lunes, 11 de noviembre de 2013

Teresa Urrea la Santa de Cabora, mística y revolucionaria.






A finales del Siglo XIX surgió en la población de Cabora en Sonora una singular mujer que inspiró movimientos armados y curaba predicando contra la Iglesia Católica y el gobierno de Porfirio Díaz.
Armando Enríquez Vázquez.
El México de finales del siglo XIX, con todas sus injusticias y enormes diferencias sociales. Hombres y mujeres pobres de los pueblos que en sus creencias y fanatismo buscaban ansiosamente escuchar las voces que les prometieran un mundo mejor. Mientras que la oligarquía en el poder en su insaciable ambición los condenaba a condiciones de vida que empeoraban con el pasar de los días. En ese mundo donde los terratenientes cobraban el derecho de pernada entre las mujeres de sus trabajadores. En ese México de brutales realidades, nació en el pueblo de Ocoroni en el estado de Sinaloa el 15 de Octubre de 1873 una niña a la que pusieron por nombre Gracia Nona María Rebeca Chávez y que habría de exaltar a los yaquis, mayos y chihuahuenses en rebeliones de tinte mesiánicas.
Su madre era una joven sirvienta de la etnia Tehueca de nombre Cayetana Chávez, y su padre, el patrón, el hacendado Tomás Urrea.
El padre que tenía ideas en contra  de la Iglesia y del gobierno de Porfirio Díaz fue expulsado de Sinaloa y se vio forzado a refugiarse en un rancho que tenía en las cercanías de Cabora, Sonora. Teresa se quedó con su madre y una tía en la ranchería de Aquihuiquichi, también en Sonora. En 1888, quedó huérfana y se mudó al rancho de su padre, quien la reconoció y le dio su apellido. Es en esa época también que Teresa comenzó a sufrir de ataques de tipo epiléptico que la dejaban en un estado catatónico. Uno de estos ataques llevó a Teresa a permanecer varios días en trance y se creyó que la joven había muerto, durante el velorio Teresa volvió en sí, los habitantes de Cabora tomaron como una resurrección. Además de recobrar el conocimiento la muchacha vaticinó la muerte de un vieja chamana de la comunidad, que se dice enseño a Teresa Urrea el empleo y uso de las hierbas del lugar como remedios contra diferentes enfermedades, La mujer conocida como La Huila falleció esa misma noche tal y como lo había anunciado Teresa Urrea. Teresa Urrea comenzó entonces a obrar milagros y con sus manos curó a diferentes enfermos de la localidad.
 A partir de ese momento y de manera muy rápida la fama de la Mujer capaz de curar y que entraba en transe comunicándose con Dios, comenzó expandirse primero por la zona y luego por todo Sonora y estados circunvecinos, la gente llegaba a la población para curarse y escuchar los sermones de Teresa en contra de la Iglesia Católica. la joven mujer afirmaba que Dios le había dicho que la Iglesia Católica y sus sacerdotes carecían de un verdadero valor. La gente comenzó a llamarla la Santa de Cabora y a ella se acercaron hombre y mujeres mayos y yaquis. Hacía 1892 se dice que más de diez mil personas arribaban diariamente en peregrinación a Cabora para conocer a la Santa. Sin embargo, se dice que uno de los más grandes escépticos era el mismo padre de la Santa. Un día llegó al rancho un hombre calvo buscando a Teresa a lo que Don Tomás le respondió:
- Santa con una chingada…- y molestó agregó.- Mi hija será Santa el día que a usted le salga pelo.
El hombre ingresó al lugar donde Teresa Urrea curaba a los peregrinos y atendía a sus demandas, a la salida del hombre, Don Tomás se sorprendió al verlo con una abundante cabellera, convirtiéndose en ese momento en uno más de los seguidores de su hija. Los milagros en el mismo rancho se volvieron cosa de todos los días según cuentan las crónicas, y periodistas procedentes de la Ciudad de México llegaron a la remota y salvaje provincia en busca de entrevistar a Teresa Urrea.
En 1890, los mayos comienzan a abandonar las haciendas y a reunirse en torno a diferentes profetas, a los que llaman Santos y que en nombre de Dios y de la Santa de Cabora predicaban sobre diferentes hechos por venir entre ellos un diluvio. El gobierno comenzó a preocuparse por la inconformidad de los grupos indígenas y sobre todo porque la Iglesia Católica se encargó de poner el dedo en el renglón de manera persistente. La mayoría de los Santos fueron hechos prisioneros y en acto típico de la barbarie del porfiriato, con el apoyo del clero, ahogó a los prisioneros en el Mar de Cortés.  
Ese mismo año o a principios de 1891 llegó a Cabora, Cruz Chávez líder del pueblo de Tomochic, en el vecino estado de Chihuahua, para comprobar la existencia de la santa. Ambos personajes fueron importantes uno para el otro y Chávez regresó a su pueblo a fundar una religión que reconocía a la Santa de Cabora y y ella por los siguientes años mantuvo correspondencia con el tomochiteco.  En una segunda peregrinación a Cabora, Chavez y su gente se enfrentaron a un piquete de federales resultando muerto un capitán del ejército, este mismo grupo de militares había provocado la salida precipitada de Teresa Urrea, ya muy vigilada por el gobierno de Díaz, de Cabora. El levantamiento de Tomochic en Chiuhuahua y otro que llevaron a cabo los mayos tenían como grito de batalla: ¡Viva la Santa de Cabora! 
Detenidos en la población de Cocorit, Tomás Urrea y su Hija Teresa, fueron deportados a los Estados Unidos. Esta vez la brutalidad de los hombres del porfiriato no tuvo lugar, tal vez se debió a cierto temor oficial y las consecuencias o riesgos importantes que habría tenido en ese momento matar a Teresa, para la llamada Paz Porfiriana.
En el exilio Teresa y su padre conocieron al periodista Lauro Aguirre un hombre que desde el exilio publicaba un periódico llamado El Independiente.  En 1896 se publicó una proclama llamando a la rebelión en contra de Porfirio Díaz.  La Santa de Cabora fue el estandarte de la rebelión a la que incitaban Lauro Aguirre y su colega periodista Manuel Flores Chapa. El equipo que forman Aguirre, Teresa, Don Tomás y Flores Chapa entre otros preparaba una revolución y desde la ciudad fronteriza trataron de hacer llegar el mensaje de la rebelión a los compatriotas. El levantamiento fracasó y en 1897 se habló de al menos tres intentos de asesinato o secuestro en contra de Teresa por parte del gobierno de Porfirio Díaz o del gobierno norteamericano que quería neutralizar las actividades de la mujer y de Lauro Aguirre. Finalmente Teresa y Don Tomás decidieron mudarse al pueblo de Clifton en Arizona. Donde padre e hija se alejaron, al menos en teoría de la actividad política. La Santa de Cabora regresó a predicar y a las curaciones.
En 1900, apareció en la vida de Teresa, que al momento tenía 27 años un hombre de nombre Guadalupe Rodríguez quien enamoró a la Santa de Cabora y se casó con ella. Después, trató de convencerla de regresar a México, donde el gobierno de Porfirio Díaz la consideraba todavía como una persona peligrosa, Teresa se negó a regresar al país y Rodríguez intentó asesinarla. Se cree que Rodríguez trabajaba para el gobierno de Porfirio Díaz. El incidente la convenció de retirarse de la política totalmente y se estableció en California donde una empresa médica la contrató para hacer una gira por los Estados Unidos y curar a personas.
Teresa se ilusionará con tratar de descubrir el origen de sus poderes y planea hacer viajes alrededor del mundo pero nunca abandonó los Estados Unidos. En 1904 logró el divorcio de Guadalupe Rodríguez, hizo oficial entonces su relación con un hombre nueve años menor que ella, de nombre John Van Order casándose. Teresa tuvo dos hijas y al terminar su gira en Nueva York regresó al oeste de los Estados Unidos, primero a Los Ángeles y poco después a Clifton donde construyó un hospital con las ganancias de su gira médica. El 11 de enero de 1906, a la edad de 32 años, muere de tuberculosis.

publicado en the pinkpoint.com.mx el 8 de noviembre de 2013
imagen: inehrm.gob.mx

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