martes, 29 de mayo de 2018

Oriana Fallaci audaz e inquisitiva.




Entre las grandes periodistas del siglo XX, la voz de Oriana Fallaci resalta no sólo por los personajes a los que entrevistó, cómo los confrontó y su forma crítica de ver a Occidente del siglo XXI.

Armando Enríquez Vázquez

A Oriana Fallaci la leí por primera vez a finales de la década de los ochenta, lo primero que me llamó la atención fue la manera directa que utilizaba para dirigirse a sus entrevistado, su punto de vista radical y el enorme amor por muchas de las cosas acerca de las que escribía empezando por su pareja Alekos Panagoulis.
Oriana Fallaci fue a lo largo de su vida una mujer valiente a la que al final de su vida nada indignaba más que lo que ella consideraba la posición cobarde de occidente frente al Islam, Al único líder que le concedía un poco de osadía era a George Bush Jr. Oriana Fallaci despreciaba las medias tintas y seguramente despreciaría esas tonterías norteamericanas que hemos adoptado en todo el mundo y llamamos de manera errónea políticamente correcto.
Oriana Fallaci fue radical desde pequeña, sus ideas comunistas fueron las enseñanzas de un padre anti-fascista en plena era de Mussolini. Oriana nació en Florencia el 29 de junio de 1929 y desde muy temprana edad se convirtió en correo de las fuerzas partisanas que se oponían al dictador italiano.  Al terminar la II Guerra Mundial Oriana decidió dedicarse a la escritura y pronto más allá de convertirse en literata se encontró escribiendo artículos. Era ya una periodista que mandaba a crónicas a diferentes diarios como Il Corriere della Sera y el semanario El Europeo a finales de la década de los 40`s.
Se convirtió en corresponsal y se le asignó o se asignó ella misma como comentaría muchos años después en una entrevista cubrir la guerra de Vietnam en 1967, fue entonces cuando la fuerza como periodista de Fallaci estalló. Además, en el país de Asia conoció a Francois Pelou de quien se enamoró y con quien mantuvo una relación amorosa por más de diez años. En 1968 invitada por el Consejo Nacional de Huelga y como corresponsal de El Europeo Oriana llegó a México y estuvo presente en el edificio Chihuahua de Tlatelolco la fatídica tarde del 2 de octubre cuando el ejército bajo las órdenes del presidente Díaz Ordaz y su Secretario de Gobernación Luis Echeverria masacró a los estudiantes de México. La misma Oriana Fallaci recibió tres tiros en la espalda y estuvo a punto de morir. Abandonada por tres horas desangrándose hasta que alguien la identifico. Existe una secuencia fotográfica de Associated Press realizada por el fotógrafo Jesús Díaz donde se capta el momento en que Fallaci es herida. Al día siguiente el gobierno mexicano le envío flores al hospital que la italiana con su franqueza rechazó. Escribió acerca de la matanza y se indignó ante los timoratos periódicos y periodistas mexicanos, algo que parece no haber cambiado mucho en cincuenta años.
Oriana realizó una serie de entrevistas de la mayor relevancia con los personajes centrales de la historia de finales de la década de los 60 y a lo largo de los años setenta: Henry Kissinger, Al general Giap, vencedor en Vietnam sobre las fuerzas norteamericanas, Golda Meir, Mohamed Reza Pahlevi, el sangriento monarca iraní y a su sucesor el creador de la teocracia en esa nación el Ayatolah Jomeini a quien sacó de sus casillas y frente al cual Oriana se despojó de las ropas obligatorias para las mujeres. Yasir Arafat, Bobby Kennedy, El rey Hussein de Jordania, Indira Gandhi, Julio Andreotti fueron otros más de los personajes a los que la italiana entrevistó.
En 1973 conoció al activista de izquierda griego Alexandros Panagulis, de quien se enamoró. Panagulis era un hombre que había estado en prisión por haber intentado derrocar a la junta de militares que gobernaba Grecia, Panagulis fue detenido y sometido a las peores torturas. Tras la llegada de la democracia a Grecia, Alexandros fue liberado. Fue electo diputado y en 1976, tres años después de haber conocido a Oriana murió en un accidente automovilístico que siempre fue calificado de sospechoso por Fallaci y muchos seguidores de Panagulis, pues el político griego estaba listo para hacer públicos una serie de documentos que implicaban a los gobernantes griegos con los generales genocidas que habían gobernado aquel país tras la II Guerra Mundial.
Entre los libros que Fallaci publicó dedicó uno llamado “Un Hombre” a su amado Alekos Panagulis tras la muerte de este, muchas de sus entrevistas fueron recopiladas en el volumen “Entrevista con la Historia” y escribió otro titulado “Carta a un Niño que Nunca Llegó a Nacer” inspirado en su fallido embarazo que terminó en un aborto espontaneo.
Desde la década de los ochenta vivió en Nueva York, en una vida de reclusión, concedió algunas entrevistas. Fallaci volvió a los titulares cuando después de los atentados en Nueva York el 11 de septiembre de 2001 publicó un texto que más tarde se convirtió en un libro titulado “La Rabia y el Orgullo”, en el que manifestó su enojo contra los países de Occidente por haberse vuelto permisivos con el Islam. Llamó a Europa, Eurabia y fue muy crítica del Islam sorprendiendo a muchos de sus seguidores. Esta postura anti-islamica la mantuvo Oriana hasta el final de sus días. En ese texto de 2001 Fallaci se autodefinió como “una que nunca está contenta por nada y con nadie, comenzando por sí misma.
El 27 de agosto de 2005, Oriana la atea fue recibida por el Papa Benedicto XVI en una audiencia privada en la residencia papal de Castel Gandolfo, sólo hubo una condición la periodista no podía escribir nada acerca de la reunión que se mantuvo confidencial. La última gran entrevista de Fallaci jamás se publicó.
Quiero morir en Florencia y ha llegado el momento, pero moriré de pie como lo hizo Emilie Brontë.” Se dice que le dijo a una amiga antes de iniciar el último viaje de Nueva York a la ciudad que la vio nacer. Fallaci murió el 15 de septiembre de 2006. Tenía 77 años.



publicado en mamaejecutiva.net el 21 de mayo de 2018
imagen wikipedia,org

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