martes, 11 de septiembre de 2018

Zsofía Torma la desconocida arqueóloga húngara.




La importancia de esta mujer que descubrió y trabajó en el sitio arqueológico más importante de Transilvania apenas está siendo revalorada.

Armando Enríquez Vázquez

La historia del descubrimiento de uno de los sitios arqueológicos más importantes del este de Europa está relacionado íntimamente con la vida de esta olvidada mujer que lo descubrió y al final de su vida donó toda su colección de piezas encontradas al Museo Nacional de Historia de Transilvania ubicado en la actual ciudad de Cluj-Napoca.
No cabe duda los años de un comunismo destructor de la identidad popular en aras de construir identidades nacional e ideológica correctas afectaron el conocimiento de la historia y los personajes que habitaron muchos de los países detrás de la cortina de acero. Pero también la división geográfica y el surgimiento de nuevas naciones olvidando a las antiguas, contribuyó a esa manipulación de la historia. Tampoco en Occidente sabemos mucho acerca de la historia de estas naciones y el conocimiento de su pasado también nos ha sido negado. Una importante cultura antigua habitó en lo que hoy conocemos como Serbia y parte de Rumania, en específico en la región de Transilvania que asociamos directamente con la leyenda del Conde Drácula. Uno de los mayores asentamientos de esta cultura fue descubierto y estudiado por una singular mujer llamada Zsofía Torma quien fue autodidacta y gran promotora entre los científicos de la época de sus hallazgos.
Zsofía nació el 26 de septiembre de 1832 en la aldea de Cristestii Ciceului en lo que es hoy Rumania y en aquellos años era el imperio Austriaco. Su familia era una de las familias de la aristocracia de Transilvania. Su padre tenía un gran interés por la historia antigua y fue durante sus excavaciones de una fortaleza romana conocida como Arcobara a las que llevaba a Zsofía y su hermano Karoly que estos desarrollaron su interés por la arqueología, esto de acuerdo con los testimonios dejado por Zsofía y rescatados por la investigadora rumana Laura Coltofean quien se ha dedicado a investigar a fondo y dar a conocer la biografía de Zsofía.
En su primera etapa la educación de Zsofía Torma se llevó a cabo en su casa, en 1844 a los doce años ingresó en una escuela para mujeres. En 1850 murió su madre y dos años después una de sus hermanas mayores. Las pérdidas sumadas al ambiente de incertidumbre que vivió previamente durante la llamada época de las revoluciones cuando por unos años Hungría logró independizarse la marcó, pues cayó en una fuerte depresión, algo que se acrecentó once años después cuando murió su padre y a pesar de ser una mujer adulta Zsofía sólo logró salir de ella cuando su hermana la llevó a vivir con ella y juntas se hicieron cargo de la educación de los hijos de la hermana.
En 1871 Zsofía se mudó a la ciudad de Orastie, los hijos de su hermana habían crecido y Zsofía ya no era necesaria. Esto puso a prueba su propensión a la depresión, pero Zsofía supo canalizar sus problemas emocionales dedicándose primero a la paleontología y a la geología. Aunque se desconoce realmente en lo que consistieron sus trabajos en estas dos áreas, se sabe que recolecto una gran cantidad de fósiles algunos de los cuales envío a paleontólogos y uno de ellos en especial, un molusco de concha cónica, que envío a Gyula Halaváts, uno de los más reconocidos geólogos y paleontólogos húngaros de la época, era de una especie hasta ese momento desconocida y Halaváts lo bautizó científicamente Terebra sophiae en su honor.
Pero la vida de Zsofía Torma tomó un giro hacía la arqueología en septiembre de 1876 cuando atendió al 8º Congreso Internacional de Historia Antigua y Arqueología que se llevó a cabo en Museo Nacional de Hungría en Budapest. Zsofía que pertenecía desde años antes a diferentes organismos científicos en materia de paleontología, pero la arqueología se convirtió a partir de ese momento en su prioridad. En 1875 Zsofía comenzó a visitar la región de Turdas donde descubrió evidencias de la existencia de una antigua cultura, su informe apareció ese mismo año en los principales diarios de arqueología de Hungría.
Los descubrimientos de Zsofía Torma en Turdas demostró que el pueblo que habitó Turdas y la región cercana se trataba de la antigua cultura Vinca. En el congreso Zsofía logró hacer una serie de contactos que se interesaron por sus hallazgos. Al no ser una profesional, en sus papeles hacen falta detalles como la capa estratigráfica en que se encontraron las piezas que halló en sus investigaciones. Pero la importancia de sus descubrimientos, tanto del número de piezas como de sitios arqueológicos la convierten sin duda en la primera arqueóloga rumana.
La importancia de su obra es innegable, pero se ha minimizado desde los mismos tiempos en los que vivía cuando su género y sus raíces rumanas y en especial transilvanas la convirtieron en blanco fácil de la indiferencia de sus colegas húngaros, pero ella gracias a esos contactos internacionales que hizo durante el Octavo Congreso pudo hacer llegar sus hallazgos a estos investigadores a los cuales incluso regaló piezas, también publicó artículos sobre sus hallazgos y sus teoría en las que proponía que los más antiguos habitantes de la región de Turdas fueron los tracios que venían de Troya por la similitud entre los artefactos encontrados por ella y otros de origen troyano, asimismo llegó a proponer la continuidad de la cultura de la antigua Mesopotamia que se habría de acuerdo con características de sus hallazgos y tradiciones que aun se conservaban en los pastores de Transilvania, perpetuado de una manera directa en aquella región del este de Europa. Algo contrario a la opinión de los arqueólogos húngaros que pretendían encontrar nexos entre las antiguas culturas de la región con las culturas germánicas. Algunas de sus obras fueron publicadas y tuvieron una buena recepción entre los arqueólogos alemanes e ingleses. Desgraciadamente el libro que tenía preparado dando a conocer las conclusiones de sus investigaciones nunca fue publicado.
Zsofía Torma murió el 14 de noviembre de 1899. Unos meses antes, en mayo, la Real Universidad Húngara Franz Joseph, la segunda más importante del Imperio Austro-húngaro le concedió el doctorado Honoris Causa. Título que no recibió pues murió antes de la ceremonia de entrega. Gran parte de su colección arqueológica forma parte del Museo Nacional de Historia de Transilvania.



publicado en mamaejecutiva.net el 5 de septiembre de 2018
imagen wikipedia.org

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