alexandrine decidió pasar unas semanas para recuperarse antes de regresar con su tía a El Cairo, uno días antes del inicio del regreso, la tía Adriana murió también víctima de las fiebres tropicales.  
Alexandrine sintiéndose culpable por la muerte de su madre y su tía juró no volver jamás a Amsterdam, al llegar a El Cairo rentó una casa y permaneció en ella los siguientes años, antes de emprender un viaje por la costa del Mediterráneo que terminó en Argelia donde encontró ciudades destruidas por un terremoto y una epidemia de cólera. Alexandrine alquiló una villa y se dedicó a estudiar la lengua de los Tuareg para en diciembre de 1867 iniciar un nuevo viaje en el que atravesó parte del desierto del Sahara, la primera etapa terminó seis meses después en el Valle de M’Zab, hoy patrimonio de la humanidad de acuerdo con la UNESCO. De ahí se dirigió a la costa y regresó vía marítima a Malta, después se dirigió a Trípoli e inició una nueva aventura intentando otra vez cruzar el Sahara, esta vez llegó hasta un oasis en el centro del Sahara. Ahí, la caravana se topó con un grupo de Tuaregs, entre los habitantes del desierto y el guía de la expedición de Tinné se dio un malentendido y se desató una escaramuza y Alexandrine Tinné cayó herida, al parecer en una espada le cortó una mano. Hay quienes suponen en base a la declaración de los testigos que la holandesa murió desangrada en el desierto, aunque su cadáver nunca fue encontrado, otros siguiendo una noticia aparecida treinta años más tarde suponen que fue rescatada y vendida a un jeque árabe con el que tuvo tres hijos.
Alexandrine Tinné era aficionada a la pintura y a la fotografía, durante sus viajes realizó fotos y acuarelas, la mayor parte de su colección de objetos, materiales creados por ella y animales se perdió en bombardeos que durante la II Guerra Mundial destruyeron las bodegas donde se guardaban sus pertenencias tanto en Inglaterra como el La Haya, como mencioné antes. Lo que impide sin duda el darle el justo valor a su vida, más allá del de la millonaria excéntrica que se enamoró de África. Sobreviven los diarios de su madre y algunos papeles y cartas de Alexandrine que se resguardan en la Biblioteca Real de La Haya y en un museo en Stuttgart.
En 2013 el correo holandés emitió timbres postales con la imagen de Alexandrine Tinné


imagen: murderis everywhere.blogspot.com

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