viernes, 18 de mayo de 2018

La economía naranja y las campañas presidenciales.



Los candidatos a la presidencia desconocen la realidad actual, los términos utilizados en el mundo y su relevancia. Para muestra, un botón: Economía Naranja.

Armando Enríquez Vázquez

Desde hace unos meses la ex candidata independiente a la presidencia Margarita Zavala insistió en la promoción de la economía naranja como factor de desarrollo del país y aunque pareciera que no conocer bien a bien a que se refería, lo cierto es que sus palabras tienen razón, además de ser la única de los candidatos presidenciales en poner el dedo sobre la llaga sobre algo en que México se puede distinguir. De hecho, el simbólico gesto de nombrar a Consuelo Sáizar, directora de CONACULTA en el sexenio de su marido, en los días finales de su campaña. Como lo demostró en el debate la ex candidata sabe de lo que habla, pero nunca supo cómo expresarlo.
Cuando Margarita Zavala habló inicialmente acerca de la economía naranja muchas personas, incluidos articulistas y columnistas se burlaron de ella y del término, demostrando su gran ignorancia en una época en el que googlear la frase los hubiera ilustrado y de esa manera no hubieran hecho el ridículo al que su soberbia los exhibe. La economía naranja es un término que se utiliza a nivel mundial para describir todos los ingresos que producen la generación de ideas, contenidos en materia cultural.
Si en algo hay riqueza en México es precisamente en talentos creadores; desde los artesanos que se ganan la vida creando en barro, papel maché, cerámica. Qué en sus telares fabrican cobijas, sarápes, rebozos, faldas, que bordan blusas hasta la alta cultura que gana premios internacionales y se exhibe en galerías por todo el mundo, pasando por promotores culturales, pequeñas y medianas editoriales nacionales, restaurantes y creadores de la gastronomía nacional. La cultura mexicana es enorme y los creadores mexicanos se encuentran a lo largo y ancho del territorio nacional siendo una parte de la economía del país sin darse cuenta y sin que ningún gobierno hasta hoy los reconozca en su verdadera dimensión. Desde el triunfo de la Revolución, o mejor dicho desde que los usurpadores sonorenses de la misma se declararon vencederos, el gobierno se ha convertido en mecenas y censor de la expresión creativa de los mexicanos, a lo largo de casi un siglo de terminada la lucha armada. Casi todos los presidentes han sido ignorantes que han dedicado a la cultura sólo dádivas a una elite que se han convertido en cancerberos de su tajada del presupuesto, creando mafias intelectuales más perversas, oscuras y corruptas que la que denuncia Andrés Manuel López Obrador desde que se separó del PRI y que intenta crear con su partido político.
La economía naranja va de la mano del turismo y es como este es una de las verdaderas industrias sin chimeneas. También integra a los científicos que generan patentes e investigación, un campo del quehacer humano olvidado en México pero que representa grandes ganancias para investigadores, universidades y por extensión riqueza real para los países.
Más allá de las reformas estructurales y de las contrarreformas por venir, el estímulo a la creación, generación de contenidos, la promoción y difusión cultural y científica debe venir apoyada no por dinero del gobierno si no por políticas públicas nacionales de apoyo. De promoción y estímulos que no tienen, ni deben ser específicamente dinero a los creadores. Esa misma promoción turística existente hoy en día y que muchas, la gran mayoría de las veces no implica un subsidio del gobierno debe replicarse en el desarrollo de la economía naranja del país y pude ser el ejemplo para hacer crecer a esta notable fuente de crecimiento de una nación.
Hacer a un lado la política y las ideas de los creadores y promotores de vivir del presupuesto para pasar a vivir creando fórmulas exitosas para crear las audiencias que respondan a sus propuestas. Programas de educación, de lectura por los propios autores, promotores y empresas culturales. No podemos pensar en que la audiencia que representan los casi ciento veinte millones de seres humanos que habitamos el país es homogénea.
Hace ya muchos años en que los estímulos en materia de creación son insuficientes porque se piensa en ellos como un gasto del erario, una inversión sin retorno. Es por eso qué se debe poner sobre la mesa que los estímulos no pueden ni deben ser únicamente una dádiva del gobierno, los creadores por décadas acostumbrados a las becas y subsidios hoy deben pensar de en ellos y su trabajo de manera similar a la que hace un empresario, así lo han hecho desde siempre artistas que se pueden dar la libertad de no depender del dinero del Estado y por lo tanto no ser sumisos a él. Tamayo, Rivera, Paz, Fuentes, no solo generaron renombre a México en sus áreas generaron ingresos y empleos directos e indirectos, lo que en el mundo cínicamente material de hoy es muy importante.
Se calcula que la economía naranja representa el 3% de PIB mundial y lo cierto y todos lo sabemos que en una era de tecnología desenfrenada que vivimos una revolución industrial que como ninguna otra habrá de dejar a decenas millones de personas en el desempleo y ante la llegada del momento de la singularidad; el nombre del juego son contenidos. En ese sentido es de reconocer el papel de la Secretaria de Cultura de la CDMX que intenta poner en contacto a creadores y emprendedores culturales con los fondos de la iniciativa privada para formar alianzas ganadoras y una un sistema de dependencia con el gobierno.
Es muy importante que los candidatos a la presidencia y en este caso me refiero a los cinco hablen al electorado de cosas realmente importantes y actuales y no se mantengan en la perorata que construyen a partir de los demagógicos lugares comunes en los fundamentan sus campañas políticas.
No sólo se trata sólo de la economía naranja, sino en la educación que cada día necesita maestros con mayor conocimiento en las nuevas tecnologías, la creación de un sistema de salud y de pensiones sólido y a prueba de políticos voraces y de empresarios que buscan el monopolio de la salud, de la gran ola de desempleo que se avecina a nivel mundial. México ya no es la isla que crearon por décadas los priístas y a la que quiere regresar el retrogrado Andrés Manuel en compañía de sus huestes. Quien sea presidente debería tener en claro la situación global y el papel que nos toca jugar.


una versión de este texto se publicó en blureport.com.mx el 15 de mayo de 2018

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