martes, 15 de junio de 2010

La historia del voto femenino


Los derechos que por ley debían de ser naturales a las mujeres han implicado una larga lucha y muchas heroínas.

La democracia, que imaginamos ser el paradigma de la justicia entre los seres humanos, por la cual se lucha, incluso hay quienes mueren por el concepto. Esa que nos iguala a todos los seres humanos tiene también una negra historia.
Para todos es conocido que en la Grecia antigua el concepto democracia excluía a todos aquellos que no eran ciudadanos atenienses, empezando por esclavos y mujeres. Lo que al parecer no es tan conocido es que los revolucionarios franceses eran ideológicamente cercanos a este concepto de la democracia o al menos así lo demuestra el siguiente hecho. En 1791, tan sólo dos años después de la aparición de “La declaración de los derechos del hombre y el ciudadano”, apareció en Paris, también, “La declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana.”, su autora Olimpia de Gouges, obviamente no sentía que la revolución le hubiera hecho justicia a ella, ni a ninguna mujer de la época. La recompensa por sus escritos; la guillotina en 1793.

“Hombres, ¿Acaso son capaces de ser justos? Es una mujer la que se los pregunta; y al menos no podrán negarme el derecho a preguntar…” Así comienza el texto de Olimpia de Gouges. Me recuerda a Sor Juana en el lugar común de “Hombres necios que acusáis a la mujer…” Para Gouges, la igualdad de géneros y lo complementario de ambos debían resultar en la felicidad y armonía de Francia, la opresión de la mujer y la negación de sus derechos daba como resultado la corrupción y el mal gobierno.

La lucha de la mujer, en lo que llamamos occidente, por obtener un reconocimiento social, más allá del meramente humano, ha sido larga y dura. Hace 100 años, la gran mayoría de las mujeres no podían acceder a la educación alrededor del mundo. Mucho menos a ejercer derechos y obligaciones políticas como el voto.

Se tiene documentado que durante la edad media en algunas ciudades europeas se permitía votar a las mujeres siempre y cuando fueran la cabeza de la familia. En Suecia entre 1718 y 1771 a las mujeres que pagaran impuestos se les permitía ejercer el voto. Y en 1775 la constitución de la República de Córcega, estipulaba el derecho al voto de todos los habitantes de la isla mayores de 25 años, sin importar el género. Esta ley terminó en 1769 cuando Francia se anexó la isla.

Aunque el voto de la mujer no era raro durante finales del siglo XVIII y el siglo XIX, éste no era universal y estaba basado más en las excepciones, en varias de las colonias británicas una mujer podía votar siempre y cuando pudiera comprobar ser dueña de propiedades, como una mujer casada carecía de propiedades, pues todas estaban a nombre de los maridos, solo las viudas y las solteras tenían derecho a votar.

El movimiento por el derecho de la mujer a votar se vio reforzado desde principios del siglo XIX, en diferentes países de Europa. Pero fue Finlandia el primero en aprobar el sufragio universal de la mujer en igualdad con los derechos del hombre en 1906, al año siguiente fueron electas las primeras 19 mujeres para ocupar escaños en el parlamento finlandés.

En América los primeros en reconocer el derecho de la mujer a sufragar fue el territorio de Wyoming en 1869 y en 1870 el territorio de Utah, en 1887 el Congreso de los estados unidos revocó el voto femenino en Utah, cuando una mayoría de mujeres votó a favor de la poligamia en el estado. Finalmente las mujeres norteamericanas obtuvieron el reconocimiento a votar en 1920.

En México la historia no fue diferente y a pesar de su papel en la Revolución de 1910, la mujer no fue reconocida en sus derechos por ninguno de los cabecillas de la lucha. En 1916 un grupo de mujeres crea en Yucatán el primer congreso feminista. Uno de los puntos de acuerdo de este congreso fue demandar que a la mujer se le otorgara el derecho a votar. Es hasta 1953, el 17 de Octubre que se publica finalmente en el diario oficial de la nación el derecho de las mujeres a votar y ser votadas.

En México han pasado solo 54 años desde que los derechos políticos fueron reconocidos, sin embargo, la mentalidad machista y discriminatoria de la mujer no ha cambiado mucho, sin embargo, en esos 54 años ya hemos tenido diputadas y senadoras, gobernadoras y secretarias de estado, sólo falta tener una presidenta. No sólo la mujer ha ganado puestos de importancia en el sector público, cada día son más las mujeres que encabezan empresas o tienen puestos directivos. Muchas de ellas sacrificando familia y vida para lograr sus metas personales y laborales y valdría regresar al pensamiento de Olimpia de Gouges, donde hombres y mujeres son complementarios no solo para un vida armónica, si no para una sociedad que lo sea también.

Publicado en blureport.com.mx 14 de junio 2010

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