lunes, 14 de mayo de 2018

¿Dónde quedaron el piloto y la izquierda en México?




Con la pátina del absurdo y la incoherencia continúan las campañas electorales sin rumbo y sin pasado.

Armando Enríquez Vázquez

Después de una semana más en las accidentadas y patéticas campañas presidenciales, sí podemos decir y pensar qué en el circo de la política mexicana contemporánea lo que impera es el humor involuntario, la improvisación y la estupidez.
Miércoles 2 de mayo, conforme fue avanzando el día un rumor se acrecentaba entre columnistas, periodistas y los medios de información quienes a fuerza de tuitazos querían ganar la primicia de la información: La inminente salida de Enrique Ochoa Reza de la dirigencia nacional del PRI y la llegada de un viejo dinosaurio y priísta de cepa a ocupar el lugar del favorito de Peña Nieto para tratar de minimizar, o de por lo menos de implementar un control de daños al partido; recatar lo que se pueda del fracaso total de Peña Nieto y sus amigos. La campaña de José Antonio Meade es insalvable, pero no así curules y escaños para ciertos priístas que necesitan ver como salvan a su partido de la extinción.
Lo que es claro y obvio es que la decisión no salió de Los Pinos, ni de la conciencia de Peña Nieto; Luis Videgaray. Al contrario, la orden vino del interior del partido, de los enemigos del Peña Nieto, de aquellos a los que a lo largo de su sexenio humilló y menospreció. Miguel Ángel Osorio Chong y Claudia Ruiz Massieu entre otros celebraron la llegada de uno de sus allegados, René Juárez. Un día antes el candidato del partido en el Poder había declarado que no había plan B en su campaña cuando la encuesta de Reforma hizo evidente como sigue hundiéndose su campaña. ¿Entonces qué sucedió al día siguiente? ¿Estaba ya planeada la salida de Ochoa Reza desde que inicio la campaña, sin importar el mensaje de debilidad y caos existente al interior del PRI? ¿En serio Señor Meade, o el plan B provino de los que nunca creyeron que usted fuera la mejor opción para el PRI; los priístas? Lo peor es que el candidato declaró un día después de la llegada de René Juárez Cisneros a la dirigencia del PRI que la decisión del relevo había sido de él. Otra vez ¿En serio? Ahora resulta que el menos priísta de los que forman ese partido, es más, el único que no es priísta está por encima de la militancia y los viejos cuadros del PRI. Las cosas entonces están peor de lo que parecen y la herencia de Peña Nieta. Luis Videgaray y Enrique Ochoa es la de un trío de arrogantes traidores que desmantelaron a su partido ignorado a los miembros y bases que lo apoyaron a llegar a ser el presidente del país.
Pero sí lo que sucede al interior del PRI no tiene pies ni cabeza, lo que demostró Andrés Manuel López Obrador una vez más fueron su intolerancia, su poca idea de la política, su incapacidad, como Donald Trump, de contenerse y su espíritu, como Francisco Labastida, de exponerse como víctima. Lo que es peor en su ira desatada contra empresarios que no simpatizan con sus ideas, se llevó entre las patas a Peña Nieto al que tácitamente llamó títere de los empresarios y por extensión víctima y caso curioso terminó sin darse cuenta defendiéndolo y justificándolo. En otro caso de la política como fuente del humor involuntario en México.
La postura de Andrés Manuel muestra un hecho claro. Hace muchos años que la Izquierda Mexicana desapareció del escenario de la política mexicana. Hombres y mujeres que lucharon por un México equitativo, moderno, incluyente con ideales claros de izquierda han sido traicionados por una runfla políticos oportunistas que desmantelaron al PSUM para crear esos Frankensteins sin ideología que son el PRD y Morena. El desmoronamiento de la Izquierda Mexicana se remonta a Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y sus pupilos Rosario Robles, Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Encinas, quienes terminaron por desmantelarla con sus minions sin escrúpulos que los rodean y alaban como si fueran paladines de las ideas. Scheinbaum, Bejarano, Monreal, Padierna, Polevnsky, viles y serviles mezquinos con miras a enriquecerse como lo hacen sus similares en el PRI y el PAN. Acomodaticios personajes a los que los mexicanos hemos permitido existir al interior de un sistema político que hemos tolerado en aras de una mal entendida pluralidad democrática a lo largo de este siglo.
La triste historia de eso que nos quieren hacer creer que es Izquierda culmina, no sólo con López Obrador aliándose con el Partido Encuentro Social y la latente posibilidad del retroceso en las libertades individuales de grupos como los homosexuales y el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, si no con Ricardo Anaya como orador en la celebración del aniversario 29 de la fundación del Instituto Político que acabó con la Izquierda Mexicana.
Finalmente, no deja de preocupar el tuit de un opinólogo lleno de odio y frustraciones que creció este sexenio a la sombra y tolerancia del en otros casos intolerante Peña Nieto. Ricardo Alemán tuiteó el fin de semana lo que parece una invitación a asesinar a López Obrador. Más allá de lo deleznable y poco ético de un mensaje así en una persona que se cree comunicador, nos obliga a dos puntos de reflexión en la pervertida y bárbara democracia mexicana. Por un lado, la falta de acción inmediata de las autoridades cuando realmente se necesita. Por otro ese papel, que muchos se niegan a aceptar de Andrés Manuel como factor importante en la división y odio entre diferentes sectores de la población. Hace uno meses cuando el tabasqueño habló y amenazó con las posibilidades de “despertar al tigre”, prefirió ignorar el hecho de que en México existen varios tigres y que es mejor ser mediador, no sea que el tigre que se despierte sea otro, como podría resultar de los llamados insensatos y criminales de Alemán.
El gran escritor y pensador mexicano José Revueltas escribió en 1958 el ensayo México: Una democracia bárbara, en él Revueltas concluye que el estado, entonces una maquinaria perfecta del PRI, tenía como base de falacia democrática, lo que hoy llamamos clientelas y en prologo a la segunda edición casi veinte años después de su publicación Revueltas escribió: “El Estado mexicano a través de numerosas vicisitudes internas y externas, y de una serie de pruebas y contrapruebas derivadas de su inicial acto de origen, como acto ideológico que le impedía estatuirse como diametral negación de la sociedad porfiriana, se ha ido afinando cada vez más, hasta llegar a su máxima expresión contemporánea como Estado ideológico total y totalizador…” y cuya evolución está formada por esas mafias del poder, una la denunciada por López Obrador, la otra la que el mismo ha creado y que bien caben en las palabras de Revueltas: “…este es el mecanismo con el que funciona la democracia bárbara en México: la democracia ideal, puramente invocativa, como el traje de etiqueta con que se viste al chimpancé para su grotesca actuación en el circo de la política mexicana.” 


publicado en blureport.com.mx el 7 de mayo de 2018

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