miércoles, 23 de mayo de 2012

Bernardo Gaviño, el primer ídolo de la afición.

En el siglo XIX un hombre despertó por más de 50 años el entusiasmo de los mexicanos por verlo batirse frente a las bestias. Fue la primera figura del toreo en México.
Armando Enríquez Vázquez


 Bernardo insigne, la parlera faena,
Tu nombre lleva por el ancho mundo,
Y en tu arte fuerte, sin rival te llama;
Y México en su afán noble y profundo
Rey en la lid y sin igual te aclama…

Fragmento  de “A Bernardo Gaviño, en su función de beneficencia”. La verdad neta, 15 de febrero de 1852.

La tarde del 31 de enero de 1886, en la plaza de Texcoco, salió por la puerta de toriles un animal  de nombre Chicharrón, toro bravo que según algún cronista de la época no pudo ser banderillado y acabó con los picadores. El juez ordenó al torero entrar en el tercio final y acabar con el toro. El toro de la ganadería de Atenco, la primera y más antigua en ser fundada en México, se remonta a 1552 año en que la fundó Juan Gutiérrez Altamirano, primo del conquistador Hernán Cortés, habría de terminar la tarde cornando de muerte al matador.
El hombre cornado esa tarde en Texcoco y que habría de morir días más tarde en la Ciudad de México por la gravedad de sus heridas contaba con 73 años de edad y era uno de los grandes ídolos de los de aficionados taurinos. Su nombre era Bernardo Gaviño y Rueda. Nació en 1812 en Cádiz. Pariente lejano de un torero apodado “Leoncillo” que lo inicio en la tauromaquia, Gaviño partió de España rumbo a Montevideo en 1830 aproximadamente, allí paso dos años y se dirigió a La Habana, llegó a México en 1835 para torear, contratado por el consúl de nuestro país en la capital cubana.
Los siguientes cincuenta años Gaviño toreo a lo largo y ancho de México, principalmente en la Ciudad capital, donde sus hazañas, fueron vistas por personajes como Santa Anna, Comonfort, Juárez, Miramón, incluso Maximiliano y Carlota, algunos de ellos como a Bustamante y a Miramón, llegó a dedicarles faenas. El diestro era invitado a las fiestas de la alta sociedad mexicana. Sus hazañas en el ruedos fueron narradas además de los cronistas taurinos de la época, por la misma Madame Calderón de la Barca en sus memorias de la vida en México, que lo vio actuar en la corrida del día de reyes de 1840. Así como el secretario de la legación norteamericana en México Brantz Mayer. Se sabe que Gaviño hizo fortuna en México y cuando la prohibición de corridas en la ciudad a partir del año 1867 partió a buscar fortuna a Sudamérica y dio corridas en Lima y Callao, para regresar a torear a México en las plazas cercanas a la Ciudad que no se vieron afectadas por la prohibición. Tlanepantla, Puebla, Texcoco.
Gaviño revolucionó el toreo de la época en México y a lo largo de  su vida en México creó una escuela  taurina, siendo su principal discípulo el famoso Ponciano Díaz, que más tarde se separaría de la cuadrilla de Gaviño y haría su propia fama y riqueza.
Gaviño lidiaba unas 50 tardes al año y en cierta ocasión se le contrató para torear mañana y tarde en Chihuahua, de este viaje que se tornó en aventura quedan dos recuerdos, el primero es que la comitiva en la que viajaba el diestro, fue atacada en su camino por comanches, resultando una batalla de más de ocho horas. Al final de los 64 acompañantes de Gaviño solo dos, además del torero, sobrevivieron el ataque, Fernando Hernández, el banderillero y Vicente Cruz el picador. Tras recuperarse de sus heridas Gaviño dio tales faenas en Chihuahua que el párroco de Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, murió de felicidad, eso dicen la crónicas.
De la muerte de Gaviño no se puede decir lo mismo. Gaviño no murió de felicidad, la infección de la cornada le produjo serias complicaciones y una agonía de diez días, ni en la abundancia, todo lo que había ganado en años de juventud había desaparecido para el momento en el que Chicharrón lo hirió de muerte. Se dice que su entierro fue costeado por su cuadrilla ya que ni para eso tenían los familiares del matador.
A su figura y estampa se escribieron muchos versos hoy perdidos, algunos recolectados en libros, blogs y revistas.
Murió Bernardo Gaviño
Y murió como valiente,
Puesto que murió luchando
Con un toro frente a frente…

Fragmento de a la memoria de Bernardo Gaviño, Anónimo 1886.

Publicado en thepoint.com.mx el 23 de mayo de 2012
Imagencortesía tripod.com

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