miércoles, 24 de abril de 2019

Gabrielle Petit, la espía belga de la I Guerra Mundial.




La única heroína civil de la I Guerra Mundial en Bélgica, fue una valiente joven que espió para los ingleses y que pocos recuerdan.

Armando Enríquez Vázquez

Las últimas palabras, inventadas o no, siempre tratan de ser utilizadas para sintetizar la vida de aquella o aquel a quien se intenta validar o descalificar. Las últimas palabras, somo la historia, parecen ser escritas y rememoradas por los ganadores. En el caso de Gabrielle Petit quien a los 23 años enfrentó al pelotón de fusilamiento alemán encargado de ejecutar la pena de muerte con la que se sentenció su actividad de espionaje, se dice que la joven desafió a sus verdugos antes de la descarga con el grito: “Les demostraré como una mujer belga sabe morir.” En un panfleto muy popular que se publicó en el momento de la exhumación del cuerpo Gabrielle Petit se consigna un grito diferente; “Larga vida a Bélgica, Larga…” que fue interrumpido por los disparos del escuadrón de fusilamiento. 
Gabrielle Alina Eugenia María Petit nació en Tournai, una ciudad mediana cercana a la frontera de Bélgica con Francia, el 20 de febrero de 1893. El padre fue un alcohólico desobligado y la madre murió cuando Gabrielle tenía nueve años de edad, ella y su hermana fueron educadas en un internado de monjas en la ciudad de Brugelette. Desde muy pequeña Gabrielle mostró un carácter y una determinación que sorprendió a su madre y a sus abuelos maternos en especial a su abuelo. Su madre incluso la consideraba como su mano derecha a pesar de su edad y de que Gabrielle tenía una hermana mayor.
En el internado el comportamiento de Gabrielle no fue el mejor, un día las monjas retuvieron unos dulces que le había enviado su padre como consecuencia de alguna de las faltas de Gabrielle. El padre se enteró gracias a los padres de otra interna que vio la caja de dulces, el señor Petit reclamó a la madre superiora quien a su vez en una entrevista diferente conminó a Gabrielle a dar el nombre de quien le había contado acerca de los dulces o sería expulsada de la escuela, Gabrielle se negó y decidió abandonar la escuela. A pesar de su conducta Gabrielle fue una de las alumnas más brillantes de su generación y con un gran pesar abandonó el internado. Gabrielle tenía en ese momento 15 años. Abandonó también Brugelette para vivir y buscar trabajo en Bruselas, donde vivía su hermana Helena.
Su primer empleo fue como institutriz, pero en diferentes cartas citadas por su biógrafa, la historiadora belga Sophie de Schaepdrijver, se encontraba insatisfecha y molesta, eso sin contar las negativas de su padre a entregarle sus pertenecías. Abandonó ese trabajo para entrar a una tienda de moda y después trabajó en una pastelería y después paso a trabajar como asistente en una tienda de pieles, así la insatisfecha Gabrielle que no pudo continuar con su educación cambiaba de trabajo constantemente y sufrió crisis económicas durante algunos periodos de su vida.
En 1914 conoció a Maurice Gobert, un joven sargento del ejército belga de quien se enamoró y con quien se comprometió antes justo de la I Guerra Mundial. Maurice fue enviado a Lieja, mientras Gabrielle se enroló como enfermera de la Cruz Roja. Al inicio de los enfrentamientos con el ejército alemán Gobert resultó herido y fue hospitalizado primero en Lieja y más tarde fue trasladado a Amberes. No esta muy claro cómo Petit fue contactada por los servicios de inteligencia inglesa, en los momentos en que pensaba reunirse con Gobert para huir de Bélgica, y en 1915 en lugar de encontrarse con Gobert de acuerdo al plan de ambos, Gabrielle partió a Londres donde fue instruida para realizar sus labores de espionaje. Jamás volvió a ver a Gobert. Joseph Ide, el hombre que presuntamente la reclutó, expresó años después que nunca había conocido a una mujer tan inteligente y con tantas ganas por aprender. Para cumplir con su nueva profesión, Petit cambió su nombre por el Miss Legrand, firmó papeles que le daban un puesto de trabajo en una empresa llamada Cereal Company y comenzó a espiar enviando mensajes sobre los movimientos de las fuerzas alemanas, trenes, sabía distinguir un poco los uniformes de los alemanes con lo que incluía en sus informes el tipo de fuerzas que pasaban por Bruselas. Salvando la vida de soldados ingleses y franceses a los que ayudó a cruzar las fronteras, distribuyó un pasquín llamado “Belgica Libre”.
La red de espionaje de Gabrielle Petit no duró mucho, los alemanes conscientes de los diferentes esfuerzos de ingleses y franceses por crear grupos de espías, lograron infiltrar a un contra espía alemán, que se hacía pasar por holandés y quién consiguió que Petit fuera detenida en febrero de 1916. En los interrogatorios y bajo tortura Gabrielle Petit se negó a delatar a sus compañeros, el 8 de marzo fue sentenciada a ser fusilada lo que ocurrió el 1º de abril de 1916. A diferencia de Edith Cavell, la espía-enfermera inglesa, nadie armó una campaña a favor de Gabrielle.
Fue hasta 1919 cuando sus restos que había sido enterrados en Schaarbeek, el mismo lugar de su ejecución, fueron exhumados y ella reconocida por su labor a la patria belga y a la causa de los aliados, y fue declarada heroína nacional. En 1924 una estatua de Gabrielle fue develada en Tournai.
La biografía de Gabrielle Petit escrita por Sophie de Schaepdrijer se titula Gabrielle Petit, vida y muerte de una espía de la I Guerra Mundial.  y es la base para este texto.


imagen: twitter.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario