lunes, 10 de diciembre de 2018

Los pies en la tierra y los temas del siglo XXI



El presidente habla de mirar al futuro, pero no deja de mencionar el pasado. Los tiempos de promesas han terminado y Andrés Manuel López Obrador debe comenzar a actuar. 

Armando Enríquez Vázquez

A lo largo de 18 años de campaña y 6 meses como Presidente Electo el discurso de Andrés Manuel López Obrador y de algunos de sus colaboradores ha sido el discurso de odio, de la división en el que el hoy presidente ha explotado la insatisfacción de los mexicanos por sus pobres políticos para convertirlo en el odio desmedido que vemos en las redes sociales y con el que logró su objetivo al exponer a los dos extremos del espectro ciudadano nacional; los Amlovers y Amlohaters quienes se dan con todo para diversión de muchos y satisfacción de otros. Pero ahora ya no es candidato. Ya no es Presidente Electo. Es el Presidente de la República y nos debe gobernar, eso es contemplando a todos.
Lo cierto es que una vez puesta la banda tricolor el presidente López Obrador intentó dar un mensaje a todos los mexicanos, pero no pudo evitar hacer un pequeño uso de su habitual discurso de odio al hablar de conservadores y neoporfiristas con desdén.
La dura critica a sus antecesores y en especifico a las reformas estructurales y la batalla a la corrupción; sello emblemático del gobierno de Enrique Peña Nieto. López Obrador en una hora dinamitó la obra de su antecesor y dejó abierta la posibilidad de investigarlo a él y otros funcionarios de su sexenio y de sexenios anteriores sí el pueblo así lo dice en una futura encuesta popular, organizada por el INE. Mientras el mexiquense no dejaba de tragar saliva, secarse el sudor y sentirse en la silla de los acusados.
A López Obrador debemos reconocerle que además de incansable orador hizo algo que ninguno de los panistas o Peña Nieto hicieron en su momento hablar desde el Congreso de la Unión aguantando vara o ignorándola de sus adversarios, que no enemigos como él mismo lo dijo, a la usanza de Salinas, de la Madrid y Zedillo en sus sexenios. Es una forma de decir que a pesar de todo, aunque sea a la fuerza está consciente de la oposición por pequeña que esta sea.
A propósito de la oposición; el PAN se comportó como lo hacía Morena en sus momentos o el mismo PAN cuando Fox era legislador, no sé si es lo correcto, pero así se ha hecho durante décadas ya en México y puede ser efectivo si no pregúntenle a Fernández Noroña, quien ha vivido del erario cuando era un deudor de la banca o al mismo Fox. El PRD no existió durante el discurso del presidente, a no ser por el discurso zalamero y lambiscón de Miguel Ángel, el “Just for Men”, Mancera. Lo mismo sucedió con los otros “partidos de la chiquillada”: Verde, MC y PT, pero el que me sorprendió fue el PRI, que en silencio aguantó más vara que el mismo Peña Nieto al cual todos los priístas presentes, en especial Dulce María Sauri, Miguel Ángel Osorio Chong y Claudia Ruiz Massieu se encargaron de saludar y probablemente de leerle su cartilla de desafiliación de partido y la extremaunción política en ese abrazo o apretón de manos al hombre más sólo y más observado en todo el salón del pleno. El PRI demostró no saber ser oposición, se veían como perros sin dueño, como legisladores sin instrucciones de Manlio Fabio en tiempos de Calderón. El epítome de la Roque Señal. 
El presidente habló de mirar al futuro, pero no dejó de mencionar el pasado. Los tiempos de promesas han terminado y Andrés Manuel López Obrador debe comenzar a actuar. Y debe actuar como jefe de gobierno de todos los mexicanos, de los que votaron por él y de los que no votamos por él. El discurso de los pobres es válido, pero no debe olvidar que su base de votantes se encuentra en la clase media de estudiantes universitarios y académicos.
El presidente ahora tendrá que demostrar su voluntad para conducir de manera incluyente a México, a todos sus habitantes, a mejores puertos de los que hasta ahora ha sido conducido por los presidentes del PRI desde 1970, cuando Luis Echeverría, un asesino populachero y autoritario comenzó la labor que terminaría Peña Nieto cuarenta años después, y dos presidentes del PAN en el medio, de desmontar la credibilidad de los mexicanos en ese partido y por extensión en los políticos a fuerza de represión y corrupción.
Por cierto, que su visión particular de la historia de México omitió a los dos sexenios más corruptos y desleales con el pueblo “bueno” del siglo pasado; el del propio Echeverría y el de José López Portillo y la única explicación que encuentro es porque el era parte del PRI en Tabasco en aquella nefasta docena.
López Obrador tiene razón los recursos naturales de los mexicanos, deben ser como dice la constitución para los mexicanos a través de la gestión correcta del Estado, lo que no es lógico es que en pleno siglo XXI la estrategia del gobierno se centre en PEMEX y no en campos de energía solar en el norte del país o más campos eólicos en el istmo.
Por la tarde el presidente habló de una manera también de manera incluyente y aseguró que existirá una total libertad de expresión. En ese sentido espero que el Presidente López Obrador aguante vara y sea inteligente con sus críticos y no se cliente como lo hizo recientemente con la revista Proceso o con Carmen Aristegui. Por el bien de él y por el de México.
Habló de los pueblos indígenas y las culturas originales, de cómo las etnias serán parte central de su política, lo que no queda para nada demostrado simplemente por el hecho de preferir una limpia por cadena nacional cuando se ha omitido consultar a los pueblos originales del sureste acerca de su propuesta de un ecocida tren maya.
100 compromisos que revisará anualmente con el pueblo, de los cuales algunos pueden también solucionarse de maneras más sencillas, México no necesita 100 universidades públicas más, necesita que las ya existentes reciban más recursos para poder aceptar un mayor número de estudiantes, Necesita que muchas de ellas reciban apoyos para crear mejores programas de investigación, que atraigan a mejores profesionales y profesores para tener mejores ofertas académicas.
Me sigue sonando irreal es de donde va a sacar tanto dinero para mantener tanto programa social que no enseña a pescar, sino que regala peces. Viejos, estudiantes, discapacitados todos tiene un bono en un gobierno que quiere acabar con los intermediarios en los programas sociales del gobierno y crear el bienestar, a partir de subvenciones no de activar a estos sectores de la población.
Cuando hablo de la libertad del trabajador para elegir el sindicato a cuál afiliarse es necesario que nos diga cómo serla la relación institucional del gobierno con las mafias sindicales ya existentes como SNTE, sindicato de PEMEX, El de los mineros que dirige el senador Napito, el de trabajadores del Estado y en ese sentido será interesante conocer a detalle el plan de descentralización.
De acuerdo con lo que López Obrador dijo en ese mismo mensaje: La línea de este gobierno es que no habrá ninguna línea. Y la verdad es que eso es lo que esperamos, que no gobierne a partir de caprichos y ocurrencias como lo han hecho otros, que cumpla con su promesa hecha el sábado de que no buscará la relección, sí en realidad se considera maderista en ese sentido.   
López Obrador ya es presidente, tiene el congreso en su mayoría sencilla y muchas promesas y compromisos que cumplir y como él aseguró; “no puede fallar”. Esperemos el paso de los meses y esperemos que del paraíso a todos prometidos se nos cumpla el 30% al menos y habrá hecho más que cualquiera de sus antecesores.

publicado en blureport.com.mx el 3 de diciembre de 2018

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