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martes, 26 de julio de 2022

Aramith / Iwan Simonis, fabricando bolas para correr sobre un fieltro centenario



 Un conglomerado químico decidió añadir a sus productos la fabricación de bolas de billar, hoy es el líder del mercado y también es parte de un viejo fabricante de paños para mesas de billar.

 Armando Enríquez Vázquez

Hace unas semanas escribí sobre la prestigiosa marca de mesas de billar Brunswick. En el caso del billar, hasta hace una década, los fabricantes más importantes de bolas, tacos y del fieltro que recubre las mesas eran marcas independientes, diferentes y con orígenes diferentes. En 2012 la historia cambio cuando el principal fabricante de bolas de billar se fusionó con la legendaria y más famosa manufacturera de fieltro. La primera nació en 1923 y la segunda es una antiquísima fábrica y ambas se ubican en Bélgica en la región de Valona.

Cuando en 1923 nació Saluc se dedicó a la fabricación taninos sintéticos para la industria de curtido de Callenelle, un pequeño poblado al sur de Bélgica. Los trabajos de Saluc fueron importantes en la región, pero la empresa tuvo que cambiar de giro después de la II Guerra Mundial con la desaparición de la industria del curtido de pieles en la región y buscar desarrollar nuevos productos. Saluc tenía entre sus productos una resina de fenol-formaldehído que le abrió la posibilidad de desarrollar bolas de billar.

Originalmente fabricadas con madera y más tarde con marfil, la resina se convirtió en la mejor opción, además Saluc ya se había especializado en la fabricación de balines de precisión para la industria lo que le permitió crear unas bolas de billar de gran calidad, con un rebote ideal en las bandas y dejando un marcado imperceptible sobre el paño, así en la década de los años cincuenta del siglo XX,  Saluc creó su división y marca Aramith para sus bolas de billar.



Esa calidad que permite un rodado perfecto sobre el paño que cubre las piedras de la mesa hicieron que la marca resaltará de las demás de la competencia que no eran pocas. Hoy Aramith posee más del 85 % del mercado mundial, se utilizan en todos los torneos profesionales del deporte, se exporta a más de 117 países del mundo y la producción se localiza únicamente en Bélgica. Aramith, además de fabricar bolas para todos los tipos y versiones del billar, con las especificaciones propias de cada una de estas versiones, produce bolas de boliche, limpiadores especializados para las bolas, así como puntas de alta calidad para los tacos del billar.

En la ciudad de Verviers, a menos de 200 Km. al oeste de Callenelle, en 1680, Guillaume Henri Simon Simonis creó una fabrica que noventa años después uno de sus descendientes de nombre Jacques Joseph Simonis cambió por el nombre de su hijo Iwan Simonis. La empresa se dedicó desde un inició a la fabricación de diferentes telas y en 1794 Simonis se hizo con una máquina de hilado inglesa, que era la punta de lanza de la revolución industrial y que puso a Iwan Simonis a la vanguardia en Europa y a la par de la industria inglesa de las telas de lana. Iwan Simonis a lo largo del siglo XIX siguió invirtiendo en desarrollo de nueva tecnología y se especializó en el paño de gran calidad para las mesas de billar. Sin embargo, en el siglo XX las dos guerras mundiales que provocaron escasez en la lana y un bombardeo aliado que destruyó gran parte de la fábrica de Iwan Simonis que estuvo a punto de desaparecer, de no ser por otra empresa llamada Peltzer & Fils que rescato a Iwan Simonis creando la empresa Société Anonyme des Draps et Filés Iwan Simonis.



Hace diez años, en 2012 Iwan Simonis y Aramith se fusionaron con lo que dos de las marcas emblemáticas del billar quedaron bajo un solo techo. Después en 2016 se unió al grupo la marca inglesa WSP Textiles Limited, fundada en 1865 en Gloucestershire, Inglaterra, con sus dos marcas Strachan dedicada a los paños para las mesas de Snooker la variedad inglesa del Billar y Playne dedicada al fieltro que recubre las pelotas de tenis.

Aramith también fabrica mesas convertibles en mesas de billar llamada FusionTables.

Saluc por su parte continúa produciendo diferentes balines industriales, bolas de precisión para mouse de computadora.


Publicado en thepoint.com.mx el 4 de julio de 2022

Imagenes aramith.com

                 iwansimmons.com

miércoles, 24 de abril de 2019

Gabrielle Petit, la espía belga de la I Guerra Mundial.




La única heroína civil de la I Guerra Mundial en Bélgica, fue una valiente joven que espió para los ingleses y que pocos recuerdan.

Armando Enríquez Vázquez

Las últimas palabras, inventadas o no, siempre tratan de ser utilizadas para sintetizar la vida de aquella o aquel a quien se intenta validar o descalificar. Las últimas palabras, somo la historia, parecen ser escritas y rememoradas por los ganadores. En el caso de Gabrielle Petit quien a los 23 años enfrentó al pelotón de fusilamiento alemán encargado de ejecutar la pena de muerte con la que se sentenció su actividad de espionaje, se dice que la joven desafió a sus verdugos antes de la descarga con el grito: “Les demostraré como una mujer belga sabe morir.” En un panfleto muy popular que se publicó en el momento de la exhumación del cuerpo Gabrielle Petit se consigna un grito diferente; “Larga vida a Bélgica, Larga…” que fue interrumpido por los disparos del escuadrón de fusilamiento. 
Gabrielle Alina Eugenia María Petit nació en Tournai, una ciudad mediana cercana a la frontera de Bélgica con Francia, el 20 de febrero de 1893. El padre fue un alcohólico desobligado y la madre murió cuando Gabrielle tenía nueve años de edad, ella y su hermana fueron educadas en un internado de monjas en la ciudad de Brugelette. Desde muy pequeña Gabrielle mostró un carácter y una determinación que sorprendió a su madre y a sus abuelos maternos en especial a su abuelo. Su madre incluso la consideraba como su mano derecha a pesar de su edad y de que Gabrielle tenía una hermana mayor.
En el internado el comportamiento de Gabrielle no fue el mejor, un día las monjas retuvieron unos dulces que le había enviado su padre como consecuencia de alguna de las faltas de Gabrielle. El padre se enteró gracias a los padres de otra interna que vio la caja de dulces, el señor Petit reclamó a la madre superiora quien a su vez en una entrevista diferente conminó a Gabrielle a dar el nombre de quien le había contado acerca de los dulces o sería expulsada de la escuela, Gabrielle se negó y decidió abandonar la escuela. A pesar de su conducta Gabrielle fue una de las alumnas más brillantes de su generación y con un gran pesar abandonó el internado. Gabrielle tenía en ese momento 15 años. Abandonó también Brugelette para vivir y buscar trabajo en Bruselas, donde vivía su hermana Helena.
Su primer empleo fue como institutriz, pero en diferentes cartas citadas por su biógrafa, la historiadora belga Sophie de Schaepdrijver, se encontraba insatisfecha y molesta, eso sin contar las negativas de su padre a entregarle sus pertenecías. Abandonó ese trabajo para entrar a una tienda de moda y después trabajó en una pastelería y después paso a trabajar como asistente en una tienda de pieles, así la insatisfecha Gabrielle que no pudo continuar con su educación cambiaba de trabajo constantemente y sufrió crisis económicas durante algunos periodos de su vida.
En 1914 conoció a Maurice Gobert, un joven sargento del ejército belga de quien se enamoró y con quien se comprometió antes justo de la I Guerra Mundial. Maurice fue enviado a Lieja, mientras Gabrielle se enroló como enfermera de la Cruz Roja. Al inicio de los enfrentamientos con el ejército alemán Gobert resultó herido y fue hospitalizado primero en Lieja y más tarde fue trasladado a Amberes. No esta muy claro cómo Petit fue contactada por los servicios de inteligencia inglesa, en los momentos en que pensaba reunirse con Gobert para huir de Bélgica, y en 1915 en lugar de encontrarse con Gobert de acuerdo al plan de ambos, Gabrielle partió a Londres donde fue instruida para realizar sus labores de espionaje. Jamás volvió a ver a Gobert. Joseph Ide, el hombre que presuntamente la reclutó, expresó años después que nunca había conocido a una mujer tan inteligente y con tantas ganas por aprender. Para cumplir con su nueva profesión, Petit cambió su nombre por el Miss Legrand, firmó papeles que le daban un puesto de trabajo en una empresa llamada Cereal Company y comenzó a espiar enviando mensajes sobre los movimientos de las fuerzas alemanas, trenes, sabía distinguir un poco los uniformes de los alemanes con lo que incluía en sus informes el tipo de fuerzas que pasaban por Bruselas. Salvando la vida de soldados ingleses y franceses a los que ayudó a cruzar las fronteras, distribuyó un pasquín llamado “Belgica Libre”.
La red de espionaje de Gabrielle Petit no duró mucho, los alemanes conscientes de los diferentes esfuerzos de ingleses y franceses por crear grupos de espías, lograron infiltrar a un contra espía alemán, que se hacía pasar por holandés y quién consiguió que Petit fuera detenida en febrero de 1916. En los interrogatorios y bajo tortura Gabrielle Petit se negó a delatar a sus compañeros, el 8 de marzo fue sentenciada a ser fusilada lo que ocurrió el 1º de abril de 1916. A diferencia de Edith Cavell, la espía-enfermera inglesa, nadie armó una campaña a favor de Gabrielle.
Fue hasta 1919 cuando sus restos que había sido enterrados en Schaarbeek, el mismo lugar de su ejecución, fueron exhumados y ella reconocida por su labor a la patria belga y a la causa de los aliados, y fue declarada heroína nacional. En 1924 una estatua de Gabrielle fue develada en Tournai.
La biografía de Gabrielle Petit escrita por Sophie de Schaepdrijer se titula Gabrielle Petit, vida y muerte de una espía de la I Guerra Mundial.  y es la base para este texto.


imagen: twitter.com

miércoles, 7 de noviembre de 2018

La tregua la receta nórdica para una serie pasable.



Lo que sucede a lo largo de los 10 capítulos de la serie está sin duda basado en la receta de las series danesas y suecas.


Armando Enríquez Vázquez


Si algo nos enseñaron las extraordinarias series Broen/Bron y Forbrydelsen fue que entre más sospechosos existen en una serie y se van revelando uno a la vez, más inocentes existen también y que el giro de tuerca final nos regresa a los primeros cuadros y círculos de la investigación.
De los mejores aprendices de esta fórmula han resultado los belgas quienes produjeron la tétrica y oscura Beau Séjour, Tabula Rasa y La Trêve. Una historia que ocurre en uno de esos idílicos pueblos que bajo la superficie de tranquilidad es un verdadero museo de excentricidades y monstruos. Y de la misma manera que en las series nórdicas las vueltas de tuercas, nuevas teorías y sospechosos con motivos más que suficientes para cometer un crimen mantienen al espectador enganchado en la serie. En ese mosaico de culpas, secretos, pequeños y grandes delitos, el descarte de sospechosos obliga a que la vuelta de tuerca final no resulte tan sorpresiva sobre todo cuando la comunidad donde suceden los hechos resulta es tan pequeña.
Al igual que Beau Séjour, La Tregua se estrenó en 2016 en Bélgica, pero este año Netflix la lanzó en su plataforma en español, sin duda como parte de la estrategia de presentar materiales europeos, tras el éxito de La Mantis, Colateral, Dark, The Fall y otras series extraordinarias producidas allende los Pirineos que han estrenado en el último año. Porque todos sabemos que la serie con más éxito este año en Netflix es también europea, pero es hispana: La casa de papel.
Desgraciadamente la historia al final deja de sorprendernos por lo lugar común de la resolución y lo poco extraordinario de la misma. Lo que vale la pena de La Trêve, o La Tregua, es que está llena de temas y subtemas interesantes y de actualidad; El futbol soccer, la migración africana a Europa, el racismo, la corrupción, el crimen organizado, el arreglo de juegos, el machismo, la cultura global, entre otros y que las actuaciones son buenas. Las sesiones entre la psiquiatra y el inspector Peeters llegan a tener una tensión desesperante y los conflictos internos del inspector Drummer y el choque por tratar de entender que está bien y que está mal, su inocencia y su franqueza lo hacen un personaje muy atractivo de la serie que al final queda mal resuelto por los guionistas de la serie.
Yoann Peeters (Yoann Blanc) es un policía de Bruselas que llega a la pequeña localidad de Heiderfeld, su decisión por abandonar la capital se debe a un operativo que condujo y terminó en tragedia, la pérdida de su esposa y asuntos personales por resolver en el pueblo en el que vivió parte de su infancia y adolescencia y en el que su padre enloqueció. Algunos de los locales lo recuerdan y el recuerda a otros en especial la relación que nunca concluyó con Inés Buisson (Anne Coesens), pero Peeters llega acompañado por su hija Camille (Sophie Breyer) una adolescente que también habrá de conocer la realidad de estos pueblos donde detrás del bucólico paisaje se esconden los mismos vicios con los que se enfrentan los jóvenes de la ciudad.
La llegada de Peeters coincide con el descubrimiento en el río del cuerpo de un futbolista africano Driss Assani (Jérémy Zagba) que juega en el equipo local de tercera división. La investigación de la muerte de Driss será el detonador para mostrar la galería de seres humanos que viven en el pueblo. Y quien en un principio parece el aliado de Peeters su subalterno el inspector Sebastián Drummer (Guillaume Kerbush) se tornará en su contra al suceder otra muerte y al sentir que Peeters no confía en él, además con la aparición de un amargado y rencoroso personaje, el inspector De Baets (Philippe Résimont), padre de uno de los policías muertos en el operativo fallido de Peeters y que esté empeñado en demostrar la culpabilidad de Peeters.
La serie es en gran parte un flashback, como sucede con muchas series actuales, que inicia con Peteers internado en clínica mental donde es entrevistado por una psiquiatra (Jasmina Douieb), quien intenta averiguar si el policía esta cuerdo y si es capaz de recordar un crimen que él mismo cometió o no y del que es el principal sospechoso.
Las dos máximas de Peeters; “Las personas nunca cambian” y “nunca conoces realmente a nadie”, se prueban falsas al mismo Peeters en los casos menos importantes y totalmente ciertas en lo esencial. Pero estas frases que son las premisas sobre las que se crea la personalidad actual de Peeters se enredan al final de la serie lo que curiosamente no parece afectar a Peeters ni para bien, ni para mal. El personaje actuará de la manera más lógica, sin que esa haya sido la norma a lo largo de la serie.
Lo que sucede a lo largo de los 10 capítulos de la serie está sin duda basado en la receta de las series danesas y suecas, desgraciadamente tiene un par de fallos garrafales en la narrativa final que nos dejan pensando en la incapacidad de los guionistas para hacer llegar la serie a puerto de la mejor manera. Cuando todo la perfilaba a ser una gran serie, se queda en una serie simplemente pasable.


publicado en roastbrief.com.mx el 6 de agosto de 2018
imagen Netflix

martes, 22 de agosto de 2017

Moleskine la libreta de los hípsters, escritores y artistas verdaderos.





La libreta con su banda elástica y sus espacios internos desapareció en la década de los ochenta, años después una firma italiana la puso de moda de forma exitosa gracias a un escritor.

Armando Enríquez Vázquez.

El éxito de la marca es tal, que hoy encuentras libretas con las portadas amarillas y Los Simpson grabadas en ella, de Juego de Tronos, Batman, Peanuts, hasta de Hello Kitty y por supuesto la clásica y sencilla pasta de cuero liso negro o café.

Moleskine se ha convertido en los últimos años en un producto de consumo popular, sobre todo entre los hípsters que la llevan con su tablet a todos lados.

La historia de la marca, aunque es muy reciente y de acuerdo con el sitio de la misma inicia en 1997 en una empresa italiana, se quiere relacionar directamente con una marca francesa que de acuerdo con el sitio de Moleskine era la predilecta de artistas gráficos como Picasso y de escritores de la talla de Ernst Hemingway. Pero todo eso no es más que un cuento y el verdadero éxito de Moleskine se encuentra en haber detectado una oportunidad de negocio que probó ser más que redituable.

Lo único cierto es que sí existió una casa en Francia que se encargaba de hacer estas libretas con pasta de cuero, un elástico que le permite cerrar sin dañar las hojas o páginas, asi como mantener papeles y apuntes sueltos, además de las cejas al interior de las solapas de la misma. Cierto es también que un escritor y periodista llamado Bruce Chatwin, autor de un libro titulado The Songlines, en el que el autor habla de los aborígenes australianos y en un capítulo describe su libreta de apuntes encuadernada en piel con bandas elásticas para cerrarla y de las cuales compraba una buena dotación cada vez que viajaba a Paris hasta que un día le informaron en la papelería que el hombre que elaboraba este tipo de libretas en la ciudad de Tours había muerto y sus hijos habían cerrado el negocio, por lo que ya no habría más libretas Moleskine, fue el encargado de crear el mito de la libreta y darle nombre a la marca. De acuerdo con Chatwin estas libretas eran conocidas como Vrai Moleskine, por la condición y textura de las pastas.

La descripción de Chatwin de la libreta en su libro, comenzó a crear la imagen de la libreta perfecta para viajeros, periodistas y escritores. En su libro Chatwin dice que prefiere perder el pasaporte a su Moleskine, en la que siempre incluye datos de donde y como devolverla en caso de extravío y la existencia de una recompensa por su devolución.

Moleskine se convirtió en el santo grial de las libretas. Por eso en 1997 una pequeña empresa editora de Milán, llamada en ese entonces Modo & Modo, decidió fabricar la libreta descrita por Chatwin.  La mejor manera de comercializar el producto fue no hacerlo el objeto a desear per sé, si no la creación de un aura de creatividad a su alrededor. Todo aquel poseedor de una Moleskine es al menos un creador en potencia. Así definió la estrategia Samantha Rossi directora de proyectos de Modo & Modo, la estrategia de las libretas de Moleskine al New York Times en 2005.

La empresa creció y vendía por la época de la entrevista mencionada cerca de 4 millones de libretas al año. En 2016 Moleskine fue comprado por un grupo empresarial belga llamado D’Iteren que es dueño también una distribuidora automotriz y de una empresa de vidrios para la industria automotriz. Moleskine produce además de libretas, mochilas, lápices, plumas, carteras, luces para leer, diferentes artículos para oficina, libros. Aunque sus oficinas principales permanecen el Milán.

Bruce Chatwin murió el 18 de enero de 1989, sin saber que la descripción de su libreta de apuntes durante sus viajes habría de dar pie a una marca icónica del siglo XXI entre escritores, artistas, posers y hípsters.

imagen moleskine.com

lunes, 29 de junio de 2015

René Magritte anunciado moda.




El afamado pintor surrealista creador de la célebre pintura Esta no es una pipa en sus inicios en Bruselas se dedicó a crear posters para una firma de alta costura.
Armando Enríquez Vázquez.
Sin duda alguna uno de los mayores artistas gráficos del siglo XX fue René Magritte, su pintura surrealista es reconocida. Magritte nació en Bélgica el 21 de noviembre de 1898.
Hijo de un sastre desde temprana edad se dedicó a estudiar dibujo y pintura. En 1924 su arte lo acercó de manera fortuita al oficio de su padre. Al trabajar en la creación y diseño de posters promocionales para una firma belga de alta costura llamada  Norine, que era propiedad de Honorine “Norine” Deschrijver y su esposo Paul Gustave Van Hecke que era dueño también de una galería y canjeó al joven Magritte algunos de los posters por la exhibición y venta de su obra.



Norine era reconocida no sólo como una de las primeras firmas de alta costura en Bélgica, sino como una firma vanguardista y moderna por sus diseños.
Los posters creados por Magritte están dibujados en estilo de Art Deco, aunque el pintor en esa época experimentaba ya con el cubismo, el futurismo y otras de las vanguardias en boga en Europa. En 1927 Magritte se hizo cargo de diseñar y dibujar el catálogo de abrigos de Norine utilizando ya un estilo más personal a su interpretación surrealista de la realidad.
 Así, junto con algunas portadas para partituras y el poster promocionando a una cantante popular de la época, breve fue la participación del gran René Magritte en el mundo de la publicidad.

Magritte murió el 15 de agosto de 1967.




publicado en thepoint.com.mx el 22 de junio de 2015
Imagenes: blogs.20minutos.es
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