martes, 2 de abril de 2019

María Rebeca Latigo de Hernández, los derechos del migrante la lucha de una vida.



Antes de la demagogia actual o de la moda por desprestigiar o validar al migrante, una mujer mexicana luchó por sus derechos.

Armando Enríquez Vázquez

Nunca me cansaré de contar la historia del día que en 2001 en el invierno de Milwaukee conocí a Narciso Alemán, su esposa Rita, una enorme mujer en todos los sentidos de ascendencia nórdica y con la compartía un proyecto en aquellos años, me presentó a su marido. Narciso era un hombre moreno de ancho bigote y pelo negro como el de muchos mexicanos que nunca producen una cana. Narciso estrechó mi mano y se presentó en perfecto español.
- ¿De dónde eres? – pregunté
- De México, de la parte ocupada, de Texas.
La familia de Narciso era parte de esas familias de origen mexicano que no abandonaron el territorio texano cuando los bribones dirigidos por el cuatrero Sam Huston y el mercenario Steve Austin se apoderaron de todo ese territorio que pertenecía a México.
A lo largo de la historia de la nación texana, primero y más tarde ya como una estrella de los Estados Unidos un grupo de mexicanos con raíces que anteceden la de los sajones sufrieron de la discriminación e injusticias que los racistas norteamericanos impusieron, incluso en los negros que los ayudaron a apoderarse de Texas. La comunicación, los lazos y los nexos entre mexicanos de aquí y de allá además de algunos anglosajones, en la frontera con de Texas con Coahuila, Nuevo León, Chihuahua y Tamaulipas se mantuvo en buen estado. Con la Revolución esa relación aumentó porque miles de familias mexicanas cruzaron la frontera en busca de la paz que no encontraban de este lado de la frontera en la mayoría de los casos y en otros porque los conspiradores pensaban que era más fácil operar de manera clandestina, sólo para toparse con peores condiciones de discriminación y violencia que en nuestro país.
En esos años surgió una mujer que junto con su marido luchó desde diferentes trincheras para hacer valer los derechos de los migrantes mexicanos de una manera que nadie ha hecho hoy que quienes intentan cruzar la frontera enfrentan con la estupidez racista de Trump y sus seguidores. Su nombre María Rebeca Latigo de Hernández. Olvidada por décadas en los cajones de la ingrata historia de México que no reconoce a los mexicanos allende las fronteras y por la racista y sesgada historia norteamericana. Latigo de Hernández fue recordada gracias a un Doodle en 2018 al conmemorarse los 122 años de su natalicio.
Nació el 29 de julio de 1896 en Garza García, hoy parte de la zona conurbada de Monterrey en el estado norteño de Nuevo León. Su padre era maestro y ella siguió el ejemplo, incluso dio clases en la ciudad de Monterrey antes de casarse en 1915 a la edad de 19 años.
Junto con su esposo Pablo Hernández Barrera, María Rebeca Latigo, se mudó a vivir a San Antonio Texas en 1918. Allí establecieron una tienda de abarrotes y una panadería, Además María Rebecca comenzó a interesarse por la condición de los migrantes mexicanos y a publicar pequeños textos denunciado los maltratos y discriminación que sufrían. Todo esto desde la ilegalidad en la que vivían ella y su esposo, pues la pareja no obtuvo papeles de residencia legal hasta 1928.
Para 1932 María Rebeca se convirtió en la primera locutora mexicana en la radio de San Antonio en uno de las primeras emisiones de radio en español en Estados Unidos, desde el micrófono María lanzaba sus mensajes como activista de los migrantes. El programa que se transmitía por la KABC-radio de San Antonio y que duraba media hora pronto pasó a durar una hora debido a su gran popularidad. En 1960, Latigo de Hernández, se convirtió en pionera de la televisión chicana al tener un programa llamado La hora de la mujer en un canal local de San Antonio.
Unos años antes en 1929 María Rebeca y su marido fueron parte de la constitución de un organismo llamado “La Orden de los Caballeros de América” encargada de velar por los derechos civiles y educativos de los mexico-americanos y los migrantes de habla hispana. Latigo de Hernández y su marido fueron claves y estuvieron presentes a lo largo de la lucha y la historia de los chicanos, ese importante grupo social y étnico identificado únicamente con mexicanos y sus descendientes en tierras americanas que el gobierno de Nixon borró en los setenta con el denigrante vocablo “latinos” que terminó rasando a los miembros de todas las nacionalidades latinoamericanas y a sus descendientes como una sola comunidad.
María Rebeca fue promotora de la educación bilingüe y de la equidad en la calidad de la misma en las amplias zonas habitadas por mexicanos y sajones como habitantes nativos. Durante la década de los años veinte aprendió el oficio de comadrona y algunos principios de enfermería al convertirse en la ayudante principal del médico encargado de cuidar la salud de su padre. Fue una incansable luchadora social que tomó partido por las trabajadoras de la empresa Pecan & Shell en 1938. Escribió muchos artículos y al menos un libro a favor de los derechos educativos, sociales y humanos de los migrantes y de las mujeres trabajadoras. En 1932 fundó la Asociación Protectoras de Madres y en 1934 La Liga de Defensa-Pro Escolar para defender los derechos de los niños chicanos a una educación de calidad. Los Hernández fueron feministas en un país que acababa de conceder el voto a la mujer.
En 1939 formó parte de una comisión que viajó desde San Antonio a la Ciudad de México para entrevistarse con el presidente Lázaro Cárdenas y fortalecer así los nexos entre las comunidades de mexicanos que vivían en Estados Unidos y el país que era su origen o el de sus ancestros.
Durante la II Guerra Mundial se dedicó a la venta de bonos de guerra y a escribir artículos para los medios que se publicaban en español. Dos de sus hijos, tuvo 10, se enrolaron en el ejército americano. Formó parte de la campaña de Franklin Delano Roosevelt para la presidencia entre la comunidad mexicana de Texas.
En 1945 publicó México y los cuatro poderes que dirigen al pueblo, libro escrito en español y en el que declaraba la importancia de la familia como base de valores y del activismo político social que se compromete no sólo con los miembros de la familia, sino con la comunidad y la nación.
Activa políticamente en 1970 se unió al partido chicano “Raza Unida”. Fue siempre una defensora de mantener el español vivo entre la comunidad chicana y una de las primeras promotoras del bilingüismo en Estados Unidos.
En 1980 murió su esposo. a quien ella siempre reconoció como el compañero y motor de su lucha a lo largo de toda la vida. María Rebeca Latigo de Hernández murió de neumonía el 8 de enero de 1986 en Texas rodeada de los 5 hijos que aun vivían, de 19 nietos y 23 bisnietos de acuerdo con el libro Notable American Hispanic Women escrito por Diane Telgen. 

publicado en mamaejecutiva.net el 25 de marzo de 2019
imagen: inverse.com

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