viernes, 14 de septiembre de 2018

El cambio cosmético, corrupción y ego.




Una de las acciones de compensación más absurdas y egocentristas de nuestros mediocres políticos y sus pequeñas mentes dictatoriales es cambiar la imagen de entidades y del país, aunque sea sólo en el papel.

Armando Enríquez Vázquez

El pasado 11 de septiembre la Jefa de Gobierno Electa de la CDMX (Marca Registrada), Claudia Sheinbaum, anunció con esa perturbadora especie de sonrisa, muy similar a la de Largo el de Los Locos Adams, el concurso para un nuevo logo para identificar a nuestra ciudad. A lo largo de los dieciocho años que van del siglo la Ciudad de México ha cambiado no sólo de imagen, si no de nombre, todo gracias al ego y la corrupción que rodea a los gobernantes.
A principios del siglo el hoy Presidente Electo tenía un logo que incluía dos escudos históricos del Distrito Federal, con su lema: Gobierno del Distrito Federal México La Ciudad de la Esperanza, los taxis eran verdes y la capital del país se llamaba Distrito Federal. Cuando llegó Marcelo Ebrard los taxis cambiaron de colores por órdenes del Jefe Gobierno, a rojo y dorado, una combinación que ni a un daltónico se le ocurriría porque el rojo era demasiado quemado y el dorado bastante de estatua de casa de nuevo rico. La ciudad también cambio su imagen por una muy estilizada y garabateada del Ángel (Victoria en realidad) de la Independencia con la frase “Capital en movimiento”.
La llegada de Miguel Ángel Mancera una vez más cambió la imagen de la Ciudad, para empezar porque el nuevo Jefe de Gobierno se empecinó en cambiar el nombre de la ciudad de Distrito Federal al de Ciudad de México. Por lo que el Jefe de Gobierno cambió la imagen también de manera radical, cambió a la Victoria Alada por cuatro letras: CDMX. Desde 2012 nos acostumbramos a identificar a la Ciudad con las letras CDMX. Pero Mancera hizo de las cuatro letras algo más que su propuesta personal para identificar a la ciudad, creo una marca y las letras negras en mayúsculas CDMX se convirtieron en la marca del capital del país, de la misma manera que a nivel federal las letras multicolores que forman el nombre de México se convirtieron en la marca con la que la Secretaría de Turismo Federal promueve al país allende nuestras fronteras. Los taxis cambiaron una vez más el color de su carrocería por capricho del nuevo gobernante a blanco y rosa.
Ahora Claudia Sheinbaum, lanza un concurso para la nueva imagen de la ciudad, porque la señora como todos sus antecesores tiene que empezar a gobernar con acto totalmente ególatra, poner su sello en la ciudad como perro que orina un árbol para marcarlo como su territorio, eso en el terreno más primitivo del asunto y en el más humano porque el cambio de imagen siempre representa una oportunidad para la corrupción.
Si hay algo que reconocerle a un taimado y corrupto Miguel Ángel Mancera es que la marca CDMX en seis años de gobierno logró colocarse en el número 19 de reconocimiento a nivel mundial y la número uno entre las ciudades latinoamericanas. Esto de acuerdo con una nota en ejecentral.com que a su vez cita a una agencia mundial llamada Saffron, que es la encargada de hacer este tipo de estudios. Algo que está muy bien. Entonces la pregunta es la de siempre ¿Por qué la falta de humildad entre los políticos mexicanos para reconocer los logros de sus antecesores?
Esa izquierda tan opaca y llena de negocios que está por tomar las riendas de la Ciudad será incapaz en un sentido práctico superar ese único logró del Senador Mancera.
La señora Sheinbaum tendría que responder ¿Más allá de su ego y la corrupción que habrá de generar con la nueva papelería y difusión de su logo para nuestra Ciudad cuáles son las razones prácticas de cambiar un legado exitoso? El pretexto favoritos de estos burócratas de la Cuarta Transformación es siempre el reducir gastos. Puedo asegurar que al final de cuentas como siempre sucede con estos servidores públicos el caldo será mucho más caro que las albóndigas. Y eso que dentro del despilfarro de Mancera la marca ciudad parece haber sido un éxito.
Claro que con ese autoritarismo dictatorial stalinista que reviste a muchos de los miembros de la Cuarta Transformación la Jefa de Gobierno Electa jamás contestará esta pregunta a una ciudadanía que lo más probable es que tampoco pida explicaciones.

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